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Portada de «W. Una historia» de Steve Sem-Sandberg

'W': no hay literatura sin compasión

Steve Sem-Sandberg revisita el caso del barbero y soldado Johann Christian Woyzeck, ajusticiado por asesinato, en una novela desoladora

El 27 de agosto de 1824, en Leipzig, un hombre llamado Johann Christian Woyzeck es ejecutado por matar a puñaladas y a la vista de todos los transeúntes a su amante Johanna, conocida con el sobrenombre de la «viuda Woost». El caso fue un hito en la historia procesal alemana por ser la primera vez que la defensa alegó locura como atenuante de la pena (aunque sin éxito). El crimen y el juicio del extraviado Woyzeck inspirarían a Georg Büchner para escribir en 1836 el considerado primer drama social contemporáneo. Desde entonces, muchas han sido las recreaciones de la historia del infausto asesino, algunas tan notables como la ópera de Alban Berg o la película de Werner Herzog. Ahora, el sueco Steve Sem-Sandberg recompone la vida del condenado en su tremendista novela W, publicada en español por Impedimenta.

A través de informes judiciales, peritajes psiquiátricos, interrogatorios y recuerdos confusos que dan a la obra una tensión fragmentaria y como de pesadilla, el autor Sem-Sandberg (Oslo, 1958) reconstruye la vida del fabricante de pelucas, sastre, sirviente y soldado Johann Christian Woyzeck. Cual Lazarillo de Tormes, pertenece al linaje de las víctimas pasivas de la Historia, de la carne de cañón, de las multitudes que se pierden en el fondo de los cuadros de batallas. La novela nos lo muestra como un hombre candoroso e idealista, de inteligencia corta y con síntomas inconfundibles de esquizofrenia. Del crimen por el que es acusado no recuerda nada ni sabe por qué lo hizo. No es un asesino sin entrañas, sino un miserable vilipendiado por sus fantasías y hervores febriles. Lo que conducirá al protagonista de W al patíbulo es su maldad, ni siquiera su razón extraviada; sino la sucesión de humillaciones, malos tratos y abandono que sufre.

impedimenta / 456 págs.

W. Una historia

Steve Sem-Sandberg

Además de recuperar y ennoblecer al personaje histórico bajo el brillo de la ficción, la novela de Sem-Sandberg tiene como objetivo examinar las consecuencias que la privación continua tiene para la integridad somática o psicológica de un individuo. La ristra de injusticias, lacras e indecencias, descritas sin pundonor, resultarían estomagantes si no fuera por la brillantez con la que la novela está escrita. Más allá del interés que despierte el contenido, su concreción literaria es estimable.

Entonada en un ritmo vivo, la escritura de Sem-Sandberg alcanza en algunos momentos una grandeza poética innegable. Especialmente hermosas son las páginas que el novelista sueco dedica a la experiencia de Woyzeck como soldado en las guerras napoleónicas, que le llevarán hasta el frente ruso. Carne de cañón en medio de un conflicto salvaje, tan desorientada y ajeno al heroísmo como lo estuvo Fabricio del Dongo en Waterloo, pero aquel con miedo porque entre la humareda y la niebla ve horrores concretos. El libro encierra un implícito mensaje antibelicista al poner de relieve la destrucción y sufrimiento de la guerra, así como sus efectos deshumanizadores: «es como si la guerra creara un tipo particular de orden donde todo se mezcla y donde la sobreabundancia es la única medida de todas las cosas: algo parecido a una exaltación que solo puede aplacarse con más excesos, como una fiebre que no quiere abandonar el cuerpo a pesar de que el cuerpo mismo se consume con ella».

La parte más conmovedora de la novela son los esfuerzos de Woyzeck por sobreponerse a su mente rota y convertirse en alguien capaz de dar amor y recibirlo. No por estar privado de la mayoría de los bienes carece de piedad y sensibilidad estética. Sus alucinaciones, que en ocasiones parecen arrebatos místicos, dan continuidad a su lengua rota, convirtiendo al barbero-soldado un personaje elocuente. Woyzeck arrostrará serenamente, como Julian Sorel, su irremediable destino. Dos personajes hechos de distinta pasta pero que comparten su vivir a destiempo, su encontrarse fuera de lugar.