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Portada de «Lobo. Unas memorias falsas» de Jim Harrison

Portada de «Lobo. Unas memorias falsas» de Jim HarrisonErrata Naturae

'Lobo. Unas memorias falsas': autorretrato de una bestia humana

Un libro salvaje de Jim Harrison. El protagonista se mueve entre Hobbes y Thoreau recuperando el sentido de su vida en medio de la naturaleza

Jim Harrison no ha tenido demasiada presencia en español, de él se conoce principalmente como el autor de Leyendas de otoño, y en gran medida gracias a la excelente película que en España se tituló Leyendas de pasión. Parece su recepción está cambiando para bien: como veo cada vez más a menudo, cuando una editorial independiente y con personalidad rescata a un autor relativamente conocido y apuesta por él publicándole su obra, termina triunfando. Los editores están recuperando su papel de intermediario cultural y el resultado es que el lector elige un libro por la editorial que lo publica. Así está haciendo Errata Naturae con el norteamericano Jim Harrison (1937-2016). Ha reeditado su libro más conocido, recuperando además el título original (Leyendas de otoño), además de publicar dos libros inéditos en español: Dalva y el que protagoniza esta reseña.

Lobo es la primera novela Harrison. Fue escrita en 1971 durante una convalecencia médica y lo que empezó como un modo de pasar el tiempo se convirtió en el descubrimiento de una voz narrativa muy personal y en la creación de un personaje, él mismo, original y poderoso.

Portada de «Lobo. Unas memorias falsas» de Jim Harrison

errata naturae / 286 págs.

Lobo. Unas memorias falsas

Jim Harrison

La novela tiene como subtítulo Unas memorias falsas. El libro viene a ser un tempranísimo recuento, con poco más de treinta años, de la vida de un joven, Swanson, que coindice con gran precisión con la biografía de Harrison. La novela está conformada por dos planos temporales. Por un lado está la experiencia del protagonista en el presente: ha decidido perderse por los bosques y montañas de la península superior de Míchigan a la búsqueda desesperada de ver a alguno de los pocos lobos que aún viven por aquellos lugares. El animal que aparece en el título es tanto el objetivo de Swanson como su propia personificación, pues la palabra que mejor define al personaje ficcional y al propio autor es la de un salvaje con exquisita educación.

Entremezclada con su experiencia en las montañas, se muestra otro plano temporal cronológico pero basado a su vez en saltos más o menos regulares, donde se nos muestra la juventud de Swanson viajando por ciudades y carreteras americanas como alma que lleva el diablo. Un ser violento que no encuentra descanso ni físico ni emocional en una carrera frenética de la que no se sabe si persigue o huye. Nueva York será objetivo habitual de sus viajes, una ciudad donde el animal que lleva dentro podrá saciar sus instintos más primarios. Estas partes del libro, plagadas de escarceos amorosos, comilonas, trapicheos, borracheras y peleas de madrugada contrasta con las escenas naturales, donde el mismo personaje sufre las inclemencias del medio natural: frío y humedad, dolor y cansancio, y muchos mosquitos, pero sobrevuela un fondo de paz en la adversidad y un gozo ante la belleza. En Manhattan, el salvaje Swanson está atrapado en una civilización que le ofrece de todo casi gratuitamente. Ese supermercado de emociones e instintos saciados dejan al animal ahíto y triste. En la naturaleza, pese al sufrimiento, está en su medio y es feliz.

Lobo es un libro de poca fabulación. La trama es mínima y la estructura narrativa, salvo saltos temporales y un tardío flujo de conciencia, sencilla. El estilo es directo, aparentemente poco elaborado, coloquial e incluso soez. Diría que ahí está precisamente su mérito. Swanson/Harrison habla sin filtro porque precisamente así es su vida. Le interesa la literatura, las mujeres, la naturaleza, el alcohol y la comida en orden variable. Su gran fortaleza es la sinceridad y la autenticidad. No intenta complacer, ni autocomplacerse. El resultado es un libro desnudo o incluso descarnado que encanta o se detesta. Un libro gustará a personas interesadas en ese salvajismo, la naturaleza y los valores que destila con todas sus contradicciones. Su gran afán es mantener los grandes territorios vírgenes americanos de la voracidad del hombre, pero él mismo caza y se alimenta de las piezas abatidas (en ocasiones sin cocinar, con sal y una botella de whisky).

Desde el político Leviatán de Hobbes hasta el sarcástico El lobo-hombre de Boris Vian, pasando por el espectacular El lobo estepario de Hesse, el padre de todos los perros persiste en nuestro inconsciente como el epítome de lo no-civilizado, para bien o para mal. Este Lobo de Harrison creo que es el más vivo de todos ellos, pues no sale de la cabeza sino de las entrañas de su creador. No es una interpretación, sino una exposición.

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