'Don Giussani. El ímpetu de una vida': biografía del fundador de Comunión y Liberación
Fernando de Haro abarca tanto la vida del carismático Luigi Giussani como la obra a la que él se dedicó por completo, rodeado de universitarios. Libro que explica lo fundamental de CL, y que deja pistas implícitas para entenderlo mejor hoy
Uno de los movimientos católicos más conocidos es Comunión y Liberación (CL), cuyo fundador es el sacerdote italiano Luigi Giussani (1922–2005), personaje cuya biografía constituye el tema básico de este libro. Como suele suceder con muchas realidades eclesiales protagonizadas por laicos, un recorrido por la vida del fundador sirve como adecuada exposición del carácter y espiritualidad propias. Por tanto, la tarea de Fernando de Haro a lo largo de estas páginas ayuda en este doble sentido: abarca la vida de Giussani desde su nacimiento hasta su muerte, y se desarrolla en torno a qué es lo definitorio de CL, así como sus diferentes etapas de evolución, bastante determinadas por los avatares de la política italiana. A varios de estos episodios políticos, y a la postura de Giussani al respecto, se va refiriendo De Haro con detalle. Porque, a los diez días de que Giussani nazca en la lombarda localidad de Desio, Mussolini marcha sobre Roma con sus camisas negras. Al cabo de un par de jornadas, el penúltimo rey italiano —el último, Humberto II, apenas ceñirá un mes la corona en 1946, tras la abdicación del padre— entrega el poder al caudillo fascista.
La vida de Giussani y la de CL están marcadas por el impacto de los acontecimientos. No sólo por las convulsiones que atraviesa Italia —II Guerra Mundial, caída de la monarquía, ascenso de la Democracia Cristiana, resquebrajamiento moral, leyes de divorcio y aborto, corrupción política y un fin de siglo grotesco, seguido de un comienzo de siglo XXI bajo el signo del terrorismo islámico y las guerras de George W. Bush—, sino por uno de los pilares del pensamiento de este sacerdote que había entrado en el seminario cuando apenas le faltaban dos semanas para cumplir los once años. Como relata Fernando de Haro, una de las ideas de Giussani es la realidad tangible de Cristo dentro de cada persona. El encuentro auténtico con Cristo es lo que convierte a alguien en cristiano, y no la mera recepción de una tradición popular o cultural que, a los ojos de Giussani, sirve para llenar plazas ante una visita de Pío XII, pero no basta para colmar corazones y orientar vidas y sociedades. Así, primero como Gioventù Studentesca y luego con el nombre de Comunión y Liberación, Giussani anima un movimiento que, en sus comienzos, es estudiantil, universitario. A ello dedica su existencia desde los años 50 del siglo pasado hasta que, tras padecer los achaques y limitaciones de la enfermedad, entrega el alma un mes y medio antes que Juan Pablo II.
sekotia / 304 págs.
Don Giussani. El ímpetu de una vida
Su labor con los jóvenes y con los universitarios lleva varios rasgos. No sólo la mencionada búsqueda de asimilación honesta del cristianismo, sino también una dimensión social y asistencial, remarcada en unos tiempos en que derechas e izquierdas plantean proyectos divergentes. No sólo divergentes entre sí, sino alejados de la vida cristiana. A ello se une otro aspecto de Giussani y CL: el amor por la cultura como elemento de desarrollo personal, de disfrute de la belleza y de encuentro comunitario. Fernando de Haro, además de relatar el nacimiento y relevancia del «Meeting» de Rímini, enumera algunas de las figuras que más influyen en este sacerdote lombardo: Dante y Leopardi, por un lado, y los Daniélou, De Lubac, Péguy, Claudel o Von Balthasar, por otro.
Según Fernando de Haro, las consecuencias del pensamiento de Giussani llevan a un modelo político «que fomente la primacía de la sociedad, no del individuo aislado, respecto al Estado; una política que abra espacios a la cultura de la responsabilidad». Por eso, y en medio del ambiente agitado del postconcilio y de las protestas universitarias de finales de los años 60, el nombre definitivo del movimiento de Giussani será Comunión y Liberación: la libertad se alcanza mediante la comunión, no mediante la revolución o la inversión de los valores. Así pues, es la adaptación asertiva a los acontecimientos lo que va forjando el desenvolvimiento de esta asociación, cuyo asentamiento canónico tardará tiempo —no es una prioridad para Giussani, desde luego— y se resolverá a comienzos del pontificado de Juan Pablo II.
Y será este papa polaco, junto con Montini y con Ratzinger, los personajes que, según el relato de Fernando de Haro, más sintonía mostrarán con el movimiento de Giussani. En este sentido, y además de los pasajes dedicados al enraizamiento de CL en España —mención destacada para la familia Oriol y la editorial Encuentro—, a los Memores Domini y a diversas iniciativas más —junto con la relevancia que se otorga a la Carta a Diogneto (s. II)—, resalta la figura de Julián Carrón, sucesor de Giussani al frente de CL y al que se dedican reiterados elogios —de boca del propio Giussani— conforme el libro llega al final. Algo que hoy se puede entender mucho mejor, aunque sea de modo implícito. Asimismo, esta semblanza biográfica del carismático fundador de CL está repleta de anécdotas y momentos en que se observa la personalidad de Giussani, sus rasgos más netos, su magnetismo, sus idas y venidas en bicicleta, aparte de viajes en tren y alguno en avión.