Fundado en 1910

Portada de «La cosmovisión de los grandes creadores de la ciencia moderna» de Juan Arana (ed.)Tecnos

La cosmovisión de los grandes creadores de la ciencia moderna

Uno de los momentos revolucionarios de la historia humana: la aparición de la ciencia natural moderna. Este proyecto colectivo editado por Juan Arana cartografía biográficamente la evolución de la ciencia moderna a partir de sus grandes protagonistas

Gracias al patronazgo de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y el saber hacer de Juan Arana como aglutinador de unas decenas de autores, la editorial Tecnos ha publicado en los últimos años cuatro volúmenes colectivos sobre las grandes cosmovisiones de los científicos modernos. Dedicado a los siglos XVI y XVII, La cosmovisión de los grandes creadores de la ciencia moderna viene a sumarse a los trabajos sobre los grandes científicos en otros tres períodos históricos: la Ilustración, el siglo XIX y el siglo XX. Paradójicamente este viaje se cierra por el inicio, quizá con esa idea kafkiana de que partir es la auténtica meta.

El objetivo original de este proyecto fue cartografiar biográficamente la evolución de la ciencia moderna a lo largo de los siglos a partir de sus grandes protagonistas. Por esa razón, cada ejemplar se ha convertido en el particular quién es quién de ciencia a través de la vida y pensamiento de las mentes más lúcidas y geniales de cada tiempo estudiado. En el fondo, Arana y sus compañeros han tratado de sacar fuera de los círculos especializados el conocimiento más actual sobre un período fundacional para la ciencia moderna.

tecnos / 468 págs.

La cosmovisión de los grandes creadores de la ciencia moderna

Juan Arana (ed.)

La cosmovisión de los grandes creadores de la ciencia moderna se centra en uno de los momentos auténticamente revolucionarios de la historia humana: la aparición de la ciencia natural moderna. Durante los siglos XVI y XVII se produjo la transformación de la realidad tal y como se conocía hasta la fecha. Con total seguridad, la inmensa mayoría de la población no se estaba dando cuenta de ello, sin embargo, nada iba a volver a ser igual. Esta revolución científica, en realidad, encerraba dos revoluciones que se ligaron entre sí para cambiar la mirada hacia el mundo y el universo. Por un lado, nos encontramos con la revolución de Copérnico con sus nuevos presupuestos sobre el universo y, por otro, la revolución mecanicista, que favoreció una comprensión diferente de los procesos naturales. Más allá de los grandes nombres, piensen en el mencionado Copérnico, o en Galileo y Newton, esta obra recoge las biografías de treinta y cinco científicos que forman parte de una herencia común europea. Entre el Renacimiento y el Barroco, una serie de figuras de primer nivel crearon nuevas disciplinas y desarrollaron las ya existentes para poder entender mejor la estructura y funcionamiento del universo físico en el que nos movemos con las turbulencias debidas.

En estas páginas se dan cita hombres y mujeres que intentaron ensanchar el conocimiento y experimentar con la realidad como nunca se había hecho antes. Aquí se tropezarán con las peripecias de matemáticos, astrónomos, filósofos naturales, sabios e inventores, geólogos, biólogos y médicos. Cada caso es un mundo que se presenta con sumo cuidado. Por señalar algunos nombres, nos encontramos a Robert Boyle y su hipótesis mecánica, que cimentó la química moderna; a Nicolás Steno, que estableció los principios que fundaban la geología como nueva disciplina que estudiaba la tierra; las disquisiciones sobre el alma de los animales de un Gómez Pereira; las andanzas con microscópicas de Anton Van Leeuwenhoek; o, incluso, todoterrenos que quisieron saber de todo, como los casos de los extravagantes Athanasius Kircher o Paracelso.

Una lectura atenta de este libro nos permite comprender que fueron en estos dos siglos donde se comenzaron a separar filosofía y ciencia, disciplinas que habían mantenido fronteras porosas hasta la fecha. Se crearon tres tradiciones que protagonizaron el nacimiento de la ciencia moderna: la de los filósofos, los matemáticos y los médicos. En ocasiones, estas se entremezclaban con otras realidades que ya hemos expulsado del catálogo científico, como eran la alquimia, la astrología y la magia. Entre los siglos XVI y XVII, los límites de ambos mundos no siempre estaban bien delimitados. Las matemáticas aplicadas jugaron entonces un papel esencial para generar marcos que ampliasen nuestro saber. Pero, sobre todo, estas biografías demuestran que ciencia y religión no estuvieron enfrentadas.

Por muy populares que fueran, los conflictos fueron escasos y no tan significativos como se ha querido contar. El ingrediente religioso o teológico estuvo en la mayoría de estos científicos porque política, ética, filosofía y religión se interrelacionaban de tal forma que no era fácil identificar dónde terminaba un campo y comenzaba otro. Es más, estas nuevas disciplinas se convirtieron en el espacio para afianzar la libertad y tolerancia religiosa. No fue extraño ver a estos sabios en cortes de países con otra tradición religiosa y no fueron pocas las nacientes academias científicas que se convirtieron en un refugio para los disidentes religiosos. Si les interesa profundizar en los orígenes de la ciencia moderna, este es su libro.