El final del Imperio Alemán y la instauración de la República de Weimar, contados por Max Weber
Colección de ensayos y discursos de Max Weber en que se da cuenta de la actitud germana ante la guerra, la rendición en Versalles y el nuevo modo como debía funcionar Alemania… y Austria
El nombre de Max Weber (1864–1920) no resulta desconocido para quienes, llevados por alguna inquietud intelectual, han leído o escuchado algo sobre teoría política o sociológica. Una de las tesis más escuchadas de Weber es la que se expresa en su libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1905). Aún hoy, cuenta con amplio respaldo la explicación de Weber acerca de la relación entre protestantismo y desarrollo laboral y económico. Cierto que tanto su tesis —discutible— como su expresión —simplificada por muchos— merecen bastantes matices; pero aún más cierto resulta que su planteamiento se ha asentado en el modo general como suele entenderse la historia y las diferencias entre los países europeos católicos —y mediterráneos— y los protestantes —y del Norte. Pero esta no es más que una de las muchas teorías de Weber, un pensador y profesor de universidad —así como inductor de corrientes políticas—, cuya vida transcurrió a lo largo del tiempo que estuvo en vigencia el II Reich alemán. Nació al final del proceso de unificación liderado por Prusia, y falleció al poco de instaurarse el régimen que hoy llamamos República de Weimar.
En este volumen se encuentran varios ensayos y discursos —según se recogen en la prensa— que Weber publicó o pronunció entre la etapa postrera de la I Guerra Mundial, la rendición tudesca, el Tratado de Versalles, y la tumultuosa transición política que traería consigo una república presidencialista —semipresidencialista, más bien— en Alemania. El interés, en consecuencia, es doble. De un lado, Weber habla justo en mitad de aquella tormenta que arramblaría con el orden imperial de los Hohenzollern. Es decir, nos está facilitando una visión en el momento en que se producían esos acontecimientos, circunstancia que nos permite comprenderlo mucho mejor. Y, por otro lado, analiza los problemas y posibles soluciones de la vida política alemana. En este sentido, se detectan algunos bandazos o una recurrente tarea de pulido acerca de asuntos de todo orden, empezando por la disyuntiva entre monarquía y república, por ejemplo.
tecnos / 266 págs.
Escritos sobre la reorganización político-constitucional de Alemania (1918-1919)
En estas páginas, Weber es testigo, por tanto, de la merma del peso germánico en el continente y en el mundo, pero también de la desaparición del autoritarismo y el paso a formas de mayor participación popular en las instituciones. El autor aborda el modo como debe entenderse el trabajo y la economía en Alemania, pero también la educación, el sufragio o la estructura territorial —debate sobre estado unitario o federal. De esta manera, la perspectiva que ofrece Weber ayuda a entender cómo la Alemania imperial —bajo la égida de Prusia, que este intelectual critica— era aún un estado y un país necesitado de mayor cohesión e identidad nacional.
Pero no sólo diserta sobre la guerra —sobre quién tiene la culpa, sobre los motivos por los que Alemania entró en la contienda que la enfrentaba a Rusia, Francia y Reino Unido, sobre un «resultado justo»—, y no sólo lleva a cabo una inspección crítica de su nación y del militarismo germano. También apunta al irredentismo tudesco, al interés por incluir a Austria dentro de Alemania. Y sobre la Sociedad de Naciones, sobre el presidente Woodrow Wilson, sobre el socialismo. Además de todo ello, Weber fue agente activo de algunos de esos cambios. Fundó un partido político, participó en los borradores de la Constitución republicana y en la Comisión alemana que debía asistir a las reuniones de las que saldría el Tratado de Versalles.
Aunque el estilo de Weber es bastante fluido y carente de retórica, conviene tener en consideración que los textos que componen esta obra se editaron como libro de manera póstuma. En concreto, la edición original que sirve de base para esta traducción española se imprimó en Tubinga en 1988. De modo que no se cuenta con una revisión final del autor. Además, si bien Tecnos suele confeccionar volúmenes de calidad —y aquí cuenta con amplio estudio preliminar a cargo del propio traductor—, en este caso hay algunos detalles que podrían haberse mejorado. De una parte, no es extraño toparse con párrafos que se extienden a lo largo de seis páginas. De otro lado, el título mismo —traslación exacta del alemán— podría haberse escogido de otra forma, tanto para una identificación más sencilla, como para captar mejor el interés del lector, pues el contenido lo merece.