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Portada de «La ronda» de Francisco Bescós

Portada de «La Ronda» de Francisco BescósReservoir Books

´La Ronda´: sangre en la M-30

Un buen ejemplo de novela negra actual, muy madrileña y muy internacional. La Ronda tiene un ritmo tan trepidante como la autopista urbana en la que sucede

La novela negra goza de una salud de hierro en España. Tal es así que llevamos tiempo con toda una generación de bestsellers autóctonos. Además, aun siendo un género con escenario extranjerizante, en el sentido de que un contexto norteamericano (o nórdico) suele gustar más que lo patrio, cada vez encontramos más autores que localizan aquí sus crímenes. Así lleva tiempo haciéndolo Francisco Bescós y así lo continúa en esta novela.

Otra consecuencia de la vitalidad del género es que haya autores conocidos por sus novelas realistas contemporáneas (lo que injustamente se llama «novela literaria», como si las otras no lo fueran) que se pasan al negro de forma temporal o definitiva por diferentes motivos, que suelen derivar en unas ventas crecientes. El caso del autor que nos ocupa no es ese, pues nos encontramos con un narrador policiaco de pura raza. Toda su ficción se ha mantenido con diversidad dentro del género y la impresión que da es que se siente muy cómodo en él.

La Ronda es además un libro muy madrileño. Muchos reconocerán en la cubierta el plano de la famosa M-30 ensangrentada. Se trata del escenario total de la novela, lo que provoca que veamos dibujados barrios, túneles y calles frecuentados a menudo, pero vistos con otros ojos. La novela baila magníficamente entre lo local y lo universal. Esos barrios periféricos, que generalmente han recibido menor atención literaria, protagonizan un escenario que llega al detalle de cafeterías, tascas y restaurantes de menú del día con conocimiento del que ha pisado mucho el terreno. A través de la novela se podría hacer una ruta culinaria de ese Madrid de barra de zinc, tal vez no muy saludable, pero con mucho encanto.

Portada de «La ronda» de Francisco Bescós

reservoir books / 440 págs.

La Ronda

Francisco Bescós

La novela comienza con unas muertes sucedidas en los alrededores de la M-30. Bescós esquiva el tópico pues no son ni misteriosas ni extravagantes. Son tan sencillas y habituales que se archivan como accidentes o resolución de cuentas. Pero ahí entra Seito, un policía nacional con ganas de rebuscar y muy mala leche. Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, lejano pero unido por ese cordón que es la autopista circular –en literatura la línea recta no tiene por qué ser la distancia más corta entre dos puntos– la inspectora O’Rourke descubre por azar otro cadáver. Es el momento en el que varios puntos se unen y la acción asciende de nivel. Lo que parecía hasta ese momento una novela policiaca de toque sociales toma velocidad hasta la trepidación, se sale de los moldes previstos y cada misterio resuelto abre otro aún más explosivo. Lo local, sin dejar de serlo, cede terreno al thriller internacional a ritmo de serie de Netflix. No me extrañaría ver el libro versionado en alguna plataforma.

Siendo un thriller internacional con sede en Madrid, La Ronda tiene el mérito de no caer en ninguno de los lugares comunes que el mundo audiovisual nos tiene acostumbrados. Bescós esquiva los tópicos con elegancia de patinador y pienso que puede ser porque sus fuentes nos son mucho más cercanas. Hay dos características de este libro y de otros del autor que lo hacen muy personal: el interés en la clase popular y el uso constante pero sutil del humor. Si seguimos uniendo puntos, esas dos características me recuerdan a la novela picaresca. Un género atemporal y tan versátil que su corazón profundo permite el desarrollo en los más variados escenarios. En el caso de La Ronda, le aporta ese toque castizo y un sentido del humor que aparece tanto en diálogos como en situaciones y está perfectamente administrado frente a los momentos de acción, de tal modo de sirven de rico contrapeso para mantener el ritmo narrativo en su justa medida.

Hay mucho que decir a favor de La Ronda y además de lo dicho me gustaría destacar la estructura narrativa tan sólida y a la vez grácil. Las historias individuales terminan confluyendo en un crescendo de acción hasta llegar a la traca final en varios tiempos. Terminar bien una novela, cumpliendo expectativas, manteniendo la tensión, dejando al lector satisfecho que no empachado… es una de las piedras de toque de los grandes narradores, y Bescós lo ha hecho aquí magníficamente.

Este libro es de lectura obligada para el lector a la novela negra. No puede dejar pasar escapar esta oportunidad. Y para el no lector del género, puede ser un buen modo de introducirse en este tan actual y, gracias a autores como Bescós, tan nuestro.

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