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Portada de «Allí donde se queman libros» de Gaizka Fernández Soldevilla y Juan Francisco López

Portada de «Allí donde se queman libros» de Gaizka Fernández Soldevilla y Juan Francisco LópezTecnos

'Allí donde se queman libros': la violencia contra las librerías

Los historiadores Gaizka Fernández Soldevilla y Juan Francisco López publican un estudio sobre los ataques políticos a estos establecimientos entre 1962 y 2018

En su obra Almanzor, publicada en 1823, el poeta alemán Heinrich Heine escribió «allí donde se queman libros, se acaba quemando personas». Estas palabras no sólo traen ecos de la intolerancia de nuestros ancestros, que dejó a sus espaldas millones de libros expurgados y destruidos, sino que vaticinaban los episodios siniestros que aún estaban por venir, como la quema masiva de ejemplares «antialemanes» que llevaron a cabo los nazis, el secuestro y destrucción de manuscritos acometidos por dictaduras de corte comunista o la devastación de las bibliotecas afganas por los talibanes. También en la historia reciente de España se persiguió al libro y por extensión, a las librerías y de libreros. La editorial Tecnos publica Allí donde se queman libros; la violencia política contra las librerías (1962-2018), una investigación de los historiadores Gaizka Fernández Soldevilla y Juan Francisco López en la que se lleva a cabo análisis profundo y riguroso de más de 50 años de bibliofobia violenta en España.

«Instrumento fundamental para plasmar, conservar y transmitir los frutos de nuestra imaginación, de nuestra reflexión y conocimiento, (…) el poder del libro nunca fue ignorado por las élites, que lo veían como una herramienta de propaganda pero también una potencial amenaza para su posición y statu quo». Intolerantes de todas las épocas e índoles han considerado el libro un arma peligrosa. Las consecuencias más dramáticas de este odio no sólo ha sido la destrucción de millones de obras, sino el hostigamiento y persecución de quienes las escribían, enseñaban, prestaban, distribuían o leían. Allí donde se queman libros se ocupa de analizar una parte del fenómeno: los más de doscientos ataques a las librerías que se dieron entre los años 1962 y 2018 en nuestro país. Cócteles molotov, incendios, amenazas y asaltos que buscaban la extinción de las ideas, la notoriedad de los perpetradores o el miedo.

La primera parte del estudio se centra en la violencia ejercida por la extrema derecha contra el mundo del libro entre la crisis terminal del Franquismo y la Primera Transición. Durante el Franquismo, no pocas librerías se convirtieron en refugio de la oposición: en ellas se podían encontrar libros que conseguían burlar la censura y servían de lugar de reunión y organización a la disidencia. Los ataques de radicales a estos establecimientos respondían a las estrategias que desplegaron para impedir en la medida de lo posible la descomposición de la dictadura, amedrentar a los militantes de izquierdas y, por último, obstaculizar el advenimiento de la democracia. Algunos de estos atentados, obra de grupos poco estructurados y que casi siempre se acogían a siglas de conveniencia, también fueron una forma de responder a la violencia ejercida por organizaciones terroristas como ETA, el FRAP o los GRAPO, incrementando así el altísimo nivel de violencia que se desencadenó entre los años 1973 y 1978 (y que luego no haría más que crecer).

Portada de «Allí donde se queman libros» de Gaizka Fernández Soldevilla y Juan Francisco López

Tecnos / 261 págs.

Allí donde se queman libros

Gaizka Fernández Soldevilla y Juan Francisco López

El otro gran responsable del acoso a las librerías y al mundo de la cultura fue el nacionalismo radical vasco, al que los autores dedican casi mayoritariamente la segunda parte del libro. Los atentados contra librerías fueron una de las muchas formas de coerción e intimidación que ETA y sus grupúsculos afines adoptaron. Fernández Soldevilla y López Pérez detallan el calvario sufrido por la Librería Lagun en San Sebastián. Atacada por los Guerrilleros de Cristo Rey en las postrimerías del franquismo, sufrirá ataques del nacionalismo vasco radical: un comando etarra disparó en la cara a uno de los dueños después de años de hostigamiento. La librería tuvo que desplazarse a otro local, pero continuó con la actividad, como Tres i Cuatre (Valencia), Rafael Alberti o Antonio Machado (Madrid), también aludidas en el ensayo. Otras tuvieron que cerrar, como Minicost, que no pudo resistir el acoso prolongado y el silencio de sus vecinos.

En definitiva, estamos ante una obra que viene a traer luz a un fenómeno conocido en sus líneas generales pero escasamente abordado en los estudios académicos. Eclipsada por el terrorismo que apuntó a la eliminación de vidas humanas como práctica fundamental (con ETA como principal, aunque no único, protagonista) los ataques a las librerías tuvieron su lugar en la concatenación de atentados, represalias y contrarrepresalias que se dio en aquellos años violentísimos de nuestra Historia.

El libro cuenta con un nutrido apartado de notas que reflejan la diversidad de fuentes utilizada y una amplia bibliografía, que repasa tanto literatura específica sobre el tema abordado como temáticas vinculadas. La inclusión de fuentes orales y archivos personales hacen de la obra una lectura formativa que además, emociona y entretiene.

Fernández Soldevilla y López Pérez –Gaizka trabaja como responsable de Investigación del Centro Memorial de las víctimas del Terrorismo y Juan Francisco desarrolla el proyecto Terrorismo y violencia política en España 1960-1992– vienen, en última instancia, a otorgar un merecido reconocimiento a los libreros y amantes de los libros que fueron víctimas de quienes asientan la muerte sobre la cultura.

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