'Nicea en perspectiva trinitaria': el Concilio de Nicea y la Santísima Trinidad
Novedoso ensayo a cargo del experto Khaled Anatolios que conjuga a la perfección historia y teología, en una obra sintética y extraordinariamente esclarecedora
Si hablamos de histoire événementielle nos referimos a un tipo concreto de historia, más concretamente a aquella que estudia los acontecimientos históricos: batallas, concilios, congresos, etc. La expresión, introducida por la sociología francesa en el cambio del siglo XIX al XX, fue tomada por los fundadores de la Escuela historiográfica francesa de Annales. Uno de los fundadores de la Escuela de Annales, posiblemente el más famoso, Fernand Braudel, consideraba esta historia como una «historia política tradicional».
Si bien es cierto que la historia no puede configurarse mediante un surtido de grandes eventos, sino que es fundamental entender y profundizar en los largos procesos históricos en los que estos se producen, no es menos cierto que es igual de necesario conocer esos grandes eventos. De hecho, no solo necesario: resulta igual de fundamental. La Dieta de Worms, el Concilio de Trento, el Tratado de Utrecht, el Congreso de Viena, la Crisis de Agadir, la Conferencia de Yalta, los Acuerdos de Camp David y un largo etcétera. Los grandes eventos no son otra cosa que la consecuencia de largos procesos, y que a su vez, son el origen de otros procesos que van a dar en otros eventos. El Concilio de Nicea de 325 es uno de esos eventos fundamentales que, como consecuencia de toda una serie de procesos socio-religiosos, políticos y, de manera fundamental, teológicos, determinaron el devenir histórico humano.
Considerado el primer Concilio Ecuménico de la historia, sin contar el de Jerusalén del año 50 d.C., el de Nicea de 325 fue convocado por el emperador Constantino el Grande debido a diversas razones, entre las que se puede señalar el surgimiento de diversas corrientes dentro del cristianismo. Una, en especial, había divido más que ninguna otra a los cristianos, cuya creencia había sido declarada oficialmente religio licita («religión permitida») por el Estado romano: el arrianismo. La doctrina de Arrio se fundamentaba en la naturaleza humana de Cristo y en la negación de su naturaleza divina. Esto, que a priori parece una herejía cristológica, afectaba al núcleo de la joven teología cristiana: que fue el mismo Dios tanto el que envió a su Hijo al mundo, como el que murió y resucitó por la humanidad, como el que fue enviado al mundo tras la Ascensión, es decir, el Paráclito. Era el momento de establecer los fundamentos de la teología cristiana: la Trinidad.
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Nicea en perspectiva trinitaria
En clave histórico-teológica Khaled Anatolios, doctor en teología por el Boston College, y profesor en la University of Notre Dame, presenta «un intento esperanzado, si no quijotesco, de involucrar a los teólogos históricos y sistemáticos en un diálogo sobre el valor perdurable del desarrollo histórico de la doctrina trinitaria para su trabajo sistemático», o en otras palabras, una historia de lo que aconteció teológicamente en aquel hito fundamental que marcó el Concilio de Nicea de 325 y sus consecuencias en el cristianismo posterior. No es solo una obra histórica, ni tampoco una obra teológica, sino ambas cosas: un profundo ensayo historia de la teología. Ante la tentación de ver en la cuestión teológica un tema menor o sin importancia en el devenir histórico, piénsese, por ejemplo, en la bandera que del arrianismo hicieron gobernantes como el ostrogodo Teodorico desde Rávena, o el visigodo Leovigildo desde Toledo, ambos ya en el siglo VI. La cuestión, pues, que se dirimió en Nicea en el año 325, con el emperador romano y en torno a 300 obispos procedentes de todo el Imperio –y de fuera, como Juan de Persia o el godo Teófilo– fue en su época crucial, y lo es asimismo para comprender la historia posterior en su totalidad.
El volumen presenta en el primer capítulo una magnífica síntesis de la historia de la teología trinitaria en el siglo IV, donde Anatolios aborda la situación prenicena, la crisis que hizo saltar las alarmas –con la diferenciación fundamental entre ousía e hypóstasis– o cuestiones tan complejas –y tan necesarias de comprensión– como la diferenciación entre unidad de ser y unidad de voluntad. En el capítulo segundo el autor presenta un desarrollo de la doctrina trinitaria justo anterior a Nicea, donde se presentan los personajes protagonistas y sus doctrinas, como Arrio o Apolinar de Loadicea. En los capítulos tercero y cuarto el lector encontrará los principales puntos del libro, así como los principales defensores de la doctrina trinitaria con Atanasio de Alejandría y Gregorio de Nisa –donde se llega al hito doctrinal de tres Hypósteseis, una Ousía, lo que traducimos en castellano como «tres Personas, una Sustancia». En el capítulo es el De Trinitate de san Agustín el que ilustra la construcción de la teología trinitaria posterior a Nicea. Por último, en la conclusión de la obra, Anatolios expone sintéticamente el legado y alcance de la teología nicena en materia trinitaria para el cristianismo.
Resulta una obra totalmente reveladora, no solo para el estudioso de la historia de la teología trinitaria, sino para todo interesado en la evolución de la ideas religiosas y, sobre todo, para todos los cristianos que se interesen en las raíces de sus creencias.