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Portada de «Señor de su ánimo» de José María PemánHomo Legens

'Señor de su ánimo': la búsqueda de lo estable en medio de un cambio de amores, régimen y ciudad

José María Pemán escribe esta novela al concluir la Guerra Civil. Su ambientación es la dictadura de Primo de Rivera y la II República. Una mujer es la gran protagonista

El nombre del gaditano José María Pemán (1897–1981) suele generar tres tipos de reacciones: la de quienes lo ensalzan con una sonrisa, la de quienes lo denuestan por sus vinculaciones políticas, y la de quienes no saben quién fue —esta impresión se da, básicamente, en las generaciones más jóvenes, incluso entre muchos que estudiaron EGB, BUP, COU. Algunos sabrán que estamos hablando de un miembro de la Asociación Católica de Propagandistas, colaborador de El Debate (1924–1936) por decisión directa de Ángel Herrera Oria, y miembro del parlamento español en tres regímenes diferentes: la dictadura de Primo de Rivera, la II República, el franquismo. Pemán fue prolijo autor: novelista, poeta, dramaturgo, ensayista y también guionista de una treintena de producciones de cine o televisión.

En cierto modo, esta edición de Señor de su ánimo —con un entusiasta, cariñoso y denodado prólogo de Enrique García–Máiquez, a quien cabría considerar casi paisano de Pemán— puede suplir, por una parte, las deficiencias que se dan dentro de cada una de estas tres recepciones más habituales. Un libro que, si bien no fascinará a quienes se sitúan lejos de las convicciones de Pemán, permite ayudar a conocer mejor su obra, su modo de escribir, su tiempo y la naturaleza de la manera que él tenía de entender el mundo, la sociedad, la familia, España, e incluso el temple del alma —algo de eso atañe al título. Asimismo, hay que tener en cuenta que esta es la tercera vez que se publica Señor de su ánimo, pues la primera fue en 1943 y la segunda en 1948.

Nos encontramos ante una novela cuya extensión concuerda con lo que se pretende —o se pretendía— que es el género: una narración que va desarrollándose a través de diferentes episodios, momentos, avatares y cambios de guión, y en la cual aparecen y vuelven a aparecer situaciones, problemas, personajes, lugares. En este caso, la novela —escrita después de la Guerra Civil— sirve para trasladar no sólo una trama, sino mucho más. La trama nos presenta a Patricia, a quien vemos en las primeras páginas con un novio cuya relación concluye. Si bien cada cual tendrá un camino diferente, van a mantener el contacto, en especial tras la boda de Patricia. El contraste entre aquel novio y quien será su marido es interesante: un político (diplomático) y un militar (leal a la monarquía). El contraste se agudiza cuando nos relata Pemán el modo como Patricia y el militar se conocen y enamoran. El tiempo en que Pemán ubica a sus personajes resulta aún más deliberado: desde lo que parece la «feliz» dictadura de Primo de Rivera y el fuerte protagonismo de los militares —el escritor gaditano nos desplaza de Madrid a Tetuán, y luego a Roma, Londres y París— hasta la República —de nuevo Madrid, pero también Extremadura—, cuyo final puede atisbarse cuando el marido de Patricia le dice que volverá a vestir de uniforme.

homo legens / 380 págs.

Señor de su ánimo

José María Pemán

Es obvio que esta novela transpone el «relato» de un sector social y político al que solemos etiquetar con facilidad, pero al que escuchamos quizá poco, con independencia de que podamos o no compartir su perspectiva. Nos referimos a quienes vibran con instituciones como la Corona y el Ejército, y confían poco en la verborrea electoralista y los vaivenes en el gobierno. Personas amantes del paisaje, las tradiciones y los cambios suaves. Por eso, en estas páginas abundan los ambientes agradables, maderas pulidas, delicados olores, formas caballerosas, coches de lujo; mezclado todo ello con otros ingredientes, pero evitando todo exceso —Pemán ofrece, además, una prosa ecléctica y dúctil, de sencilla lectura—. Se añaden los suficientes matices; por ejemplo, el marido de Patricia es hombre culto, pues habla idiomas y lee libros de arqueología.

En todo caso, el narrador viene a resumir en estas líneas su manera de observar la vida y el mundo: «Sintieron los esposos el abandonar Italia como con un íntimo recelo de la fragilidad de todas las cosas perfectas. Aquella felicidad plena de que disfrutaban les parecía estar expuesta como un niño al más leve cambio de clima y ambiente. Atravesaron la Europa feliz, liberal y confiada de 1929 y, efectivamente, al llegar a Londres, con el cielo, se encapotó y nubló un poco aquella descuidada alegría de la pareja. Las noticias de España empezaban a ser poco tranquilizadoras». Aquellas noticias no eran otras que el declive de la Dictadura.

Sin embargo, Señor de su ánimo permite más registros de interpretación. Por un lado, el título alude, como antes decíamos, al temple del alma, a cuestiones relacionadas con el deber, el honor, la disposición a entender y llevar a cabo en cada momento lo que ha de hacerse. Por otro lado, y como recalca en el prólogo García–Máiquez (pp. 19 y 20), esta es una novela en la que el amor constituye un tema esencial. El amor se aborda en un rico elenco que va desde noviazgos mal planteados, amores antiguos —que no renuncian a la reconquista o no sé sabe qué—, hasta el matrimonio. Y, por supuesto, intensos enamoramientos o relaciones íntimas en que el «me gustas» siempre será más fuerte que el «te quiero».