'La canción del verdugo': un gran libro de psicología criminal
Mailer relata con prosa magistral el caso criminal que conmovió a la sociedad americana de los años setenta: un asesino que exige que se aplique su condena de pena de muerte
Llevamos un tiempo en el que está de moda las ficciones sobre crímenes reales o true crime, que es más sintético aunque menos español. Desde los orígenes de la cultura de masas nos ha fascinado la crueldad, el sadismo y la maldad humana. Ahí tenemos a Jack el Destripador que entretuvo a la opinión pública inglesa durante años, o el crimen de Daniel Sancho en Tailandia, que ha sido la comidilla de este verano.
El horror es uno de los grandes temas literarios y los tenemos desde casi sus orígenes. Los poemas épicos tienen escenas de violencia sin límite y mucho podríamos decir de la depravación de las tragedias griegas. A los dioses y a los héroes se les podía permitir estos excesos y el propio Aristóteles defendió la función social de esa violencia ficcional.
Este año se ha cumplido el centenario del nacimiento de Norman Mailer. Uno de los grandes autores del llamado «nuevo periodismo» que ahora entraría dentro del conglomerado de la no ficción narrativa. Me da la sensación de que la fecha ha quedado algo diluida. Hay quien dice que las extravagancias de Mailer, aplaudidas en su momento por la progresía americana, son ahora motivo de cancelación o de difuminación al menos. Cierto es que Mailer ha quedado marcado como gurú de una contracultura sesentera que hoy se queda un poco anticuada, pero por sus obras merece la pena ser recordado y rememorado.
anagrama / 576 págs.
La canción del verdugo
La canción del verdugo es uno de sus libros que a mi juicio menos ha envejecido. Y diría incluso que todo lo contrario, por calidad literaria y por motivos temáticos me parece de completa actualidad. Por eso me sorprende que sea tan difícil de encontrar en librerías. La novela, Mailer la denominó una «true-life novel», cuenta la historia de Gary Gilmore, un delincuente que tras salir de la cárcel asesina a dos personas en dos días consecutivos, sin motivación ninguna. Tras su arresto admite los crímenes y pide que se le aplique la pena de muerte. El libro llega hasta sus últimos momentos de vida.
En su momento leí la novela por necesidad y sin demasiadas expectativas. Personalmente este género no me fascina y sus más de quinientas páginas se me antojaban bastante pesadas. Fue, sin embargo, una de las lecturas que más disfruté de esa época. Mailer tiene un estilo de escritura seco y directo, frío y agudo como florete. Tiene además el don de desaparecer completamente de la escena. Ese estilo tan periodístico le deja al lector todo el campo abierto para que pueda centrarse en el relato sin interpretaciones, divagaciones o excursos. Todo lo que cuenta es lo que pasó, y afortunadamente para él tuvo muchísimo material.
La primera mitad del libro está centrado en los antecedentes de Gilmore y sus crímenes cometidos y tiene la fuerza de la crónica criminal. Pero es en la segunda parte cuando, una vez encarcelado y en espera de juicio, cuando el libro asciende a categoría de memorable. Lawrence Schiller entra en escena tras publicarse el intento de suicidio de Gilmore desde la cárcel a la vez que su novia Nicole en un tremendo pacto de muerte. El periodista y fotógrafo quiere obtener los derechos de reproducción de la historia del criminal, así como tener acceso a correspondencia y cartas, para publicar un libro y una película. La novela se convierte entonces en autoreferencial, pues ese es el material que luego utilizará Mailer para escribir el libro. Las duras negociaciones entre Gilmore y Schiller demuestran a un criminal preocupado por el modo en que su imagen quedará para la posteridad, hasta el punto de que intentó elegir al actor que le representara en el cine. Mientras tanto, sigue trabajando su imagen (con otro intento de suicidio común) tal vez emulando a un Charles Manson que aún tenía horrorizada a la sociedad tras sus crímenes en Hollywood.
El resultado final es un dibujo psicológico excepcional de un individuo que fascina por el mal que encierra. Un ejemplo perfecto de que lo que en psicología se llama, de forma bastante poética, tríada oscura: cuando se une el narcisismo, el maquiavelismo y la psicopatía. La canción del verdugo no es una novela ejemplar, pero bien sabía Cervantes que las lecciones morales se pueden proponer por efecto o por defecto. Lo que puedo garantizar son unas cuantas horas de buena literatura.