'El porvenir del Viejo Mundo': repaso a la identidad y situación geopolítica e institucional de Europa
Óscar Vara despliega una visión histórica y pausada y advierte de los peligros internos de la Unión Europea, de las derivas autoritarias, y también de los problemas que le plantean China, Turquía y Rusia
¿Es lo mismo Europa que la Unión Europea? ¿Es esta Unión Europea, presidida por la señora Von der Leyen, la misma que planearon Adenauer, De Gasperi y Schuman? ¿Existe una identidad europea, y debería influir en su configuración institucional y en su lugar en el mundo? Son preguntas que a veces nos pueden venir a la mente, y también que forman parte, aunque sea de manera implícita, del libro El porvenir del Viejo Mundo, obra de Óscar Vara, profesor en las universidades Autónoma de Madrid, Rey Juan Carlos y San Pablo CEU. Se trata de un volumen más bien descriptivo y caracterizado por una visión bastante contrapesada; ejemplo de ello es el tono como se refiere al presidente Donald Trump, exento de elogios o críticas predeterminadas.
Esta pauta es constante a lo largo de los casi tres centenares de páginas. Su autor parece no decantarse por una opción marcada, porque opta por atenerse a una enumeración de datos, observaciones asépticas y análisis que no decantan una perspectiva escorada hacia derecha o izquierda. Su asepsia, en el caso de la narración de la política exterior española y sus imbricaciones marroquís, puede exasperar a más de un lector, deseoso de que tome partido.
ariel / 288 págs.
El porvenir del Viejo Mundo
Su defensa de la identidad no conlleva un conflicto entre la identidad nacional y la europea, y, al mismo tiempo, advierte de los riesgos de las llamadas «políticas identitarias». Mientras que recela de los auges populistas, a un extremo y otro, reconoce que las propias imperfecciones del sistema liberal y de la economía de mercado han servido de pábulo para estas reacciones. Da la impresión de que el autor aspira, por medio de un entorno económico estable, a asentar principios y criterios de mayor calado, sin casarse con ninguna elección política concreta. Incluso dedica un capítulo a repasar la historia de Europa, con un aire de lamento por la ruptura de la unidad cristiana que implicó la Modernidad. En este punto, el autor cita a Zubiri para remarcar que la identidad viene dada por la tradición.
De igual modo, si bien podría colegirse que el profesor Vara critica por demasiado blanda la política europea, también recalca que una geopolítica continental debe ser cada vez más cohesionada —respetando las idiosincrasias e intereses de cada nación— y no ha de dejar de lado los valores de raíz judeocristiana que constituyen la esencia europea: respeto de los derechos humanos, libertad, democracia. No han de entenderse como debilidades, sino como señales irrenunciables de identidad. Por eso también dedica varios pasajes a lamentar las derivas autócratas o autoritarias que están viviéndose en Europa: gobiernos del Viejo Continente que pisotean la neutralidad institucional y que dan carta blanca a todo tipo de arbitrariedades.
El lector es consciente de que algunos gobiernos, so pretexto de necesidad nacional o «convivencia», han tomado el camino de la usurpación de funciones del poder judicial y consagran desde el poder ejecutivo la impunidad de sus socios parlamentarios. Como dice Óscar Vara, «las iniciativas legislativas orientadas a limitar la división de poderes y la representatividad de otras opciones se han convertido en estrategias habituales de estas nuevas formas de autoritarismo que suceden en países que puntúan alto en los índices de calidad democrática». En este contexto, el autor se refiere a «movimientos políticos que muestran una creciente intolerancia a admitir el derecho a existir a las ideologías alternativas, lo que se refleja en un rechazo a aceptar la victoria política del otro».
Junto con esta mirada hacia dentro, y con el mismo tono de búsqueda de realismo y equilibrio, Vara sitúa el momento actual de Europa en relación con las dos grandes potencias: China y Estados Unidos —ante la cuales una Europa unida de verdad se haría respetar mucho más. También dedica páginas a analizar la situación poco amable hacia Europa que suponen la Turquía de Erdoğan y la Rusia de Putin. En todo caso, bastantes lectores echarán en falta alguna observación de mayor dureza hacia la probable ruta «totalitaria» de la misma Unión Europea a causa de su inconmensurable producción legislativa, su creciente reglamentación en todos los órdenes: desde el medio ambiente hasta cualquier detalle de la vida profesional y personal de sus ciudadanos.