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Portada de «Una cabeza cercenada» de Iris MurdochImpedimenta

'Una cabeza cercenada': una inteligente y divertida sátira del psicoanálisis

Una novela muy intelectual y muy de enredo, que nos muestra a unos personajes enredados al vaivén de sus emociones más primarias, y sus consecuencias.

La editorial Impedimenta está haciendo un esfuerzo por recuperar para los lectores españoles a una autora de primera fila como solo una buena editorial puede hacerlo: con nuevas traducciones y, sin prisa pero sin pausa, atreviéndose con gran parte de su obra. Una cabeza cercenada es la séptima novela que publica de Iris Murdoch, por lo que me atrevería a decir que los lectores está respondiendo afirmativamente a esta apuesta. Me alegro por la editorial y por nosotros, pues gracias a ella tenemos a una autora importante con traducciones frescas y actuales. Porque las traducciones son lamentablemente objetos con cierta obsolescencia programada. Aunque nunca llegan a caducar, envejecen mucho más que la obra original. En consecuencia, las editoriales tienen la loable función no solo de descubrir nuevas voces literarias y mantener las existentes, sino también de actualizar convenientemente el gran corpus de los clásicos.

Una cabeza cercenada mantiene uno de los grandes aspectos temáticos de la autora irlandesa: el amor, la fidelidad y el matrimonio. Pero a diferencia de otras novelas suyas, aquí parece divertirse con la historia que cuenta. De hecho, se considera su obra más cómica, teniendo en cuenta el sentido del humor que puede tener una especialista en Sartre. El resultado es una novela con una trama que tiene cierto aire folletinesco que la hace encajar en los patrones de la comedia de enredo, si bien se aleja de la misma por su sensibilidad psicológica.

impedimenta / 262 págs.

Una cabeza cercenada

Iris Murdoch

El protagonista de esta novela, que toma a su vez la voz del narrador, es el cuarentón Martin Lynch-Gibbon. Al principio de la novela muestra su vida «granburguesa» en su sentido más literal: su trabajo no le entusiasma pero le permite llevar una existencia acomodada y casi lujosa; su sofisticada mujer tampoco pero le resuelve todas sus necesidades sociales y las otras las suple con su joven y atractiva amante que por supuesto tampoco le hace perder la razón. Martin está muy a gusto con la vida que tiene, hasta que todo se desmorona y pierde mujer, amante y otras muchas comodidades que me dejo fuera para no chafar la lectura.

Pero si es una farsa aparentemente frívola, no lo es solo por los enredos amorosos que describe, sino por la sátira hacia la ideología que sustenta toda la trama. El agente provocador del caos en la vida tranquila de Martin es el psicoanalista y amigo familiar Palmer Anderson que trata a muchos de los personajes del libro y logra que todos rijan sus acciones según la búsqueda absoluta de un amor de inspiración freudiana. El caos emocional, como el lector entenderá, es total. Encontramos así todo tipo de represiones y pulsiones, extravagancias y tabúes que incluso hoy escandalizarían al menos pacato, pero salvado narrativamente gracias al tono satírico y a la distancia que el lector no puede dejar de tener hacia estos personajes.

Algo característico de las novelas de Murdoch es la alta extracción social de sus personajes que deriva en un desinterés absoluto hacia lo pragmático por unas necesidades básicas que están sobradamente cubiertas. Atendiendo a la jerarquía de las necesidades de Maslow (su famosa pirámide), en otras novelas suyas sus personajes tienden a la filosofía y al enriquecimiento espiritual. En esta, ironizando con el título, andan como pollos sin cabeza. Los personajes de esta novela buscan el amor por encima de todo, gracias a que están satisfechos con todo lo demás. Afortunadamente para ellos no hay hijos que compliquen la trama, por lo que las parejas se hacen y se deshacen sin ningún trauma aparente. El protagonista Martin intenta estar a la altura de las circunstancias y se convierte en una hoja que se mueve según el último viento afectivo con el que se cruza.

Para la autora, parece que el uso del psicoanálisis como rector de las emociones solo puede ser tratado con el tono cómico. Pero que no se me malinterprete, Una cabeza cercenada no es una obra menor de Murdoch, ni mucho menos superficial. En sus páginas seguimos viendo a esa autora con tanta inteligencia, de la narrativa y de la otra, que nos sorprendió desde el principio.