Fundado en 1910

Portada de «Europa a oscuras» de Ismael HerráizAtlas

'Europa a oscuras': crónicas de la II Guerra Mundial de un falangista que deplora el racismo nazi

Con un estilo suelto y bien trabado, con una mirada aguda, a veces conmovida y a veces socarrona, Ismael Herráiz narra la evacuación inglesa de Dunkerque, los bombardeos ingleses sobre Alemania y la vida cotidiana de una Europa sometida al yugo hitleriano

El periodismo está repleto de parcialidades. En esta misma sección comentábamos el caso del inglés Henry Buckley y su Vida y muerte de la República Española. Ahora aparece un vídeo, de hace un tiempo, en que una comunista —que hoy ha alcanzado un ministerio— discute con Francisco José Contreras para negar la condición criminal de Lenin; el argumento de la comunista consiste en emplazar al catedrático Contreras a la lectura de Diez días que conmovieron al mundo, del militante comunista John Reed, que falleció de tifus en Moscú en 1920 y fue enterrado en el Kremlin. La parcialidad de estos periodistas no les resta valor, pues, situados en su contexto, ayudan a entender mejor ciertos hechos y, sobre todo, determinados procesos de propaganda, o la manera como se digería entonces una serie de acontecimientos que hoy evaluamos con otros matices y perspectivas. Asimismo, la mera calidad de esos textos permite que merezca la pena leerlos. Con las diferencias que sean necesarias, podemos añadir a este grupo al falangista Ismael Herráiz (1913-1969), que publicó dos libros de crónicas sobre la II Guerra Mundial, aparte de otros títulos.

Herráiz, además de trabajar para Radio Nacional de España o La Vanguardia [española], es conocido, principalmente, por haber ocupado los cargos de redactor jefe, subdirector y director del diario Arriba, cabecera fundada por José Antonio Primo de Rivera —aunque en su primera etapa fue un semanario— y órgano de la Falange. También escribió en la gubernamental Revista de Estudios Políticos —entre 1946 y 1949—, editada por el Instituto de Estudios Políticos (hoy Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, adscrito a Presidencia del Gobierno). Esta circunstancia facilita la comprensión de la obra de Herráiz: su orientación política es nítida, pero su labor periodística sobrepuja a su sesgo y permite, por una parte, ofrecer un estilo de redacción fluido, suelto, agradable —a veces cae en lo coloquial, y en otros momentos asciende con léxico o sintaxis de elegante factura; puede ser agudo, ingenioso e incluso socarrón. Por otra parte, su testimonio aporta datos y enfoques enjundiosos, especialmente, cuando es patente su favoritismo o sus prejuicios. Por ejemplo, en el prólogo de Europa a oscuras, lamenta el ultrajante final de Mussolini y espera que la historia «habrá … de presentarlo ejemplarmente a la posteridad y a la gloria».

atlas / 334 págs.

Europa a oscuras

Ismael Herráiz

Los dos libros más conocidos de Herráiz son Italia fuera de combate (1944) y Europa a oscuras, salido de imprenta casi en el preciso momento que el III Reich desaparecía bajo los tanques soviéticos y mediante la rendición incondicional que aceptó el almirante Karl Dönitz. El volumen Italia fuera de combate logró un éxito rotundo, y en cuestión de un año se reeditó veinte veces con las necesarias adiciones. Relata, de manera trepidante, perspicaz y sugestiva, el desmoronamiento del régimen fascista y el nuevo derrotero de Italia en una guerra en que alemanes y Aliados ocupaban sendas mitades del país. Por su lado, Europa a oscuras se construye a base de capítulos más o menos inconexos entre sí, pero que se hilvanan por el mero hecho de formar parte de diversos momentos o facetas de la II Guerra Mundial. De manera que, en unas páginas nos habla de la evacuación de Dunkerque y en otras describe quién es Tito, o cuál es la suerte de Transilvania o Croacia. Quizá este factor explique que sólo se reeditara una vez; quienes deseen leer esta obra deberán acudir a los restos que quedan de las dos tiradas de 1945, publicadas en rústica, en papel intonso y disponibles a buen precio en segunda mano.

Bastantes pasajes ofrecen lectura amena. Fue el único periodista español que vivió en directo muchos de los sucesos más destacables de aquella contienda brutal y apocalíptica. Narra sin morbo, pero sin edulcorar ni ahorrar los horrores que presencia. Muestra simpatía hacia ambos bandos —con una creciente indiferencia ideológica— y preocupación por los soldados españoles republicanos que son hechos prisioneros por la Wehrmacht. Nos habla de cómo Alemania, nada más aplastar a Francia, es un país sumido en las estrecheces de la economía bélica y las cartillas de racionamiento, y cuán poco tiempo tardaron los chicos de la Royal Air Force en bombardear las ciudades tudescas. Aunque quizá el capítulo que más interés nos suscite sea el dedicado a la cuestión judía.

Antes Herráiz ya ha tocado el problema religioso en Alemania —sus observaciones pueden perfilar con otros tonos cuanto hemos sabido de la deriva del catolicismo germánico. Pero en «El amarillo es un color: el paraíso de los arios», el autor aborda el grado de discriminación y opresión que padecían los judíos bajo la égida nacionalsocialista. Si bien el falangista se adhiere a las tesis que deploran el «dominio mundial» que, en su opinión, ejerce el sionismo —mediante la prensa y las finanzas—, le repugna a la política del Reich y sus delirios racistas, porque no afecta a esa minoría «plutocrática», sino a millones de inocentes. Alude poco a los campos de concentración —la fecha en que se redactan sus crónicas no es la nuestra; le faltaba algo de distancia y criterio—, como es el caso del entonces recién liberado Buchenwald: «El mundo entero ha conocido con pelos y señales los crímenes del misterioso campo de Buchenwald». Según Herráiz, el racismo supone una actitud de «furia antihistórica», pues niega la realidad de que la historia no es otra cosa que una «concreta colaboración de las fuerzas del espíritu en todas las razas y pueblos».