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El asesino ciego

'El Asesino Ciego': sobre la memoria y sus trampas

Atwood teje un magistral tapiz con los hilos del tiempo y la memoria como materia principal, del que resulta una novela total y multigenérica que recupera el placer por la lectura

En estas sus horas crepusculares Margaret Atwood está triunfando. Ya he mencionado en otras reseñas la capacidad de las series de revitalizar autores. Este parece ser el caso de la canadiense. En España siempre se la ha traducido, pero en ediciones de bolsillo muchas veces ceñidas al género. La serie El cuento de la criada y la editorial Salamandra han hecho su magia y ahora se ha convertido en una de las autoras mejor valoradas. Su obra está apareciendo poco a poco en fantásticas ediciones y su presencia en medios es abundante.

La fama tiene no obstante sus servidumbres y en el caso de Atwood consiste en asociarla al género especulativo. Sin ningún demerito hacia la fantasía y la ciencia ficción, ha demostrado ser una autora de un espectro mucho más amplio. En Ojos de gato, otra novela recientemente traducida, demostró que se podía enfrentarse al relato intimista, con El asesino ciego se enfrenta a la novela total y el resultado es inmejorable.

Salamandra. 2023, 615 págs

El Asesino Ciego

Margaret Atwood

Iris Chase Griffen, en los últimos años del siglo XX, es una anciana empobrecida, solitaria y algo cascarrabias. Pocos saben quién es en realidad y lo que representó en la ciudad canadiense de Port Ticonderoga, cerca de Toronto. Viendo que le queda poco por vivir, decide escribir su historia y la de su familia. Su decadente presente contrasta con el glorioso pasado, pues pertenecía por familia y por matrimonio a la alta burguesía industrial canadiense.

Se entremezclan así dos niveles narrativos, el del presente y el de un pasado que comienza a principios de siglo y avanza casi hasta el momento de la escritura. La voz de Iris es a la vez retrospectiva e introspectiva, guiándonos a través del laberinto de sus recuerdos con una mezcla de franqueza y ambigüedad. Unos recortes de prensa que se muestran en las primeras páginas de la novela nos dicen que tanto su hermana como marido e hija murieron en diferentes momentos y circunstancias, sin elementos en común salvo que fueron accidentes.

De todas las muertes familiares, la más trascendente en la historia fue la de su hermana Laura: aparentemente perdió el control del coche y cayó desde un puente en construcción, lo que hizo valorar el suicidio. Al poco de su muerte, Iris encuentra entre sus cosas el manuscrito de una novela titulada precisamente El asesino ciego. La publica y se convierte en un éxito absoluto. La única novela de Laura, de corte especulativo, la convierte en una autora de culto en todo el país.

El testimonio de Iris intercala, como si la releyera en ese momento, la novela de su hermana, y muestra interesantes paralelismos entre la vida real y la ficcional, creando un espejo más en este relato tan caleidoscópico. Lentamente vamos viendo que la realidad no es tan evidente como se nos quiere mostrar. Las diferentes capas de la memoria se descubren con la precisión que solo una gran narradora puede alcanzar.

El Asesino ciego se publicó originariamente en el 2000 y tiene muchos paralelismos con una de las grandes novelas de este año, Fortuna, de Díaz Hernán. Ambas se centran en el primer tercio del siglo XX con los felices años veinte, la Gran Depresión y las Guerras Mundiales de por medio. Describen además la situación de grandes familias industriales americanas y el modo en el que se enfrentaron a una situación económica tan cambiante. Si esto no es suficiente, las dos novelas encierran a su vez a otra novela dentro, que viene a ser la clave de un misterio que será desvelado al final y marcará el tono del libro. Por último, se podría mencionar el protagonismo de un personaje femenino excepcional. Al mostrar estas similitudes no pretendo más que sugerir su lectura a quienes hayan podido disfrutar con la de Hernán, siendo las dos excelentes novelas.

El asesino ciego es un librazo para disfrutar con tiempo y paciencia. Tiene el don de las grandes narraciones que poco a poco atrapan y solo te abandonan con dificultad. La única exigencia que tiene es la falta de precipitación: un libro para las Navidades o tal vez para las semanas que siguientes.