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Portada de Ben-Hur

Narración ambientada en los tiempos de Cristo y que mezcla exotismo con delicadeza del alma y una trama muy entretenida

La novela que comienza con los reyes magos y en la que un aristócrata judío se convierte en galeote, salva la vida al comandante de la flota romana, vence en una trepidante carrera de cuadrigas, y se reencuentra con su madre y hermana tras un penoso cautiverio

Dentro del género que se conoce como literatura de temática histórica –novela histórica en sentido amplio– hay un subgénero cuyo tono se caracteriza por recrear el cristianismo primitivo. Una parte muy significativa de estas narraciones cabe catalogarse como novela decimonónica –con cierto influjo o herencia romántica–, en especial obras como Quo vadis?, del polaco Henryk Sienkiewicz; Fabiola: la Iglesia de las catacumbas, del cardenal Nicholas Wiseman; o incluso Los últimos días de Pompeya, de Edward Bulwer Lytton. Hay amor, persecuciones y martirio, y un retrato de Roma en que se mezcla su majestuosidad imponente con la decadencia moral. A este tipo de novelas le han seguido algunas que, de una manera o de otra, pueden asemejarse, como las de Mika Waltari, por su ambientación y el modo como se aproximan al mundo antiguo. El cine las ha tomado como base para largometrajes, y ha ayudado a generar en la cultura colectiva una curiosa familiaridad con aquellos tiempos, aunque a veces adolezca de falta de rigor histórico. De este modo, el Nerón interpretado por Peter Ustinov es el que nos viene a la cabeza cuando leemos el nombre de ese emperador; a todo tirano narcisista de nuestros días lo igualamos con él, ataviado de toga púrpura con bordes áureos, una lira entre sus manos y un pequeño frasco para las lágrimas. Sin duda, una de las obras cimeras de este género es Ben–Hur, cuyas versiones cinematográficas de 1925 y 1959 constituyen también una cima del séptimo arte.

Edhasa (2012), 648 pags

Ben–Hur. Una historia de los tiempos de Cristo

Lewis Wallace

Lo más habitual es que el lector que se acerque a este libro ya haya visto varias veces la versión protagonizada por Charlton Heston. En ese caso, le conviene precaverse, porque las tramas contienen suficientes divergencias, aparte de las distancias que separan el tono de la novela y de la película. Sí: aquí se narra la batalla naval en la que Judá salva la vida al comandante de la flota Quinto Arrio, y también la carrera de cuadrigas, y el reencuentro de Judá con su madre y hermana tras un penoso cautiverio. Pero la relación con Mesala es algo diferente, aunque la película recoja parte de sus diálogos originales. Y la atención que se presta en el libro a los magos Gaspar, Melchor y Baltasar es mucho más amplia. Porque la novela se recrea en el evocador exotismo, en los detalles, en las cualidades de muchos personajes, y en una atmósfera de sensibilidad cristiana, de búsqueda de delicadeza del alma –siendo galeote, Judá pedirá que, de vez en cuando, le cambien de lugar en el buque por un motivo que expresa bien estas sutilezas y esmeros. Ese es quizá el aspecto más definitorio de la novela, cuyo desenlace remata el ansia de volverse a encontrar con el supuesto candor del cristianismo primitivo. El aire idealizado es un reflejo de los valores que aún animaban a la sociedad cristiana del momento en que Lewis Wallace publicó Ben–Hur (1880).

La novela fue un éxito desde el momento en que estuvo al alcance de los lectores. Y a lo largo de casi medio siglo fue la novela más vendida en los Estados Unidos. Su extensión, su estilo, la tersura de sus descripciones, el desarrollo de su trama, lo entretenido y ameno que resulta el libro… son varios de los motivos que explican su excelente acogida, y el impacto que ha tenido en nuestra manera de imaginarnos el tiempo en que vivió Cristo e, incluso, la antigua época romana. España no ha sido ajena al fenómeno: ha habido un centenar y medio de ediciones en nuestro país –la más popular quizá, la traducción de Juan Novella Domingo en Aguilar (1961), reeditada en numerosas ocasiones. Antes de la Guerra Civil se registran nueve ediciones, la mitad de las cuales son de Saturnino Calleja, primera traducción al español. Entre 1939 y el estreno del largometraje dirigido por William Wyler –el Ben–Hur de Charlton Heston– hubo quince ediciones de la novela. Es decir: la película provocó que el libro se volviera a publicar en España, con meticulosas traducciones, en una proporción muy superior a como se hacía antes, pues el 83 % de las ediciones son posteriores a 1959.