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El Rey Leovigildo

El Rey LeovigildoReal Academia de la Historia

Leovigildo, el rey visigodo que conquistó Hispania

En la nueva obra de José Soto Chica se encuentra la construcción histórica de un personaje casi increíble si las fuentes escritas no hubieran dejado testimonio de sus hazañas. Una biografía fundamental del monarca

«Mató a todos los que acostumbraban a asesinar a los reyes sin dejar de ellos a ninguno que orinase contra la pared». Esta es una de esas frases que pueden catalogarse como lapidaria. Aunque no es del autor del libro que aquí nos ocupa. Sin embargo es de Gregorio de Tours, uno de los autores de los que sí se ocupa el autor del libro que reseñamos, y una de sus principales fuentes documentales. En realidad tampoco está muy claro si el de Tours hacía referencia a que el susodicho no dejó vivo a ningún una «matarreyes» (si e permiten la palabra), o a ningún conspirador varón… Este obispo y cronista galorromano del siglo VI, contemporáneo de Leovigildo, enuncia con esta breve y lapidaria frase el largo y sangriento proceso que tuvo que llevar a cabo el visigodo a su llegada a Toletum, enviado por su hermano Liuva, a la sazón monarca de los visigodos con sede en la Narbonense (en el sureste de la Galia). Allí lo esperaba Gosvinta, la noble visigoda viuda del anterior rey, Atanagildo, y una de las mujeres más poderosas y peligrosas que pisaban suelo ibérico, con la que Leovigildo habría de casarse por su propio bien. Posiblemente por la presencia de mujeres como esta, señalaba el de Tours que Leovigildo no dejó ningún conspirador «que orinase contra la pared». Dice el antiguo refrán que hay que tener cerca a los amigos, pero más cerca aún a los enemigos. Bien, pues Leovigildo llevó esa máxima hasta el paroxismo. Con lo dicho hasta aquí, resumido el juego de tronos histórico que protagonizaron Leovigildo y Gosvinta, junto a sus facciones, quedan los hechos ficticios ocurridos en el Poniente de G. R. R. Martin al nivel de patio de parvulario. ¿Y lo mejor? Que esto es Historia.

Portada de Leovigildo. Rey de los hispanos

Desperta Ferro Ediciones. 352 PÁGINAS (16 A COLOR)

Leovigildo. Rey de los hispanos

José Soto Chica

José Soto Chica nos presenta en su nueva obra Leovigildo. Rey de los hispanos (Desperta Ferro, 2023) la biografía de uno de los personajes más importantes de la historia de España. Doctor en Historia Medieval por la Universidad de Granada e investigador en el Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas de la misma universidad, Soto Chica, que ya cuenta con varios títulos exitosos publicados en tándem con la editorial Desperta Ferro Ediciones como Imperios y bárbaros. La guerra en la Edad Oscura (2019), Los visigodos. Hijos de un dios furioso (2020) o El águila y los cuervos. La caída del Imperio romano (2022), tiene muy claro que Leovigildo es uno de esos personajes históricos que no puede caer en el olvido. «Fue, verdaderamente, el rey de los hispanos. Fue un rey digno de cantares y leyendas. Un hombre de espada y lanza, pero también de ley y cultura. Y, sobre todo, fue un hombre que solo se permitió morir tras haber triunfado sobre todos sus enemigos. Un hombre así, merece ser recordado».

Leovigildo llegó a una península ibérica surcada por el hambre, la guerra, la enfermedad y la muerte. Con los cuatro jinetes de los cuatro Seres Vivientes del libro del Apocalipsis cabalgó Leovigildo hacia la corte toledana. Allí jugó sus cartas de manera magistral, y no solo salió vivo de las luchas intestinas que desangraban a la estirpe de los tervingios, sino que tuvo la fortuna o el buen tino de hacerse con el férreo cetro que los gobernaría a todos, y que los dirigiría contra los romanos de Spania (el territorio controlado por la corte imperial de Constantinopla), los poderes independientes peninsulares, como los de la Oróspeda, la rica Corduba y sus territorios aledaños o los siempre peligrosos pueblos del noroeste peninsular de Sabaria o Aregia, y contra el reino de los suevos, en el extremo noroeste. ¿Sus comienzos? Modestos, como relata Soto Chica. Un millar de experimentados guerreros montados que fueron el terror de romanos e hispanorromanos a un tiempo. Pero Leovigildo no se conformaba con una banda de leales. Su visión iba mucho más allá. Con sus sucesivas victorias contra los enemigos de los visigodos y su exitosa política de eliminación de conspiraciones y traiciones, fue aumentando su ejército paulatinamente, pues eran las victorias militares su mejor y única carta de presentación, y con él su poder político y territorial. «Ser rey de los visigodos era, al parecer, una «profesión de riesgo», afirma Soto Chica, pero Leovigildo jugó y burló ese riesgo hasta que la enfermedad lo encontró en la cama, listo para el último trance.

Leovigildo dejaba a su muerte, en 586, una península ibérica en su práctica totalidad bajo poder del Reino de Toledo, llegando su dominio hasta las mismas puertas de los que habían sido sus enemigos más enconados: los francos. Y entre medias una guerra intestina que a punto estuvo de costarle el trono y la vida a Leovigildo: la encabezada por su hijo mayor, Hermenegildo. Señala el autor que muy posiblemente fuera Gosvinta, la esposa de Leovigildo, la mano que movió los hilos, la que levantó al hijo contra su padre. Poco se puede saber, como el mismo autor reconoce. Y a este respecto cabe alabar la honradez de Soto Chica, quien ante la ocasional parquedad, incluso oscuridad, de las fuentes sobre ciertos acontecimientos, no deja de ofrecer todas las teorías conocidas señalando las que él considera más plausibles, más verosímiles, que son siempre sopesadas y confrontadas.

Los visigodos tienen mala fama en este país nuestro por muchas y muy variopintas razones –totalmente externas a ellos, dicho sea de paso– en las que no entraremos aquí. Solo diremos, ya para finalizar, que Leovigildo. Rey de los hispanos ha llegado para acabar con ellas, como hizo el rey durante su existencia con todos sus enemigos.

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