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Portada de Final de la partida

Si esto es un libro de historia

Turchin se hizo popular en 2010, cuando publicó un artículo en Nature sobre una disciplina que estaba ayudando a nacer: la cliodinámica. Ahora se enfrenta a una gran pregunta: ¿qué hace que una sociedad entre en crisis y se desmorone?

En ocasiones es imposible catalogar algún que otro libro. No se dejan clasificar con facilidad. Final de la partida es un auténtico quebradero de cabeza para librerías y bibliotecas. ¿Dónde hay que colocar un trabajo de estas características? Tampoco ayuda demasiado conocer la biografía de su autor. Peter Turchin nació y creció en la antigua Unión Soviética, se doctoró en Estados Unidos en zoología y se convirtió en profesor de Ecología y Biología Evolutiva en la Universidad de Connecticut. Había llegado a Estados Unidos unos años antes como consecuencia del exilio de su padre, un disidente soviético que tuvo que huir del país. No es el perfil que uno esperaría encontrar en la autoría de un libro de historia. Aunque quizá estas páginas no sean precisamente un trabajo historiográfico. O quizá sí. Turchin se hizo popular en 2010, cuando publicó un artículo en Nature sobre una disciplina que estaba ayudando a nacer: la cliodinámica. En aquel artículo predijo una inestabilidad política en Estados Unidos para los inicios de la década de los veinte. Él aseguró que lo había predicho gracias a modelos matemáticos que se habían construido sobre múltiples datos de unas doscientas sociedades históricas. No juguemos con las cartas marcadas. Tampoco había profetizado nada extravagante o rompedor, sin embargo, le dio publicidad.

Debate, Madrid, 2024, 368 págs.

Final de la partida

Peter Turchin

¿Qué es la cliodinámica? En síntesis, se podría definir como una disciplina innovadora que busca el modelado matemático de los procesos históricos a través de la utilización de una cantidad ingente de datos. Sus cultivadores quieren que la historia sea una ciencia fuerte, que permita encontrar patrones macrohistóricos que ayuden a explicar el auge y caída de sociedades. El resultado de estos intentos ha sido la creación de Seshat, un base de datos históricos global que toma su nombre de la antigua diosa egipcia de la sabiduría, el conocimiento y la escritura. Esta herramienta se utiliza para poder comprobar empíricamente diversas hipótesis científicas. Como siempre, sus creadores consideran que han alcanzado altas cotas de objetividad. Pero es evidente que los sesgos están ahí. Son humanos los que han generado esta estructura de información, así que habrá que evaluarlo con cautela. Tanto es así que, por estas páginas, vemos poca matemática y mucha opinión.

Turchin se enfrenta ahora a la gran pregunta: ¿qué hace que una sociedad entre en crisis y se desmorone? En el trabajo surgen algunas iluminaciones que hacen que merezca la pena leer estas páginas, aunque sea para que nuestros lugares comunes se zarandeen. El subtítulo, Élites, contraélites y el camino a la desintegración política, no engaña y nos da las claves esenciales para introducirse en esta lectura, por momentos densa. Al final, para Turchin toda crisis está relacionada con las dinámicas generadas por la estratificación social y la jerarquía establecida. Así, por ejemplo, uno de los elementos que profundizan en cualquier crisis es la sobreproducción de élites. Turchin lee el pasado y que concluye que estos procesos siempre generan un desencanto ante promesas sin cumplir. De esta forma, se incentivan contra-élites que se enfrentan al sistema y terminan por desintegrarlo. En épocas de bonanza económica, las élites pueden alcanzar consensos básicos, pese a la diversidad de intereses. Pero todo se agita cuando aparece un empobrecimiento generalizado de la población.

Turchin se pasa a la futurología y nos anuncia que Estados Unidos se encuentra tensionada de tal forma que puede estar a punto de llegar al final de la partida. También deja la puerta abierta para que suceda en Europa. Para este zoólogo metido a historiador, hay siempre un punto de no retorno que desencadena la violencia. Leer a Turchin, en definitiva, es una bocanada de aire fresco, que desafía y estimula. Final de la partida es un libro recomendable, aunque no se compartan los presupuestos iniciales. No podemos dejarnos engatusar acríticamente por esta amalgama de pretensiones cientifistas. Los patrones que se descubren aquí se parecen mucho a los sesgos que puede tener un hombre educado en el sistema soviético, que ha madurado en los Estados Unidos y que ha trabajado en la zoología. Los historiadores sabemos que el azar juega también su papel y tiene sus particularidades. Hay intangibles que juegan un papel esencial en el pasado y que no pueden ser cuantificados o encerrados en una base de datos. La polarización, las tensiones socio-económicas o la violencia actual en Estados Unidos no tiene mucho que envidiar a otros períodos del siglo pasado. Y ninguna catástrofe sucedió. Los modelos prospectivos pueden ayudar, pero no son necesariamente la realidad. La lección final merece la pena: necesitamos de élites sociales para avanzar - no podemos deshacernos de ellas, ni debemos-, aunque hay que buscar la manera de hacer que actúen en beneficio de todos.