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Portada de Diplomático en el Madrid rojo

Uno de los primeros testimonios del terror revolucionario que el Frente Popular desató desde el inicio de la Guerra Civil

Relato de las persecuciones, asesinatos y arbitrariedades padecidas en la capital de España y de cómo algunos representantes de embajadas intentaron evitarlas y denunciarlas ante el mundo

«Algunos lectores conocerán España por experiencia propia. Éstos han debido hacerse la idea de que los españoles, según nuestros cánones, son desde luego hombres un poco atrasados, pero también bondadosos y algo ingenuos. Y por ello les parecerá incomprensible esta irrupción de una guerra civil tan llena de odio y tan sangrienta, y estarán dispuestos a creer en las exageraciones periodísticas». Este es el comienzo del libro con el que el alemán Felix Schlayer (1873–1950) mostraba al público de su país uno de los primeros testimonios sobre el terror que caracterizó al gobierno del Frente Popular –de forma particular, los partidos políticos y sindicatos que lo sustentaban– durante la Guerra Civil. En especial, durante los meses iniciales. De hecho, este libro relata los sucesos acaecidos entre el estallido de la guerra y el momento en que Schlayer logra salir de España, en el verano de 1937 –relato que se enmarca, previamente, en el ambiente sociológico y político patrio.

Uno de los pasajes que ayudan a entender el contexto en que Schlayer publicó este libro es la siguiente anécdota –sucedida en torno a 1903, pues la relación del autor con España fue tan prolongada, que incluso pasó en este país sus últimos años–: «En un tren que se detenía en cada una de las estaciones, llego a principio de la tarde a Sevilla … La estación está aproximadamente a un kilómetro de la ciudad. No se ve ningún vehículo, ningún portaequipajes … Al pie de la escalera duerme un tipo apaciblemente, estirado bajo la sombra de un plátano. Su gorra lo delata como mozo de equipaje … Lo empujo con el pie. Adormilado, mueve su ‘gorra de servicio’ lo suficiente como para poder verme, por debajo, con un ojo. Impresionado por el evidentemente escaso pundonor profesional, me decido a la estrategia de provocar su deseo de ganancias. 'Te doy tres pesetas si llevas mi maleta a la ciudad'. Esto es cuatro veces más de la tarifa habitual. Respuesta: 'Esta mañana ya he ganado dos pesetas; hoy no hago nada más'. Dicho esto, pone la gorra otra vez sobre su ojo y sigue durmiendo».

Traductor: Alejandro Martín Navarro
Editorial: Renacimiento. Espuela de Plata (2021 = 2008)
Páginas: 264

Diplomático en el Madrid rojo

Felix Schlayer

Aunque nos pueda sonar a tópico, este acontecimiento fechable en 1903 marca la mirada de Schlayer y de su público, pues el libro narra, sobre todo, dos cosas. La primera de ellas, el modo cómo aquella España atrasada, polvorienta, temperamental, «moruna», emprendió una de las revoluciones más brutales que cabían imaginarse. Una revolución que terminó de subvertir todo cuanto ya había intentado poner patas arriba la República. Una revolución que, a pesar de estar dirigida o incitada por burgueses de izquierdas, cobró un gran protagonismo en una parte iracunda y fanática del populacho. En este sentido, el libro traslada la fascinación o estupefacción de Schlayer no sólo ante la denodada ferocidad sanguinaria de los milicianos, las chekas y «tribunales populares» –se cita el caso de alguien que fue represaliado a resultas de artículos publicados en El Debate, y del modo como los comités revolucionarios se adueñaban de la propiedad privada que se les antojara–, sino también debido al intenso choque que suponía que un diplomático de buena posición como él tuviese que tratar, casi de igual a igual, con chusma de modales zafios. Este matiz es interesante, porque supone un sugestivo contrapunto al testimonio del británico Henry Buckley (1904–1972), muy favorable a la causa republicana.

Aquí entra el segundo de los puntos que definen a este libro, aparecido originalmente en Múnich en 1938 con el título Diplomat im roten Madrid. En estas páginas el autor relata de primera mano su labor, y la de otros homólogos, en tanto que integrante de un cuerpo diplomático –el noruego en su caso– que procuraba dar asilo a los perseguidos por las fuerzas más siniestras del Frente Popular. La labor de varias naciones, como también la chilena, permitió que miles de personas pudieran salvarse de las Matanzas en el Madrid republicano (este es el título con que Áltera editó en 2006 el libro de Schlayer). Dentro de este cometido humanitario, destaca, asimismo, la denuncia internacional que Schlayer y otros diplomáticos realizaron en el momento, como cuando sucedieron las detenciones masivas que hacinaron las cárceles madrileñas, o cuando se produjo el asesinato en masa de Paracuellos del Jarama. De igual modo, Schlayer señala cómo un caza, «provisto con los distintivos del gobierno de la República», derribó el avión de la embajada francesa en el que viajaba un delegado de la Cruz Roja con pruebas de todo el terror que se vivía en la España revolucionaria. En general, el testimonio de Schlayer procura ser honesto y fidedigno, de manera particular en lo relativo a personajes como el general Miaja, Melchor Rodríguez, Santiago Carrillo o Margarita Nelken, si bien sus cálculos hipotéticos sobre el alcance del terror revolucionario a nivel nacional resultan demasiado alejados de los datos que podemos asumir como reales.