Don Winslow se despide con 'Ciudad en ruinas': «Ha llegado el momento de salir del escenario con gracia»

Don Winslow (Nueva York, 1953) no da marcha atrás. Cuando charlamos con él el pasado mes de octubre aseguró que iba a cumplir la amenaza de que Ciudad en ruinas (HarperCollins, 2024) iba a ser su última novela. La obra que cierra la trilogía de Danny Ryan, tras Ciudad en llamas y Ciudad de los sueños, se acaba de publicar en España y es la última de ficción del autor norteamericano. Así lo asegura él. Y a sus lectores no les queda –nos queda– otro remedio que creerle.

El escritor espera al otro lado de la pantalla. Y la conversación no puede empezar de otra forma que no sea hablando sobre su etapa como novelista. En Ciudad en ruinas, Pasco Ferri, mafioso italiano, le dice a Danny Ryan, el protagonista, que «invirtieron en él para dejar atrás el pasado y adaptarse a los nuevos tiempos». ¿Le ha pasado lo mismo a Don Winslow?

–¿Es posible dejar atrás el pasado?

–Espero que sí, pero no siento que esté dejando atrás el pasado. Creo que he tenido una carrera mucho más grande y maravillosa de lo que jamás hubiera soñado. Siempre será una parte de mí. Pero ha llegado el momento de salir del escenario con gracia, hacer sitio a los que vienen y trabajar en cosas diferentes.

–Me da la impresión de que no se puede dejar atrás el pasado. Por poner un ejemplo, al nuevo libro vuelven una y otra vez personajes de las etapas anteriores de Danny. Su grupo, sus parejas y sobre todo sus enemigos. También antiguos conocidos de su padre.

–William Faulkner dijo aquello tan famoso de «el pasado nunca se muere. Ni siquiera es pasado». Es una parte importante de esta trilogía. Siempre supe, cuando comencé a escribir los libros, que en el tercer volumen íbamos a volver al principio para atar los cabos sueltos. Es una de las cuestiones centrales de la ficción policiaca. ¿Una vez que atraviesas ciertas fronteras, puedes volver a «desatravesarlas»? En la mayoría de los casos la respuesta es que no.

La trilogía de Winslow es una tragedia en mayúsculas. Guiada por varios cantos de la Eneida de Virgilio, recupera esa guerra que comenzó entre irlandeses e italianos tras una barbacoa en la playa de Rhode Island. Después de pasar por Hollywood, la guerra llega a los casinos de Las Vegas y a la rivalidad de Danny Ryan con Vernon Winegard.

–Los libros evocan la historia de Eneas. Al final de esa épica, Eneas tiene que montar un imperio y yo no sabía dónde podría hacerlo Danny en la década de los noventa en Estados Unidos. La elección obvia era Las Vegas, donde puedes construir lo que te dé la gana, siempre y cuando tengas dinero. Pero quería ambientarlo en una época en la que la mayoría de la influencia de la mafia ya hubiera muerto y la América corporativa se estuviera haciendo con el control. Las Vegas también estaba intentando escapar de su propio pasado a la vez que Danny quería huir del suyo. Hay una similitud entre la vida de Danny y la de Las Vegas que me resultó atractiva.

–Me gusta mucho lo que comenta Eden a Danny. Ella dice algo así como que sigue «enamorado de su propio dolor, apegado al romanticismo de sus tragedias personales».

–Es totalmente cierto. Estamos ante un tipo que ha experimentado muchísimo dolor. En términos contemporáneos se diría quizá trauma, aunque a lo mejor sea una exageración. Y sí, creo que tiene una especie de historia de amor con eso, que también sale del catolicismo irlandés, y que puede llegar a ser algo masoquista.

–Madeleine, la madre de Danny, tiene un papel bastante relevante. Es como una especie de voz de la conciencia. Le llega a decir que no tiene que avergonzarse de ganar.

–Es una observación muy astuta. Madeleine representa a la diosa Afrodita o a Venus, así que hay un cierto aspecto de fatalismo. Pero psicológicamente, la relación entre los dos es muy difícil. Ella le había abandonado cuando él tenía dos años y reinician su relación cuando él ya es adulto. Danny tiene sentimientos muy divididos hacia su madre. Por un lado, tiene resentimiento, y por otro anhela esa relación maternal. Madeleine es una persona mucho más dura. Surgió de la nada, de la pobreza absoluta, y creó su propio imperio. Es una mujer muy fuerte, muy dura y no siente culpabilidad sobre sus logros y su riqueza. Danny sí que se siente un poco culpable, cree que no merece esas cosas.

Ciudad en ruinas es un gran cierre. El tiempo dirá si la mejor parte de la trilogía de Winslow. Quizá sí. Lleno de épica. De velocidad. Con un ritmo incesante que nos lleva de Las Vegas y el lago Tahoe hasta Nebraska y Rhode Island. Cargado de amor, cierta violencia y mucha venganza, a pesar de que algún personaje piensa que eso de vengarse «sería inmoral e indigno de mí». Con varias tramas en segundo plano y numerosos secundarios que van y vienen casi como protagonistas que redondean sus historias. Unos ponen punto y final y otros, punto y aparte.

–¿Qué hay de la justicia en un libro de mafiosos?

–El libro viene de los clásicos y esa línea narrativa está sacada de las Furias, varios espíritus femeninos que persiguen a un asesino culpable y le traen de vuelta a un juicio. Con el tiempo, a pesar de que es culpable, tienen piedad con él. Creo que se puede hablar de justicia a nivel del crimen organizado, lo vemos constantemente. El crimen organizado ha sufrido una crisis tremenda. Es una sombra de lo que llegó a ser, lo cual es algo bueno. En Ciudad en ruinas, Marie Bouchard (letrada jefe de la oficina del fiscal general de Rhode Island) probablemente toma la decisión correcta, sin hacer ningún spoiler.

–¿Y la misericordia?

–Eso nos hace volver a una reflexión que hemos hecho antes. Si una vez has cruzado ciertas fronteras morales o éticas, ¿puedes volver? Y creo que lo que dice Marie en sus acciones es que sí, que a veces sí se puede volver. Que hay una cierta posibilidad de redención en la vida humana.