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El contrapunto de los siglos homéricos que ensalza el trabajo del campo y describe el cielo nocturno de cada época del año

Hesíodo nos presenta el origen del mundo y los dioses: en el inicio lo que había era el Caos, y luego surgió Gea (la Tierra), de la cual nació Urano (el Cielo)

Si Homero se yergue como el gigante de la literatura griega de todos los tiempos, y el padre de la literatura occidental, a su lado, casi como coetáneo suyo, aparece Hesíodo. En realidad, resulta complejo dilucidar si realmente llegó a existir Homero; en cambio, sí se asume con suficientes garantías que existió Hesíodo. Ubicamos su vida entre los siglos VIII y VII a.C., y conocemos varias de sus circunstancias biográficas, como el conflicto de herencia habido con su hermano. De manera cierta se le atribuyen varias obras que sirven como contrapunto a esa producción homérica en los inicios de la poesía helénica. Homero urde largos poemas épicos, mientras que de Hesíodo nos quedan libros cuya extensión equivale, en cada caso, a un canto de la Iliada o la Odisea. Nos referimos a la Teogonía y a Trabajos y días, que nos ha llegado íntegras y sin dudas acerca de la firma de Hesíodo. Se añaden a esta nómina Escudo —480 versos y que se entiende que quizá se halla incompleto, debido a las amputaciones que a veces se sufren en la transmisión textual— y los Catálogos de mujeres —los filólogos distinguen entre dos catálogos, llamados Eeas y Grandes Eeas—, en estado bastante fragmentario y sobre cuya autoría existe discusión. Los alejandrinos aseguraban que el Catálogo de mujeres (Eeas) estaba compuesto por un total de 5.000 hexámetros, lo cual excedería en mucho a todo lo que atribuimos a Hesíodo e incluso lo que se le suele adjudicar, aunque haya visos obvios de que se traten de poemas posteriores a su época. Dentro de estos últimos también se cuenta Certamen, ficticia disputa literaria entre Homero y Hesíodo que parece remontarse al siglo IV a.C., si bien su forma final data del siglo II d.C.

Alianza Editorial (2013). 216 páginas

Teogonía. Trabajos y días. Escudo. Certamen

Hesíodo

Teogonía es el relato de cómo surgieron los dioses de la religión griega. Una suerte de Génesis, pero centrada en sus divinidades. Constituye, sin duda, una lectura obligada para todo aquel que desee conocer la mitología antigua y entender la mentalidad helénica. El relato comienza con un centenar de hexámetros que sirven como invocación a las musas; a continuación, el poeta presenta el origen del mundo y los dioses: en el inicio lo que había era el Caos, y luego surgió Gea (la Tierra), de la cual nació Urano (el Cielo). Aparte de un profuso número de deidades, como la Noche, Eros o el Tártaro, en esta era primitiva van naciendo, de uniones incestuosas en muchos casos, los dioses más arcaicos, como Cronos —no debe confundirse con khronos, el tiempo— y su esposa y hermana Rea. La transición de una generación divina a otra es conflictiva: Cronos castra a su padre Urano, pero evitará ser destronado devorando a sus propios hijos según nazcan. Sin embargo, el bebé Zeus eludirá este destino y logrará ser adulto, para derrocar a su padre. Zeus consolidará su poder y engendrará a la cuarta generación de dioses. Hesíodo incluye a continuación a los humanos, comenzando por los héroes e incoando lo que se supone que es el Catálogo de mujeres, obra a la que la Teogonía estaría dando paso en sus versos postreros.

Trabajos y días es la otra obra que, inequívocamente —y al revés que Escudo, por ejemplo—, es de Hesíodo, el cual se cita a sí mismo en estos hexámetros. Contiene algunas semejanzas y continuidades con Teogonía, pues el primer tercio del poema lo constituye una serie de mitos, fábulas e invocaciones. Quizá el mito más relevante sea el de Prometeo y la creación de Pandora, la mujer. No es un mito que aporte una visión positiva acerca de la mujer, precisamente. Luego, Hesíodo se centra en un tema que lo aparta de muchos autores antiguos: el trabajo. Elogia el trabajo manual, la autonomía del que labora sus propias tierras, y enumera una serie interesante de consejos sobre el campo, la familia, el casamiento, la cosecha, la navegación, las estaciones. Algunos de estos consejos son perennes, otros muy reveladores sobre el mundo antiguo, y otros suponen un testimonio sobre cómo se funcionaba hace tres milenios e incluso cómo aparecían en cada mes las estrellas por el horizonte nocturno.