Amor y violencia en medio del exotismo oriental y las dudas morales
Virata, un guerrero afamado, aplasta una rebelión y descubre entre los adversarios abatidos el cadáver de su hermano mayor, lo cual genera en él una transformación espiritual que lo lleva a renunciar a las armas.
En 2022 se cumplieron ochenta años del fallecimiento del escritor austriaco Stefan Zweig. Eso implicaba algo más que un aniversario: los derechos de autor de sus obras expiraban y pasaban a ser de dominio público. Lo cual ha motivado un aluvión de nuevas ediciones y traducciones, e incluso la aparición de textos inéditos. Una de las editoriales que más tiempo llevaba ofreciendo libros de Zweig es Acantilado, que este año ofrece Obligación impuesta y Wondrak, dos aún no impresos en España que nos hablan, desde una perspectiva pacifista, sobre la Primera Guerra Mundial. Redactados durante aquel conflicto del que intentó evadirse el autor, Obligación impuesta y Wondrak tienen como sendos protagonistas a Ferdinand –exiliado en Suiza, como el propio Zweig– y a Ruzena –una marginada de la Bohemia rural que pretende evitar que su hijo Karel sea alistado en el ejército imperial.
Alianza (2024). 125 páginas
Los ojos del hermano eterno. Amok
Una temática algo comparable la encontramos en dos novelas cortas que bastantes lectores españoles sí conocen. Nos referimos a Los ojos del hermano eterno y Amok. El primero de estos se ambienta en la India «en los años anteriores a que habitara en la tierra el sublime Buda». Su estilo y sus influencias son evidentemente orientales, sobre todo en la recreación del peregrinaje espiritual y social que recorre el protagonista, Virata, el cual comienza este relato siendo un guerrero afamado a quien el rey encomienda aplastar una rebelión instigada por el propio cuñado del monarca. Virata se apresta sin dilación y sin titubeo alguno, y sorprende a los enemigos de noche, dormidos en sus tiendas. El resultado de la batalla es una victoria rotunda, pero entre los adversarios abatidos Virata localiza el cadáver de Belangur, su hermano mayor, y se horroriza. Lo cual genera en él una transformación moral que lo lleva a renunciar a la violencia, a dejar de ser un guerrero. «Maté a mi hermano para que supiera que cualquiera que mata a una persona mata a su hermano. No puedo ser el jefe en la guerra, porque en la espada hay violencia, y la violencia es enemiga de la justicia. Quien participa en el pecado de matar es él mismo una persona muerta», dice a su soberano. El rey acepta su petición y lo nombra juez. Pero este nuevo encargo, con el paso del tiempo y la experiencia directa de los litigios, también desazonará a Virata. La trama continúa con sucesivos cambios en el personaje, hasta que, desde un planteamiento muy propio de aquella cultura, entiende que el dolor contiene más sabiduría y más verdad que la filosofía. El dilema moral y la culpa se extienden tanto sobre el obrar como sobre el abstenerse de obrar.
Amok es un vocablo malayo que cabe traducirse como «arrebato homicida de ira», y sirve como título para un relato de Zweig publicado originalmente en el periódico vienés Neue Freie Presse, el mismo año que Carta de una desconocida y que Los ojos del hermano eterno. Su protagonista es un médico alemán que, por motivos complejos, se desplaza a las colonias holandesas del Extremo Oriente. Allí conocerá lo que es el amok, sobre todo cuando se acerque a su consulta una mujer europea que le pida algo inconfesable. La tensión entre ambos personajes conducirá a una fatalidad y a viajes desde la Asia más profunda hasta el puerto de Nápoles.