'La guerra imaginaria': si la IA nos somete será por nuestra culpa
El profesor Fernando Bonete Vizcaíno recupera las preguntas fundamentales de la humanidad para desmontar los mitos apocalípticos sobre la digitalización y la robótica
Una frase recurrente cuando se habla de la inteligencia artificial es esa que dice que «las humanidades serán fundamentales» en ese supuesto nuevo mundo que se construirá al dictado de ChatGPT. Se suele utilizar como bálsamo después de enumerar una larga lista de profesiones en vías de extinción y de insistir en la idea de que el camino emprendido es imparable y conduce lenta, pero inexorablemente, al imperio del robot.
Nada de lo expuesto en el párrafo anterior puede considerarse una verdad absoluta. Estamos ante simples predicciones que se han convertido en mantra y que han abierto una guerra fría entre el hombre y la máquina. El apocalipsis vende y al calor de la ciencia ficción no son pocos los que creen a ciencia cierta que el maligno HAL 9000 aguarda agazapado entre la tecnología IA que ayuda a la lavadora a programar de un modo más eficiente la colada.
Este es el punto de partida de La guerra imaginaria de Fernando Bonete, un ensayo que trata de desmontar los mitos creados en torno a la inteligencia artificial. Para hacerlo, para «rescatar» a la humanidad de ese supuesto infierno automatizado, el profesor recurre a su propio Virgilio y toma de la mano a Isaac Asimov. El estudio de la obra del padre de la literatura robótica permite afrontar la tarea con la mirada esperanzadora que en nuestros días parece haberse perdido.
Siglo XXI editories / 140 págs.
La guerra imaginaria
Pero el libro no puede considerarse un trabajo sobre Asimov. Bonete ofrece un verdadero ejercicio humanístico al recurrir a saberes como la filosofía o la psicología para iluminar la problemática en torno a la IA. Preguntarse por el auge de la digitalización obliga a plantearse cuestiones nada novedosas para el hombre: ¿qué es el bien? ¿Somos libres? ¿Qué nos hace humanos? Todas ellas se actualizan en La guerra imaginaria.
La estructura de este ensayo se sostiene en tres grandes capítulos. El buen robot utiliza las famosas Tres Leyes de Asimov como punto de partida para la reflexión que conduce a la negación de esa previsión maximalista en la que el hombre ha sido sometido por las máquinas. Este primer bloque ya concentra la idea fundamental que se repetirá a lo largo de todo el estudio: en el caso de que eso ocurriese sería por una negligencia humana, no por una decisión robótica.
Bonete vuelve la mirada una y otra vez a los hombres. Su texto se afana en recordar a la humanidad su valor y su papel en el devenir de los siglos. El segundo capítulo, ¿Qué es lo humano? es un canto a la libertad, la gratuidad, la razón... todas aquellas cosas que ninguna inteligencia artificial jamás podrá replicar. De nuevo, son las dificultades para contestar a la pregunta sobre nuestra condición las que abren la puerta a futuros inciertos.
Somos nosotros quienes ponemos a los robots en el sitio que les correspondeLa guerra imaginaria
El último bloque del libro, Los riesgos del progreso robótico, no esquiva las problemáticas que se ciernen sobre un mundo cada vez más digitalizado. Sin ir más lejos, el mundo del trabajo se prepara para un cambio de paradigma que algunos comparan con el de la primera revolución industrial. Pero, sin ánimo de caer en un buenismo utópico, Fernando Bonete vuelve a aferrarse a la capacidad de decisión del hombre como causa y solución. ¿Necesitamos automatizar todos los procesos de nuestra vida? ¿Por qué convertir en excluyente a aquello que puede ser un aliado?
Que las humanidades vayan a sobrevivir al apocalipsis robótico está por verse, como lo está el comprobar que tal hecatombe vaya a suceder. La guerra imaginaria abre la puerta a la reflexión con un ensayo cómodo de leer, sugerente en los planteamientos y profundo en sus últimas conclusiones. Como añadido, los lectores menos aficionados a Isaac Asimov encontrarán en este libro argumentos suficientes para lanzarse a descubrir la obra de un autor que se ha ganado ser considerado un clásico.