¿Alguna vez te has quedado en blanco?
Un libro con consejos útiles para aprender más gracias a un mejor aprovechamiento de la atención, la memoria y la motivación
Si en semanas anteriores reseñábamos el último libro de Héctor Ruiz, quizá el autor señero dentro de la escuela de la educación basada en evidencias, hoy le toca el turno a otro de los grandes puntales de esta corriente: Juan Fernández. Este profesor y experto en divulgación científica en educación, cuyo magnífico Educar en la complejidad fue el primer libro reseñado en esta serie, acaba de publicar un ensayo titulado En blanco.
El título del ensayo resulta sugerente y oportuno, ya que seguramente todos hemos experimentado en alguna ocasión esa agobiante sensación de quedarnos en blanco. Ahora que estamos inmersos en pleno período de exámenes, seguramente serán muchos los alumnos que, ante la temida hoja en blanco, se pregunten desazonados aquello de «¿Cómo es posible, si ayer me lo sabía?» E incluso a los que ya hemos superado el tiempo de nuestros estudios, esta sensación no nos resultará ajena, ya que sucede a menudo en el trabajo o a la hora de intentar recordar algo que en su día aprendimos.
Pues bien, este asunto, así como muchos otros relacionados con cómo mejorar nuestra manera de aprender, son abordados en el ensayo de Juan Fernández. Con un lenguaje sencillo y claro, si bien de modo algo deslavazado, el autor va apuntando estrategias que pueden ayudarnos a maximizar nuestro aprendizaje no dedicando más horas a estudiar, sino haciendo un mejor uso de nuestro cerebro, en concreto de nuestra atención, nuestra memoria y nuestra motivación, una tríada que es fundamental a la hora de explicar cómo aprendemos.
Plataforma editorial. 216 páginas
En blanco. Cómo focalizar la atención, la memoria y la motivación para aprender
En lo que se refiere a estudiantes en etapa escolar o universitaria, el libro aporta numerosas recomendaciones que pueden resultar útiles para asegurar un mejor aprendizaje. Entre ellas, podríamos destacar la conveniencia de sustituir la relectura de los apuntes –de tanto leerlo, el estudiante piensa que se lo sabe, pero en realidad está confundiendo reconocer con conocer– por estrategias más efectivas como la evocación, que consiste en traer a la memoria lo que se ha aprendido. Esto puede hacerse, por ejemplo, preguntándose la lección, o realizando una prueba, a ser posible introduciendo elementos de tensión similares a los que se encontrarán en el momento del examen o la prueba que se esté preparando.
Sin embargo, el libro no solo contiene consejos para estudiantes, sino que las recomendaciones sobre cómo aprender mejor también pueden aplicarse a numerosas facetas del día a día de cualquiera de nosotros. Un ejemplo es la defensa que el autor hace de la rutina y el hábito como grandes ayudas de cara a tener éxito en una meta que nos propongamos. Sea cual sea el objetivo que nos propongamos, desde escribir un libro hasta ponernos en forma, una buena estrategia consiste en reservarnos un tiempo diario fijo para esa tarea. Al principio nos costará, pero una vez que el hábito esté creado, nuestro cerebro sabrá que ese es el tiempo destinado a esa tarea, y esa seguridad nos permitirá centrar nuestra atención y destinar nuestra energía y todos nuestros recursos a dicha tarea. Además, crear ese hábito nos permitirá dejar de fiarlo todo a nuestra fuerza de voluntad, y evitaremos que trabajar, estudiar o hacer ejercicio requiera de una lucha diaria.
Para cerrar esta reseña, remarcamos una idea muy interesante y conveniente en el mundo en que vivimos: la refutación del mito de la multitarea, que es uno de los mayores obstáculos a la hora de concentrarnos. Siguiendo el acertado símil que utiliza el autor, debemos pensar en la atención como en una jarra de agua que solo puede rellenar del todo un vaso (una tarea): si elegimos esparcirla por diferentes vasos (las distintas tareas), efectivamente todos ellos tendrán un poco de agua, pero ninguno de ellos logrará apagar nuestra sed, y del mismo modo ninguna de esas tareas podrá ser realizada de manera efectiva. Sin duda, una consideración que conviene tener en cuenta en nuestro frenético ritmo del día a día, y que nos permitirá ser más eficaces a la hora de aprender mejor y de lograr cualquier objetivo que nos marquemos.