Fundado en 1910

Ilustración de La reina de las nievesElena_Ringo

Una colección donde caben auroras boreales, Homero, Pulgarcita y un cable telegráfico que atraviesa el Océano

Andersen recurre a lo concreto y cercano –un farol, una moneda, un arenque– para elaborar gran parte de sus cuentos, lo que no quita que se inserten elementos mágicos y hadas o brujas.

En muchas ocasiones, se asume que el género de los cuentos es un tipo de literatura específicamente infantil. A esta percepción se une quizá una mentalidad cultural demasiado saturada, que rehúye ante nombres como Fedro, Samaniego, Grimm o Andersen, incluyendo en una misma categoría a sus diversos modos de contar historias. Introducir matices, en este contexto, no resulta fácil, pues. Y este volumen, con casi una treintena de cuentos de Andersen supone una buena ocasión para procurar enriquecer nuestra mirada. Por de pronto, tanto lo que llamamos cuentos como las fábulas son el vehículo popular –folclórico, castizo, si que quiere decir así– con que se expresa la literatura. Y no es sólo una apreciación que afecta al marco histórico; no estamos diciendo, sin más, que la literatura en sus orígenes fue cuento y fábula. Que lo fue, a grandes rasgos. La ideal esencial es más radical: la literatura, hoy, sigue naciendo de estos dos grandes géneros, muy conectados entre sí. Incluso cabría plantearse que la literatura apócrifa cristina, con sus fantasiosos evangelios de la infancia, no deja de corroborar este aserto, pues complementa en los primeros siglos a los textos canónicos. Junto a la palabra de los apóstoles y de los Padres, se escucha hoy todavía, mediante nuestros detalles en la representación navideña, esa voz popular.

Alianza (2023). 336 Páginas

La Reina de las Nieves y otros cuentos

Hans Christian Andersen

El caso de Andersen reúne varias particularidades. Por de pronto, los cuentos que narra son propiamente suyos; no es un compilador de historias ancestrales sometidas, hasta entonces, a la transmisión oral. Aunque algo de esto último se observa en la obra de Andersen. Él es uno de esos autores, con nombres y apellidos y rasgos reconocibles, que partiendo de la tradición y espigando en fuentes diversas, tiene una manera propia de narrar, de crear tramas y personajes. Como se advierte en el prólogo de esta edición, Andersen recurre a lo concreto y cercano –un farol, una moneda, un arenque– para elaborar gran parte de sus cuentos, lo que no quita que se inserten elementos mágicos y hadas o brujas. Sin embargo, esa cercanía, esas historias de campesinos y de gentes sencillas a quienes les ocurre algo extraordinario, se vuelve –como sucede en esta manera de entender la literatura– evocador, sorprendente y, en ocasiones, acaba viajando a un mundo propio. El caso de Pulgarcita es un buen ejemplo; su protagonista llega a estar prometida con un topo.

Sin embargo, la aportación de Andersen traspasa estos límites y explica que muchos cuentos sean muy cercanos, muy actuales, muy pegados a lo que sucede día a día. Incluso en el largo relato que da nombre a este volumen, La Reina de las Nieves, localizamos una hibridación de lo mágico con lo más tangible y con las canciones navideñas. En La sirenita, la expresión original de Andersen hace entender mucho mejor la relevancia del amor; en Una rosa de la tumba de Homero, es la literatura clásica lo que da pie al relato; en Dentro de mil años, ya nos habla Andersen de la Europa trasmutada en destino turístico; en La gran serpiente de mar, el autor nos plantea la sorpresa de los habitantes del mar ante el gran cable telegráfico que atraviesa el Océano Atlántico. Incluso hay varias referencias a eventos políticos de gran significado en el siglo de Andersen, como el Congreso de Viena. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el aspecto esencial en estas historias es la propia trama y no tanto la posible moraleja que a veces podamos encontrar. En cambio, sí localizamos mucha ironía, sobre todo en referencia a la actualidad de su época, lo que incluye el nacionalismo.

Este volumen de Alianza, con sus relatos directamente vertidos desde la lengua danesa, completa otra antología con dos docenas largas de narraciones, en la que también aparecen cuentos de hadas y una palpable realidad cotidiana. Desde La sombra y El nuevo traje del Emperador hasta La princesa y el guisante.