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El autor, Óscar Rivas

El lenguaje y la batalla política

El director de Razón española denuncia en este ensayo las trampas del relato artificioso de la izquierda y aporta claves para plantear una alternativa

«Si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento», decía el conocido escritor británico George Orwell. A lo largo de la Historia hemos podido comprobar cómo los argumentos que han sustentado determinadas ideologías han sido incluso más temibles que los disparos de un Kalashnikov. No cabe duda de que este campo de batalla en el que se ha convertido el lenguaje ha sabido utilizarlo muy bien la izquierda para sus propios intereses, que ha conseguido asociar conceptos como el bien, el progreso, la justicia y la solidaridad con sus postulados políticos, dejando una percepción generalizada del espectro político conservador vinculado a lo negativo, lo radical, lo peligroso y lo contrario a la libertad. Dicho de otro modo: las reglas del juego político actual han sido definidas por la izquierda y, o te sumas a ellas, o acabarás expulsado del sistema.

La burla negra (2024). 360 Páginas

Venenosos. Cómo combatir el lenguaje totalitario de las izquierdas

Óscar Rivas

Óscar Rivas, director de la prestigiosa revista de tradición conservadora Razón Española, publica Venenosos. Cómo combatir el lenguaje totalitario de las izquierdas, una obra que pretende desmontar el discurso oficial del progresismo, explicar las trampas existentes en su artificioso relato y demostrar que el lenguaje impuesto por la izquierda contiene ese «veneno» que da nombre al título del libro, animando a su vez a la derecha a dar esta decisiva e importante batalla del uso de las palabras.

A lo largo de sus más de 350 páginas, el autor trata de alertar sobre el momento presente en el que, cuando las ideas preparan el terreno para los cambios sociales, el lenguaje se convierte en la dinamita que fuerza su llegada. En este sentido, Rivas nos ilustra a lo largo de su obra con numerosos ejemplos de líderes de la extrema izquierda como Juan Carlos Monedero: «las palabras pueden actuar como dosis ínfimas de arsénico: uno las traga sin darse cuenta, parecen no sufrir efecto alguno y, al cabo de un tiempo, se produce el efecto tóxico». Esto es lo que viene sucediendo en España y en otros países occidentales desde hace décadas, con la izquierda en el Gobierno o en la oposición.

Por otro lado, la inacción o pasividad del denominado centro-derecha español –sus representantes políticos y buena parte de su base social– ante la afrenta de esta estrategia de ingeniería social de corte progresista, ha provocado una mayor hegemonía de los postulados planteados por las izquierdas, ayudados por los mass media y las plataformas audiovisuales de entretenimiento, que no dejan apenas resquicio para ocupar el espacio que no quieren ocupar y para transformar esa idea de sentido común de las cosas al que normalmente se apela desde el centro político y la moderación.

Especialmente esclarecedor es el último capítulo, referido al feminismo y su obsesiva persecución a ese bien tan preciado para cualquier sociedad: la familia. Desde un punto de vista lógico es normal que suceda, no nos debe extrañar, puesto que la familia es ese espacio de libertad donde ni el Estado ni los partidos políticos ni las ideologías pueden entrar sin condiciones. Así lo expresa el propio autor cuando dice que «donde se impone el Estado totalitario, la sociedad no respira fuera del marco que aquel establece. Una familia fuerte equivale a una sociedad autónoma y poderosa. Una sociedad autónoma y poderosa representa un 'obstáculo' para el Estado que se quiere omnipotente».

Por todo ello, gracias a la magnífica y cuidadosa edición de La Burla Negra, este libro analiza los usos y abusos del relato izquierdista de los últimos años, ataques diarios repletos de odio y, por qué no decirlo, de mucha audacia. Ya es hora de aprender de los errores, de que la jugada política ya no es simplemente conquistar o no el Gobierno. La derecha se juega mucho más. Es momento de resistir, establecer otras reglas del juego e ir conquistando espacios culturales, mediáticos y sociales que proyecten otros marcos mentales más propios de la naturaleza del ser humano. En el plano puramente lingüístico, la derecha debe construir argumentos que no solo apelen a la razón, sino que conquisten también el corazón. Ya es hora de cambiar esa conocida aserción del politólogo argentino Agustín Laje, cuando dice que «las derechas están en las cuentas y las izquierdas en los cuentos». Este valiente libro es un aliciente más para tomar las riendas en defensa de la verdad y la libertad.