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Viñetas de la novela gráfica

Así fue la Guerra de Indochina

Esta novela gráfica de Pécau, Maza y Fernandez, en la mejor tradición del género de aventuras, muestra al lector los dilemas y el drama de las guerras coloniales

Con guion de Jean-Pierre Pécau (1955) –a quien ya conocemos por Dream Team y La sombra roja–, dibujos de Milorad Vicanović-Maza (1965) y color de Jean-Paul Fernandez (1958) –así, sin tilde, porque es francés– ha llegado a las librerías la magnífica novela gráfica Indochina, que agrupa, en un solo volumen, cuatro álbumes. Ambientada en la descolonización francesa, la novela narra las aventuras de Arnaud Baverel, piloto expulsado con deshonor de la fuerza aérea estadounidense, pero recuperado para combatir en Indochina en la aviación francesa. Aquí ya hay una cosa interesante: la historia de Baverel nos sitúa ante los dilemas de la generación que vivió la ocupación de Francia en edad de combatir. Tuvieron que tomar partido. Ya lo dice el protagonista: «Los franceses no querían combatir así que elegí entre los ‘boches’ o los yanquis».

Norma (2024). 232 Páginas

Indochina

J. P. Pécau; Maza; J. P. Fernandez

El relato responde a buena parte de los lugares comunes sobre los pilotos de combate. Baverel es audaz hasta la temeridad, mujeriego y buen compañero. Parafraseando al Pérez-Reverte del Capitán Alatriste, no es el piloto más honesto ni más piadoso, pero es el más valiente. Guitarrista –toca una Gibson de 1943– y algo fanfarrón («Si tiene alas y motor, puedo hacer volar lo que sea»), nuestro piloto encarna el espíritu de aventura de una época. Es inevitable recordar a André Malraux (1901-1976) sobrevolando el Yemen en busca del reino de Saba o al gran László Almásy (1895-1951) y sus expediciones por los desiertos de Libia.

El guion de Pécau es ameno y, más allá de las aventuras y desventuras, permite un nivel de lectura histórico e incluso ético. El debate sobre la legitimidad de las guerras coloniales o de liberación –también depende de a quién se le pregunte– desgarró a los imperios que salían de la II Guerra Mundial hundidos económicamente y quebrados desde el punto de vista moral. La fractura de la ocupación, la sombra de la colaboración y el drama de la resistencia se sumaron a las propias dinámicas del orden mundial surgido después de la guerra. El descontento de las tropas, la incompetencia militar y la crisis del imperialismo y el colonialismo como ideologías alumbran personajes como los que encontramos en estas páginas y en las novelas de Jean Larteguy (1920-2011).

En la tradición europea del cómic de línea clara, Maza y Fernandez aprovechan la riqueza del lenguaje gráfico. Los combates aéreos resultan trepidantes y son abundantes las sorpresas –por ejemplo, ese helicóptero que abandona al vuelo la viñeta en dirección al lector en la página 125– y la silenciosa y oscura presencia del Viet-Minh en la página 157. La novela comienza, precisamente, con un combate aéreo trepidante (pp. 8-13). El lector disfrutará con la historia de los Hmong (pp. 194-197), con el chiste de la página 201 y con el vuelo sobre las colinas de la página 202.

Se trata, en suma, de una estupenda novela que hará las delicias de los aficionados a los relatos de aventuras y, por supuesto, de las historias de aviación, pero también de los interesados por la historia de la Descolonización y la Guerra Fría. Algunos de los debates que sus páginas abren –por ejemplo, el de los enfrentamientos civiles en el seno de los propios pueblos y el abandono de aquellos que los apoyaron– se prolongan hasta nuestros días. Baste recordar la importancia de la guerra de Argelia o, en España, de la cuestión del Sáhara para valorar la importancia de las cuestiones que estas viñetas coloridas nos presentan.