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Ñus en la carreteraAlexandra Karnasopoulos

El ñu como respuesta ante la búsqueda de soluciones

Tras ganar en 2020 el Premio Anagrama de Ensayo, Pau Luque publica su primera novela, que se mueve con admirable flexibilidad entre el relato autobiográfico y el ensayo filosófico

«He tomado el ascensor, he abierto la puerta de casa y, sin dejar las llaves y la cartera en el mueble de la entrada como siempre hago, me he puesto escribir un libro sobre qué demonios es una solución. Se trata de este libro que ahora tienen ustedes entre las manos».

Anagrama (2024). 200 Páginas

Ñu

Pau Luque

A pesar de esta clarificadora declaración de intenciones del escritor, no resulta sencillo definir Ñu. A partir de las citas de Rafael Sánchez Ferlosio que abren y cierran la novela y que parecen servir como su catalizador, Pau Luque comienza por preguntarse qué puede considerarse una solución. Lo que en las primeras páginas podría parecer un manual de autoayuda, se revela rápidamente como un compendio (de búsqueda) de soluciones a los dilemas cotidianos a través de la filosofía. Sin embargo, su obra está muy alejada de la trascendencia de un manual de filosofía y el autor opta por una honesta y descreída mirada no sólo sobre las soluciones, sino también acerca de las respuestas o los problemas.

Como el escritor barcelonés afirma, el ñu, opción recurrente entre los creadores de crucigramas para rellenar huecos, es la solución a un problema que en realidad no existe. Por ello, es una respuesta, un autoengaño o incluso una excusa con la que justificarnos. Partiendo del título elegido por el autor, Ñu podría definirse como una novela crucigrama. Con la misma libertad con la que el pasatiempo distribuye horizontal y verticalmente casillas de respuesta, Pau Luque desarrolla un apasionante relato de autoficción con un fino sentido de la ironía. Traslada la flexibilidad del crucigrama para reunir y conectar conceptos arbitrarios y distribuye a lo largo del relato hilarantes y variopintos episodios. Entre ellos, encontramos desde unas extrañamente efectivas clases de boxeo (con un «psicópata positivista» como contrincante) hasta la imposible obtención de muestras de orina en un bebé; o particulares reflexiones sobre la ortodoncia como termómetro social, o las implicaciones del bilingüismo en las relaciones familiares. El autor aprovecha ese amplio catálogo de situaciones para desarrollar brillantes y escépticas reflexiones sobre cuestiones como la libertad, el amor o la creación literaria.

En la novela, ese ñu descentrado que nos mira desde la portada parece representar el rechazo de una estructura equilibrada y cohesionada (una cuestión a la que hace referencia el episodio con su hija Mara en la parte final de la obra) y la preferencia por una forma mucho más maleable. Es esta flexibilidad la que permite al escritor atravesar con facilidad esa búsqueda de soluciones entre la filosofía, la literatura y la vida; cuestionarse si en realidad las tres no son lo mismo.

No es extraño que Luque se haga acompañar en su trayecto de un grupo de peculiares personajes entre Vilafranca del Penedès, Barcelona, Génova y Ciudad de México. Sobre todos ellos destaca la presencia de la poeta Curiel Jordana, amiga del novelista a quien él define como su alter ego en un momento de narración, que actúa como antítesis y contrapeso en la búsqueda de soluciones por parte del autor, activando de forma natural un método dialéctico.

Frente a esos simbólicos ñus de los crucigramas, Pau Luque opta por alejarse tanto de los lugares comunes como de una visión trascendente mientras afirma, por un lado, que no hay nada más humano que la contradicción; y, por otro, que conversar con personajes inteligentes nunca te hace sentir más estúpido, sino más inteligente. Ñu está repleta de personajes inteligentes con los que conversar y afrontar todas nuestras contradicciones cotidianas.