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Conmemoración de la Independencia, en Perú, junto al obelisco de JunínHeraclio de la Cruz

‘La batalla de Junín. Una historia transfronteriza poco contada’

Amenidad y rigor se reúnen en esta publicación, que ofrece un nuevo enfoque sobre el enfrentamiento entre realistas e independentistas

Quien haya leído las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma, recordará un relato titulado «El clarín de Canterac». Se trata de una historia curiosa, que habla de una derrota del ejército realista en Perú, plasmada en el momento en que deja de escucharse el clarín de órdenes de los realistas.

Círculo Rojo (2024). 171 Páginas

La batalla de Junín. Una historia transfronteriza poco contada

Jorge Luis Paredes Távara

Esa historia se refiere a un hecho concreto, y poco conocido: la batalla de Junín, entre tropas realistas y tropas independentistas, sucedido en la pampa de Junín el 6 de agosto de 1824. Y fue el ejército realista el que, contra todo pronóstico, sufrió una derrota cuyas consecuencias llegarían hasta la derrota definitiva de España en Ayacucho (diciembre de 1824).

Curiosamente, si en la memoria colectiva tanto de peruanos como españoles, Ayacucho tiene resonancias del final de una etapa, la separación definitiva del virreinato del Perú frente a España, no sucede lo mismo con Junín. Esta batalla duró 45 minutos, pero marcó los sucesos de los siguientes cuatro meses. ¿Cómo fue esto posible? Por un contexto político, militar e ideológico que estaba latente desde hacía años.

La obra del coronel Paredes Távara, actualmente agregado militar de la embajada de Perú en España, resuelve muchos de esos interrogantes. El libro es una muestra de cómo el rigor científico es plenamente compatible con realizar un texto de ágil lectura.

Está organizado en 11 capítulos, y cada uno de ellos es precedido por una cita de políticos, escritores, pensadores... sin embargo, me quedo con esta que sale de la mano del propio autor: «Olvidarse de la batalla de Junín es tapar con indiferencia a todos sus leales hombres (españoles, criollos y peruanos) que conformaron la División del Norte del Ejército Real del Perú» (p. 133).

Esta afirmación refleja el porqué se ha escrito este libro y la motivación que debería llevar a leerlo a cualquier persona interesada en la historia de las relaciones entre España y Perú. El libro tiene varias virtudes entre las que cabe destacar su objetividad, que contrasta con cierta tendencia actual a mirar la historia en términos de confrontación, con una lectura maniquea y descontextualizada. El lector va a percibir una mirada desde múltiples ángulos de un proceso que fue muy complejo. En estas páginas queda claro que la independencia del virreinato del Perú fue una guerra civil, que enfrentó a españoles (realistas) contra españoles (independentistas), y cada uno tuvo que elegir su destino. Se trata de una obra muy bien documentada y, junto a ese rigor, resaltamos una pluma ágil, ligera, que facilita mucho una lectura que, por otra parte, aporta datos basados en documentación original. El autor plasma abundante información en gráficos y cuadros (porcentajes, números, tendencias políticas...), que no interrumpen una lectura atenta y, de este modo, en una sola mirada, se captan esos detalles esenciales de organización del ejército, relaciones, afinidades ideológicas de los oficiales, etc.

Especialmente interesante resulta la inserción de una tabla con los datos que figuran en un informe del virrey Pezuela, datado pocos años después de la batalla. Pezuela había sufrido un golpe militar en plena campaña de independencia, los militares proclamaron como virrey a José de la Serna. Esta realidad, el golpe de Aznapuquío (1821), tuvo consecuencias muy importantes en el devenir de la campaña en los años siguientes. Un virrey nombrado por la corona podía ser depuesto por un golpe militar: esto expresa lo que iba a ser una realidad frecuente a lo largo del siglo XIX, tanto en España como en los antiguos virreinatos.

No es menor la cuestión que plantea el autor como uno de los indicadores del resultado final de la contienda: un ejército real dividido (como la propia sociedad española) entre absolutistas y liberales. Y dos modelos de guerra: los veteranos que procedían de la guerra contra Napoleón (muchos después tuvieron como destino el Perú) y los que lucharon desde el principio en Hispanoamérica. Además, algo que siempre se trata de evitar en campaña: la guerra de egos, como se dio entre Canterac-Maroto-la Serna...

Señala, con datos muy interesantes la influencia de la masonería, que sembró la división entre los militares realistas, igual que lo hicieron en Cabezas de San Juan. De hecho, se recoge un listado de oficiales realistas vinculados a la Logia Central la Paz Americana del Sur.

La conmemoración del Bicentenario supone una oportunidad para cerrar viejas heridas por ambas partes. No podemos perpetuar la retórica de aquellos años. Ni la manejada por el bando independentista, ni la de los realistas. Entrados ya en el siglo XXI, con la perspectiva que nos dan estos 200 años, podemos enfrentar el futuro desde un punto de vista compartido, a ambos lados del Océano. Y tener muy claro que ni España ni Perú serían como son hoy, con sus propias identidades, si ambos no hubieran formado parte de la Monarquía Hispánica durante tres siglos.

Con motivo de esta efeméride se han publicado decenas de trabajos, tanto en España como en Perú. Muchos de ellos son prescindibles, porque recogen datos e interpretaciones ya clásicas. Sin embargo, este breve libro me parece que aporta –y mucho– un nuevo enfoque de aquella campaña, destacando Junín (una batalla que duró 45 minutos), frente a la tradicional visión de Ayacucho como el suceso más trascendental de la guerra.