«Bad hombre»: hermana, no sé si te creo
Pola Oloixarac impugna los excesos del MeToo y disecciona las dinámicas de poder de la cultura de la cancelación en un libro realmente transgresor y muy divertido
Hay libros que, siendo rabiosamente coyunturales y actuales –incluso oportunistas, si se quiere– son a su modo atemporales. Este libro en concreto puede sonar al mismo tiempo al caso Errejón (y al caso Vermut y a tantos otros) como a El proceso de Kafka: «Alguien debía haber hablado mal de Josef K». Es una virtud rara descubrir en la crónica del día dinámicas constantes en la historia de poder y pureza, y además contarlo de manera inteligente, osada, sin filtros y muy, muy divertida.
Random House (2024). 224 páginas
Bad hombre
Bad hombre es un libro contraintuitivo en los círculos artísticos actuales y por eso hay que celebrar que lo escriba una mujer –solo hubiera sido posible y efectivo en manos de una mujer– y lo publique una editorial de peso. Esta novela es tanto una novela como una no ficción: su bastidor es periodístico y el vuelo, novelístico. En torno a 2016, Pola Oloixarac (Buenos Aires, 1977) recibió distintas invitaciones de mujeres para sumarse a cancelaciones de hombres de entornos intelectuales. La escritora, que ya había probado en sus propias carnes aquel venticello de la calumnia que canta Don Basilio en El barbero de Sevilla, comete una herejía: duda de la palabra de esas mujeres. A partir de ahí, se entrevista con las canceladoras y los cancelados, los lanza a un careo que es la base de este libro.
«Sentí la atracción del contagio y del secreto, de que algo terrible había pasado y que había que hacer justicia», señala la autora al principio de su crónica. Son los años álgidos del #MeToo y el #hermanayotecreo y Pola milita en las Letras, epicentro de la vorágine canceladora, y vive en Estados Unidos, sociedad puritana y distópica a ratos. Entiende al fin que «no basta que la verdad sea verdadera: una mentira organizada es tan real como una buena historia». Esa premisa, tan alejada del gregarismo y la demagogia de todo movimiento social una vez pierde la capacidad del matiz, y eso es siempre y en todo movimiento, la lleva a acercarse a «la bestia». Oh, anatema.
Bad hombre es un excelente viaje a la médula de nuestro tiempo, una sociedad en la que todos estamos expuestos, la calumnia ha adquirido modos de relación social –pagando justos por pecadores– y la desproporción entre delitos y penas, como lo entendería Cesare Beccaria, ha perdido sentido: en las redes la pena siempre es máxima. Con ánimo provocador –podemos intuir a Pola Oloixarac disfrutar sádicamente de situarse entre las malas mujeres–, la autora juega con los clichés de nuestro tiempo: la sororidad, los escraches, la paranoia, la pertenencia, el racismo y el clasismo. Aquí hay hombres corrientes con carreras destruidas y otros atemorizados y agazapados, intentando no ser descubiertos, hay caraduras que pese a todo no merecen ver sus vidas laminadas, aliados destetados a golpes de la ubre feminista, hay víctimas al servicio de la masa o las ideas de otras mujeres, hay mujeres que ocultan a los suyos y que luego levantan la veda, hay sacrificios rituales, protestas de pureza de sangre y siempre la astucia del poder –de hombres y mujeres, da igual– para salirse con la suya a costa del individuo.
Pero además de historias potentes en los entornos culturales –algunas parecerían irreales si no las hubiéramos conocido muy similares–, atacadas desde dentro por una mujer que disfruta de ser disidente, está la voz torrencial y acerada de Oloixarac, su estilo frenético y rico capaz de integrar en cada frase múltiples lecturas. Aquí hay Camille Paglia, Philip Roth, Michel Houellebcq y tantos otros autores que incomodan porque desnudan nuestras miserias y nuestras miserias hoy día se disfrazan muy bien y nos llegan aseadas, envueltas en hashtags a los que no es fácil resistirse.
Detesto esa expresión de novela necesaria. Es un concepto manoseado y adscrito casi siempre a determinadas obras: ya sabemos qué ha venido siendo necesario en libros y series, en películas –tantos libros y películas necesarias durante una década–. Así que lo plantearé de otro modo: esta novela es precisa y llega en el momento justo. Yo me alegro de que se haya publicado, porque además de todo la he disfrutado como un enano.