Sertorio y la guerra civil romana en Hispania
Francisco Romeo Marugán acerca al público general un tema tan interesante como alejado del bestseller: el mitificado general Quinto Sertorio y su guerra en la península contras las fuerzas senatoriales
La península ibérica fue recurrentemente campo de batalla para los romanos durante el periodo republicano. Desde que los Escipiones pusieran pie en el solar hispano en el 218 a.C. hasta la derrota definitiva de las tribus cántabras y astures en el 19 a.C., el territorio que hoy comprenden España y Portugal fue sinónimo de guerra para los romanos. Muchos grandes generales y políticos se hicieron allí un nombre, como por ejemplo Julio César. Mucho antes de su nombramiento como procónsul de la Cisalpina y comenzar su guerra contra los helvecios que daría inicio al conflicto entre Roma y los pueblos de la Galia, César, en el 70 a.C., sirvió como cuestor en la Hispania Ulterior, donde adquiriría unas preciadas lecciones para su carrera (y su vida). De hecho sería allí donde César, en la guerra contra Pompeyo (49-45 a.C.), consolidaría definitivamente su supremacía, y de manera más concreta tras la batalla de Munda (actual provincia de Córdoba) en marzo del 45 a.C. Hispania, pues, fue para la República romana durante los siglos II y I a.C. lo que los Países Bajos para las fuerzas de la Monarquía Hispánica durante los siglos XVI y XVII. Teniendo esto presente, no deja de llamar la atención que uno de los conflictos acaecidos en la Península que más marcó el ambiente político de la Tardía República romana, así como el devenir histórico de las poblaciones peninsulares, haya pasado tan desapercibido en la conciencia colectiva.
Almuzara (2024). 256 páginas
La guerra de Sertorio. Hispania y el ocaso de la República de Roma
El conflicto sostenido y liderado por Quinto Sertorio en suelo hispano entre el 82 y el 72 a.C. contra el gobierno optimate de Lucio Cornelio Sila (que no contra Roma) es prácticamente desconocido por los no especialistas en comparación con otros conflictos; y asimismo Sertorio parece ser un personaje excluido del –permítanme la expresión– «Panteón de romanos ilustres» que conoce la mayoría de interesados en la historia romana si lo comparamos con otros ciudadanos de la Urbs que pisaron la Península, tales como Publio Cornelio Escipión Africano, tan en boga en la actualidad gracias a cierta trilogía de novelas históricas que todo el mundo corre a recomendar si oyen que el viento arrastra la palabra «Roma».
La guerra sertoriana fue un conflicto interno entre romanos librado íntegramente en la península ibérica y que, como ocurriría en la guerra civil entre Pompeyo y César, involucró a los poderes locales, tan dispersos y variados, entre uno y otro bando. Mucho se ha escrito acerca de este conflicto, pero poco ha permeado en el público general, o en palabras de Francisco Romeo Marugán, «pese a esta cascada bibliográfica, resulta paradójico que este conflicto sea uno de los episodios de la historia antigua de España mejor y peor conocidos al mismo tiempo». Para ello el lector cuenta ahora con el libro La guerra de Sertorio. Hispania y el ocaso de la República de Roma, recientemente aparecido en la editorial Almuzara. El autor, arqueólogo de formación e investigador con experiencia y publicaciones académicas a sus espaldas, no pretende ofrecer, en sus propias palabras, «una monografía de historia antigua al uso», sino «hacer un relato lineal, ameno y accesible» en el que evita todos esos detalles propios de los investigadores (citas a autores clásicos, referencias bibliográficas, etc.), aunque se apoya en un buen aparato bibliográfico, e intentar paliar esa «desventaja frente a otros géneros en esto de atrapar al lector en un relato, en hacerle pasar de una página a otra a costa de otras cosas».
Así pues, el volumen cuenta con tres puntos fuertes: es un libro escrito por un especialista; es un libro bien documentado pero no sobreabundante en fuentes y materiales; y es un libro accesible y de lectura muy sencilla, pensado para el disfrute de un público general. Así, a lo largo de diez capítulos, Romeo Marugán se adentra en las fuentes en las que se apoya en su narración (escritas y arqueológicas), en el origen de Sertorio, en la convulsa situación política de Roma durante la primera mitad del siglo I a.C., en la guerra en sí misma hasta el trágico final de Sertorio (que ocupa los cuatro capítulos centrales del libro, del IV al VII) y, finalmente, la visión de Sertorio dos mil años después, más un capítulo del tipo «para saber más» y un útil anexo con cronología y drammatis personae. Especialmente interesante resulta el capítulo VIII, «Dos mil años después. Sertorio, Schulten y Celtas sin boquilla», donde el autor se adentra en la vida del erudito alemán Adolf Schulten y su obra sobre Sertorio, finalizando en una reflexión sobre la feritas barbárica y los cigarros Celtas.
Cabe señalar, a modo de coda, que hay algunos detalles de la escritura de Romeo Marugán, tendentes a la forma hablada y al coloquialismo, que podrían no ser degustados de igual manera por todos los paladares literarios. Por otra parte, hay que hacer una llamada de atención a los editores debido a la alarmante ausencia de tildado a lo largo de todo el volumen. Por lo demás, es un libro que gustará a todo interesado en la historia romana.