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Cubierta de Vida y muerte de un jardín de papelSiruela

‘Vida y muerte de un jardín de papel’: la fascinación por lo desapercibido

Un nuevo capítulo en la obra de Menchu Gutiérrez, distinto por los lugares a donde dirige su mirada, parecido porque mantiene su capacidad prodigiosa de encontrar sentidos distintos y poéticos a lo cotidiano

Menchu Gutiérrez nos entrega en Vida y muerte de un jardín de papel una obra que desafía las categorías convencionales de la narrativa. Se inscribe dentro de una tradición literaria que fusiona la contemplación poética con la erudición histórica, creando un texto revelador, donde lo mínimo se convierte en el epicentro de una experiencia sensorial y filosófica. Como en sus anteriores obras, Gutiérrez despliega una prosa de cadencia hipnótica, atenta a los ecos y reverberaciones del lenguaje, convirtiendo el detalle en una puerta a lo inasible.

Siruela (2025). 232 páginas

Vida y muerte de un jardín de papel

Menchu Gutiérrez

Menchu Gutiérrez (Madrid, 1957) es una de las voces más singulares de la literatura en lengua española, una escritora que transita con absoluta naturalidad entre la narrativa, la poesía y el ensayo. En su obra, la percepción y la memoria son territorios a explorar, espacios donde lo fugaz y lo permanente entran en diálogo. Influida por la tradición oriental, la música y la pintura, ha construido un universo literario de una sensibilidad exquisita, que se despliega en libros como Latente, La tabla de las mareas, El faro por dentro o Decir la nieve. En Vida y muerte de un jardín de papel, su estilo alcanza una plenitud serena, una madurez que ahonda en la fascinación por lo desapercibido.

El libro, a la manera de las muñecas rusas, está lleno de cajas, independientes y dependientes del conjunto al mismo tiempo, crípticas e iluminadoras, que conducen al lector a lugares inesperados y también reconocibles: «Lo insensato es pensar que las fotografías antiguas tienen alojado en su interior un mecanismo por el cual la información fotografiada se irá desvelando con el paso del tiempo, en función también del número de noches que pasen encerradas en total oscuridad. Y que ese poder retardado, que forma parte de su naturaleza más profunda, no depende de ti». En pasajes como este, la autora nos recuerda que la memoria no es solo un archivo del pasado, sino una entidad viva, sujeta a sus propios ritmos y latencias.

En Vida y muerte de un jardín de papel, Gutiérrez nos invita a recorrer la fragilidad de un mundo en el que las flores de papel y la memoria de los jardines desvanecidos se convierten en metáforas de la vida y la muerte. Con su estilo inconfundible, nos revela lo que el ojo distraído no es capaz de percibir: la sutil vibración de lo que desaparece, la historia oculta en los detalles insignificantes, la belleza de lo inadvertido. Además, el libro está impregnado de anécdotas históricas fascinantes, que enriquecen su textura y amplifican su resonancia simbólica. Algo tan cotidiano, tan obviamente poético, casi tan tópico como las flores y los jardines adquiere en sus manos una nueva dimensión.

Vida y muerte de un jardín de papel es una obra que desafía la prisa y la inmediatez, una lectura que requiere ser habitada con la paciencia de quien cultiva plantas delicadas, misteriosas y de insólita belleza. Gutiérrez nos entrega un libro de una potencia expresiva absoluta, donde la palabra se convierte en un tejido vivo, en un espacio de revelación que transforma nuestra mirada.