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El desembarco de Normandía fue la acción bélica y el acontecimiento definitivo de la II Guerra Mundial que inclinó la balanza del lado de los aliados en contra de Hitler. Fue el principio del fin de la pesadilla nazi y el pilar clavado sobre las playas normandas en el que se sostienen los Estados europeos, Europa como concepto, hoy amenazados por otros males también totalitarios, como la inmigración descontrolada o el fundamentalismo “woke”

El desembarco de NormandíaArchivo

Millones de héroes, millones de historias

Santamarina compone un mosaico de la contienda más importante y célebre de la historia. Muestra historias épicas, crueles, profundamente humanas, que entretienen al lector y le enseñan lo inmutable de los valores y sentimientos humanos

Miguel Ángel Santamarina no ha escrito una historia de la Segunda Guerra Mundial. Eso ya lo han hecho miles de autores antes, con desigual suerte. Ha decidido ofrecernos su selección de las millones de historias épicas, miserables, felices y desgraciadas que ocurrieron durante aquellos años ya lejanos. No pretende, por fortuna, ser omnisciente, ni contar de nuevo lo mil veces narrado, sino mezclar lo grande y lo pequeño, lo histórico y lo anecdótico, lo conocido y lo ignorado. No solo eso distingue a ese libro. También lo hace su estilo, a caballo entre lo narrativo y lo periodístico, fruto de la enorme experiencia de Santamarina en el oficio de contar historias, añadiendo su nombre al de otros grandes de la no ficción narrativa como Scurati o Cerdá.

Cubierta de La guerra que cambió el mundo

Ediciones b (2025). 512 páginas

La guerra que cambió el mundo

Miguel Ángel Santamarina

La guerra que cambió el mundo podría también describirse como un homenaje a quienes vivieron la contienda, la sobrevivieron y la perecieron sin saber si sus gestos, pequeños o grandes, tendrían eco en el futuro. Santamarina, periodista de largo recorrido y editor en la revista Zenda, hilvana en este libro una crónica que no es solo un relato de batallas y estrategia, sino de destinos humanos arrasados por la tormenta del siglo XX.

Creíamos que todo estaba contado sobre esa guerra, pero no es el caso. Cada fragmento puede leerse como un pequeño relato autónomo, con su propia tensión y desenlace, pero en conjunto tejen un fresco que muestra la contienda en todas sus dimensiones. Muestra las grandes operaciones militares pero, sobre todo, se detiene en los actos individuales. El libro supone, por tanto, una apelación al ser humano frente a lo colectivo y, en consecuencia, una reivindicación de la memoria. Siempre impacta más la mirada sobre una sola persona, o un pequeño colectivo, que un número, por enorme que sea.

No hay en estas páginas una simple acumulación de datos. Aquí, la guerra respira. Sus personajes tienen piel y miedo, ambiciones y remordimientos. El lector encuentra a Rommel, el Zorro del Desierto, atrapado entre la lealtad y la conciencia. Descubre también a los jóvenes de La Rosa Blanca, que escribieron la resistencia con tinta y la pagaron con sangre. Y presencia escenas de insólita crueldad que la memoria colectiva ha relegado al pie de página: los bombardeos sobre Tokio, más letales que las bombas atómicas y menos recordados, como si la ignominia se midiera en titulares.

Pero lo más notable de La guerra que cambió el mundo es su forma de recoger historias que parecen sacadas de la ficción, pero pertenecen al terreno de lo real. Santamarina rescata episodios como el de Nobuo Fujita, el único piloto japonés que bombardeó suelo estadounidense, lanzando explosivos sobre Oregón en un ataque simbólico que quedó en el olvido. También aparece la historia de Adolfo Kaminski, un joven falsificador que trabajó para la resistencia francesa. Con apenas 17 años, logró salvar a miles de judíos fabricando documentos de identidad falsos con una destreza asombrosa. Mientras otros luchaban con armas, él lo hacía con tintas y papel, evitando que familias enteras fueran enviadas a los campos de exterminio. Santamarina no olvida el papel de las mujeres en la guerra, destacando al Batallón de Mujeres Negras de la Segunda Guerra Mundial, fundamentales en la logística del ejército de EE.UU., desempeñando una labor crucial en la distribución del correo militar y asegurando que millones de cartas llegaran a los soldados en el frente, manteniendo viva la moral y el vínculo con sus hogares en un conflicto que, paradójicamente, seguía segregando por raza dentro de sus propias filas.

En tiempos de guerras nuevas, el lector comprende que el pasado no es un álbum de estampas gloriosas, sino un lugar complejo, donde aparecieron las mismas virtudes y las miserias que en nuestros tiempos. La guerra que cambió el mundo no es solo un libro de historia: es un recordatorio. La guerra, nos dice Santamarina, no es un espectáculo lejano. Es el retrato de millones de vidas, de sueños rotos, de huidas, de sacrificios silenciosos.

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