El legado de Sabina al Instituto Cervantes

«Es la primera vez en mi vida que en una institución de tanta prosapia y de tantísimo alcance me siento como en mi casa, me siento en mi casa, no como en mi casa. A mí me parece, ahora que se dicen tantas tonterías sobre la marca España y todo eso, que nuestra mayor riqueza, y no solo cultural, es el idioma». Esto es lo que dijo Joaquín Sabina momentos antes de depositar en la caja 1237 del Instituto Cervantes su colección completa de la revista literaria argentina Sur (1931-1992).

«He escrito un libro, he tenido dos hijas y en Rota trasplanté un olivo, no me falta nada y estoy moderadamente en paz conmigo mismo teniendo en cuenta que la gente de mi generación pensábamos que no íbamos a ser nunca adultos porque los adultos eran siempre unos hijos de puta, así que he llegado a los 72 años y aún no me considero un hijo de puta, y con eso me basta», continuó. Junto a Sur el autor ha dejado el manuscrito de su canción Se llama Soledad, la primera edición de su libro de sonetos Ciento volando, cuatro dibujos de gallos de pelea, dos más de una «pareja asturiana» y su famoso bombín.

Sabina también quiso ceder fotos personales en las que aparece retratado junto a amigos como Luis García Montero, el director del Instituto y el «hermano» al que dijo, cuando le pidió que entregara la colección de la revista Sur, si la quería para él o para el museo, «y él con una generosidad no frecuente entre los bibliófilos eligió que se la diéramos al Cervantes».

«Hola y adiós»

«Luis y yo hemos competido siempre en ver quien tenía más primeras ediciones y libros valiosos y, sin embargo, a pesar de que tengo ediciones raras, siempre me ha envidiado un manuscrito de un poema de Federico García Lorca por el que me dijo que mataría. Otra es la colección de Sur ahora propiedad del Cervantes» añadió.

Durante una conversación posterior, el cantante y escritor habló de su retorno a los escenarios: «Me siento bien. Pero no pienso volver a los escenarios mientras que la gente esté con mascarilla o no pueda levantarse o no pueda fumar o tomar una copa. Y me temo que eso no será, sobre todo en Latinoamérica, que está peor que aquí hasta dentro de un año y medio más o menos. Pero sí, sí volveré para decir hola y adiós».