El DVD inédito o el verano del 79 de Bruce Springsteen
Se publica 'The Legendary 1979 No Nukes Concerts', diez interpretaciones inéditas e históricas de los conciertos benéficos en el Madison Square Garden
«Hace unos años empecé a revisar los archivos de grabaciones de las apariciones de Bruce y de la E-Street Band en los conciertos No Nukes de 1979. Rápidamente me di cuenta de que eran las mejores interpretaciones y grabaciones en vídeo de los legendarios setenta de la banda, y me dediqué a sacarle todo el potencial a este material. Después de haber trabajado como director y editor principal para Bruce durante los últimos 20 años, puedo decir sin reservas que este nuevo filme de noventa minutos restaurado, reeditado y remezclado es el estándar referente para Bruce y la banda en directo durante uno de sus mayores períodos creativos».
Así presenta Thom Zimny, colaborador habitual de The Boss, a partir de la película original en 16 mm y junto al audio remezclado de Bob Clearmountain, The Legendary 1979 Nuke Concerts, el filme del cantante y la E-Street Band, que incluye diez interpretaciones inéditas de los conciertos benéficos MUSE en el Madison Square Garden, disponibles en formato digital y en Blu-Ray el 16 de noviembre, el 19 en DVD y 2LP, y el 23 en plataformas digitales.
«Es un concierto de rock puro de principio a fin, la energía es extraordinaria, y el dominio del arte y del oficio del rock es profundamente inspirador», afirma Jon Landau, productor y manager de Springsteen durante 50 años. Según el portal NME, también Billboard, el cantante podría estar negociando con Sony Music la venta de todo su catálogo musical, cuyo precio de mercado se estima entre 300 y 415 millones de dólares. En la actualidad, Springsteen tiene contrato con Columbia Records, que forma parte de Sony, sello donde, a falta de confirmación real sobre la venta definitiva del catálogo, se van a publicar las diez grabaciones históricas de 1979.
Hay una expectación lejana y sin embargo similar a la de una gira en directo. «El que no ha visto a Bruce Springsteen en vivo le falta algo en la vida», asegura Jesús Bengoechea, editor de La Galerna y springsteenguista desde la adolescencia: «Para mí es la esencia de mi juventud». Una juventud, la de los setenta, que llegó más tarde de los conciertos del Madison, sublimada después en 1984 con Born in the USA.
En 1979 se fraguaba The River, el primer éxito comercial de Springsteen, número uno en Estados Unidos, quien, el 8 de noviembre de 2009, junto a la E-Street Band, interpretó el disco al completo, también en el Madison Square Garden. «The River fue una especie de puerta de entrada a parte de mis composiciones futuras, compuesto durante una recesión. Eran tiempos duros en Estados Unidos. La canción que le da nombre la escribí para mi cuñado y mi hermana. Mi cuñado estaba en la industria de la construcción, perdió su trabajo y tuvo que luchar duro a finales de los 70, como mucha gente hoy en día. En esas canciones empecé a abordar el tema de los hombres, las mujeres, las familias y el matrimonio. Originalmente iba a ser un disco simple. Lo entregué así, pero di media vuelta porque sentía que no era lo suficientemente grande. Quería capturar los temas sobre los que había escrito en Darkness (Darkness in the Edge of Town, de 1978). Quería mantener esos personajes conmigo y, al mismo tiempo, añadir música que hiciera a nuestros conciertos divertidos y alegres para el público», declaró Springsteen.
Bruce primigenio
«La melancolía que impregna todas sus canciones» es una de las características que destacan algunos de sus admiradores, que contrasta con (o que complementa a) la energía y la incombustibilidad de sus directos de cuatro horas. Una melancolía subyacente llevada en volandas por el ímpetu necesario para combatir sobre el escenario los problemas de depresión que han acompañado al artista durante buena parte de su vida.
«Es extraordinario que siendo el rockero quizás más universal y de mayor éxito durante décadas, no deja de ser un cantautor de la América rural, un tío sencillo que compone y canta para lidiar con sus propios fantasmas, no para vender discos. Hay ahí una sensibilidad muy acentuada, infinitamente mayor que la de cualquier otro músico de rock que yo conozca. Los Beatles, los Rolling Stones, los Dire Straits, U2… podían hacer y hacían canciones maravillosas. Pero, por lo menos a mí, ninguno toca la fibra como lo hace Springsteen. Hay algo ahí del poder universal de la música como el arte más elevado (por más intangible), del tópico de la música como el lenguaje del alma, y eso lo hermana de alguna manera con Bach, con Mozart, con Beethoven. Y, de hecho, yo veo en Springsteen cosas de los tres», admite Eduardo Ruiz, abogado, directivo de multinacional y seguidor del estadounidense desde la adolescencia.
La sensibilidad y la melancolía mezcladas, casi ocultas, pero visibles, es lo que aparece en los No Nukes concerts. El Bruce primigenio, la Mashenka de Nabokov antes de Lolita. La alegría desbordada de la E-Street Band, solistas virtuosos (Clarence Clemons, Steven Van Zandt [el Silvio Dante de Los Soprano], el batería Max Weinberg…) arropando al rockero incipiente, doliente, desgarrado. El envoltorio para el regalo en bruto; el country o el folk repensados, la música que no existía, acaso como no existía la de Elvis. El hombre abandonado, viviente y entregado sobre las tablas hasta hoy, más de cuarenta años después, que sigue gritando ¡Badlands! como si en vez de írsele la vida le viniera en ello.