Tom Jones, McCartney y otros abuelos de la música que rejuvenecen (y nos rejuvenecen) subidos sin edad a los escenarios
El 'Tigre de Gales' dio un concierto en Pedralbes, pletórico, a los 82, mientras el exbeatle tocó durante tres horas el sábado en Glastonbury a los 80
Que Tom Jones siga siendo el tigre de Gales, un apodo un poco estesopajaresiano y sin embargo elegante hasta el límite, le da a uno esperanzas frente a la vida, el paso del tiempo y todas esas cosas en las que se empieza a pensar mucho más un día de repente. Tom Jones tiene 82 años y es tan joven como el más joven, lo cual es bueno porque viendo a Tom Jones cantar como un tigre a los 82 se toma inevitablemente ejemplo, deseos de ser como él.
McCartney, tres horas en Glastonbury
Tom, Sir Thomas, fue hace poco número uno en el Reino Unido. Cómo no querer ser como él. Y el otro día se fue a Pedralbes a cantar, dijo que estaba envejeciendo (a los 82), y luego se puso a rugir como si hubiera sido una broma, lo de envejecer, durante una hora y media. Tres estuvo Paul McCartney, 36 canciones, actuando en Glastonbury con 80. Una palabra, Glastonbury, que parece que significa: «menores de 40».
Esa voz interminable: el alarido de Tarzán metido en 'Delilah', 'It’s Not Usual' o 'Green Grass of Home'
Aparte de emocionante es alentador y desalentador también. Dicen que Jones bromeó en Barcelona diciendo que ya echaba cabezadas en el sillón, como si eso fuera algo que se hiciera a partir de las ocho décadas, para luego seguir cantando como siempre, con esa voz no de tenor sino más allá, esa voz interminable, como de eco permanente: el alarido de Tarzán metido en Delilah, It’s Not Usual o Green Grass of Home.
Casi lo más característico de los conciertos de estos abuelos estrellas del rock más jóvenes que todo su público pese a lo que pueda parecer, es que ya vienen con todo conseguido. La euforia es anterior a la estancia y a la escucha. Es como si al comprar la entrada y tocarla con los dedos ya estallase la emoción. Tom Jones, Paul McCartney, Neil Diamond, Bob Dylan, los Rolling, incluso Bruce Springsteen, U2, Depeche Mode o The Cure, que ya superan los 60, juegan, o tocan, con ventaja. Patti Smith, a los 75 (los mismos que Iggy Pop, que también está a punto de salir a la carretera), está girando por España.
Lo mejor es que nada palidece. No hay señales de vejez más allá de los signos físicos del tiempo, porque los esenciales están intactos. Paul McCartney canta como siempre, igual que Tom Jones, con ese caudal apoteósico que parece perderse como entre desfiladeros. La sabiduría rejuvenecedora que se sobrepone a la naturaleza. También va para 82 Plácido Domingo, el rey de la ópera, que va para más de 60 sobre los escenarios donde cada vez se muestra mejor.
Tony Bennett grabó un disco el año pasado con Lady Gaga a los 94, cuando ya padecía alzheimer. Charles Aznavour se murió a los 94 habiendo dado su último concierto 10 días antes. Él no podía saber que diez días después de cantar a las puertas del siglo todo se iba a acabar, pero quién sabe algo así, a los 94 o a los 34. Es como si cantaran hasta que no pudieran más, como siempre, como si nada, como vivir hasta que no se pueda más sin tener en cuenta el tiempo, que es de lo que se trata.