Joe Strummer, el líder de The Clash que siempre llevaba en el coche una cinta de Manolo Escobar
El fundador del mítico grupo punk británico, que vivió en Granada donde una placeta le recuerda, nació este domingo hace 70 años en Ankara y el próximo diciembre se cumplirán dos décadas de su muerte
En 1986 Joe Strummer, el líder de The Clash, había cosechado un rotundo fracaso con su último disco y se fue a Granada como un verdadero Washington Irving punk. Cuando le preguntaron por qué Granada, dijo que porque estaba obsesionado con Andalucía y porque quería aprender los misterios del pasado. Dijo que quería comprender y sentir el miedo de los misterios del pasado.
Joe Strummer apareció en la ciudad nazarí y se fue al Silbar, el sitio donde tocaban los grupos de la época. Hoy en día todo el mundo hubiera sabido quién era y se hubiese hecho fotos con él, pero entonces nadie le reconoció. Richard Dudanski, de The 101ers, el primer grupo de Dudanski y Strummer (posteriormente Dudanski también fue el batería de la banda formada por John Lydon, el líder de los Sex Pistols, Public Image Ltd.) cuenta en el documental I Need a Dodge que Joe a finales de los 70 tuvo una novia andaluza, Paloma Romero, que era la hermana de su mujer, Esperanza.
Granada, lugar mítico
Tenían 17 y 18 años y vivían en una casa okupa en Londres. Aquella relación terminó, pero dice Dudanski que la relación emocional con Andalucía se quedó para siempre dentro del adolescente como un misterio de la Alhambra que intentó desentrañar tras la traumática separación de The Clash, que finalmente se había producido después de años de desavenencias.
Granada fue el lugar señalado en el mapa de sus recuerdos, el lugar mítico donde sin pensar se refugió, como si hubiera estado esperándole casi veinte años. El otro fundador y cantante de The Clash, el también cantante Mick Jones, ya había creado Big Audio Dynamite, y Strummer barruntaba la fantasía que de entre las callejuelas del Sacromonte también podría crear su próximo gran grupo.
091 se llamaban los elegidos. Tacho González, uno de sus miembros, fue uno de los primeros que se encontró y habló con él en el Silbar sin reconocerle. La cosa no salió bien de un modo similar, una mezcla de romanticismo y locura e incomprensión sin matices, a cuando Strummer, obsesionado con Federico García Lorca desde que vio una representación de Yerma en Londres, fue hasta Víznar para desenterrarle.
Regreso a la ciudad
Dicen que cuando le mostraron el vasto lugar donde podían encontrarse sus restos, desistió mientras lloraba porque podía escuchar el llanto de todos aquellos muertos. La misma fantasía caprichosa que la de llevar siempre una cinta de Manolo Escobar en el coche porque decía que le ayudaba cuando le paraba la policía al volante y descubría que no tenía carné.
Strummer volvió a la carretera fundando The Mescaleros, pero regresó a Granada en distintas ocasiones. Un día en una terraza un músico callejero no se creía que fuera Joe Strummer y le pidió que tocara London Calling, y la tocó, y no solo el músico reconoció entonces que sí era Joe Strummer, sino que una pareja de ingleses se acercó para decirle que había tocado igual que Joe Strummer.
La relación del artista con Granada no acabó con la formación de una nueva gran banda, pero sí con el descubrimiento del flamenco y el misterio, la paz, de los que hablaba en su juventud, la vida plácida, los amigos y finalmente una placeta en el barrio judío, muy cerca del Silbar, adonde había llegado como un descendiente rockero de Washinton Irving que quiso escribir sus propios cuentos.