Entrevista
Saioa Hernández, soprano: «No es cierto que en España sigamos sin fiarnos de nuestro talento»
La soprano española inaugura la temporada operística de París con uno de los títulos más emblemáticos del repertorio, Tosca de Puccini, en la que tendrá como director musical a Gustavo Dudamel
Saioa Hernández (Madrid, 1979) es una corredora de fondo. Montserrat Caballé, su mentora, consciente de sus cualidades excepcionales, dijo sobre ella que estaba destinada a ser la gran diva del siglo XXI; pero ni siquiera el vaticinio de una gran dama del arte lírico sirvió para que los teatros de su país se fijasen de entrada en el inmenso talento de aquella chica.
En su caso, tuvo que armarse de paciencia y «hacer las Europas», ganándose primero el reconocimiento del público suizo e italiano. En 2018 se convirtió en la primera soprano española en haber inaugurado la temporada de La Scala de Milán, emblema de todos los teatros líricos, mucho antes de debutar en el de su propia ciudad, el Real.
Ahora que comienza un nuevo curso lírico, difícilmente podría hacerlo en mejor compañía. Bajo la batuta de Gustavo Dudamel, nuevo director de la casa, y junto al barón Scarpia de sir Bryn Terfel, hoy protagoniza Tosca de Puccini en la apertura de la temporada parisina, en la Ópera de Bastilla. Al principal coliseo madrileño regresará en julio del año próximo con otra heroína pucciniana, Turandot, para clausurarla.
–En términos tenísticos va usted ya por su segundo Grand Slam… Después de haber inaugurado la temporada de La Scala, ahora hace lo propio con la de la Ópera de París. Es muy complicado llegar hasta ahí, ¿cómo lo ha logrado?
–Sí, por supuesto, es un proceso complicado y que llega después de mucho trabajo y esfuerzo, solo si estás preparado y listo para ello, tanto desde el punto de vista de la técnica vocal como actoralmente, pero sobre todo, tienes que estar preparado mentalmente para lo que eso conlleva.
– Y lo va a hacer nada menos que con Tosca, una ópera esencial en el repertorio de cualquier soprano que desee entrar en la historia. ¿Qué tiene este título que después de un siglo parece seguir fascinando al público?
–Tosca es como ver una película. Es una ópera que no tiene fisuras, en la que todo encaja y todo fluye con naturalidad. Cada nota está conectada a un sentimiento o una emoción y esto te atrapa y te mantiene en vilo.
–Pero en ocasiones los directores de escena se empeñan en retorcer, trastocar el espíritu original de la obra, convirtiéndolo en algo ajeno o incluso contrario a lo que sus autores desearon expresar. En ese sentido, para los que no la hayan visto ya (la producción firmada por Pierre Audi se estrenó en París, en 2014), ¿cómo será esta Tosca?
–Es bastante clásica, respetuosa con el libreto y la música de Puccini. Está actualizada pero te hace sentir muy cómoda en el escenario. Personalmente, me gusta mucho y creo que es una de las más interesantes en las que he participado hasta ahora (¡y son muchas!).
–¿Cómo ha sido el trabajo durante los ensayos con Gustavo Dudamel y el resto del equipo?
–Hemos trabajado mucho, el equipo del teatro es muy bueno y se ha cuidado cada detalle, teniendo en cuenta la individualidad de cada artista y nuestra aportación, tanto a la escena como a la interpretación musical. El maestro Dudamel es fantástico y es muy fácil sentir un feeling musical con él.
–En el reparto figura un nombre legendario, sin Bryn Terfel, ¿cómo está resultando trabajar con él?
–Es una persona maravillosa, reservada y, al mismo tiempo, divertida. Se hace muy sencillo trabajar con él y hemos conectado perfectamente desde el primer día. Con grandes artistas siempre hay un gran entendimiento y en esta producción contamos con un gran equipo artístico como Gustavo Dudamel, Joseph Calleja, Pierre Audi…
–¿Se trabaja mejor en París que en otros teatros?
–Creo que no se trata de mejor o peor. Cada teatro tiene su idiosincrasia, que responde a distintos parámetros, como puede ser el modo de ser y vivir en cada ciudad o país. A veces, cuando debutas en un teatro, te cuesta adaptarte a ese modo de trabajar o de comunicarte con el personal, pero al final todos ellos están muy acostumbrados a colaborar con artistas que llegamos de distintas partes del mundo y nos movemos continuamente y entienden que para nosotros es difícil esta adaptación continua en un entorno laboral. Al final, todo fluye y se crea un gran ambiente de equipo.
–Usted ha tenido que ser profeta fuera, antes de lograrlo en su tierra. Primero se labró una carrera en teatros más pequeños del extranjero pero muy pronto llamó la atención de los grandes… En España los principales escenarios la han requerido cuando su nombre ya estaba plenamente consolidado en el extranjero, ¿seguimos sin fiarnos de nuestros talentos?
–No, no lo creo. De hecho hay muchos artistas y colegas españoles que han trabajado y siguen trabajando principalmente en España. También hay muchos cantantes jóvenes y no tan jóvenes que sus primeras oportunidades las han tenido en teatros principales y temporadas líricas españolas. Yo he tenido algunas de las que me siento muy orgullosa y agradecida, como mi debut en el Teatro de la Zarzuela o todos mis debuts en la Temporada de Ópera de Sabadell o mis posteriores participaciones en la Programación Lírica de La Coruña. Lo que pasa con una carrera después y cómo se desarrolla depende en gran parte de nuestras decisiones y de lo que ocurra con las oportunidades que buscamos o se nos presentan. Cada camino es diferente y yo estoy muy feliz de cómo se ha desarrollado el mío.
–¿Hasta dónde se figura que puede llegar con su carrera?
–Esta es una carrera de autoconocimiento y crecimiento constante. Mi meta es que no exista una meta. Llegaré allá donde me lleve, pero tengo muchos objetivos y planes que me gustaría conseguir y, poco a poco, voy realizando todos.
–Unos de sus modelos es la Caballé, de las primeras personas que confió en usted. ¿Aspira a llegar a ocupar un lugar similar en la historia de la ópera, al menos en España?
–Aspiro a ocupar un lugar en el corazón del público que me escucha en directo, que me envía regalos emocionados por lo que le he transmitido y que viaja kilómetros (los que pueden hacerlo) para poder verme en el teatro y esperar a la salida para saludarme. Otros no pueden acudir in situ, pero están ahí a través de las pantallas de sus ordenadores o sus móviles y me escriben continuamente. Esas son las personas que día tras día me hacen ver que formaré parte de sus recuerdos.
–Cuando un tenista español llega a la final de Roland Garros tiene todo el apoyo institucional, y los políticos suelen acudir a hacerse la foto… ¿También lo harán con usted en la Ópera de la Bastilla?
–Por desgracia, la lírica y el arte en general no están al mismo nivel de popularidad e interés mediático que algunos deportes. Refiriéndonos a Roland Garros, ¿cómo no ir a hacerse una foto con Rafa Nadal después de llevar el tenis español a lo más alto mundialmente? Es un referente y una inspiración para cualquiera y para mí también, como ya he expresado muchas veces. ¡Yo también quiero esa foto! Por otro lado, me siento muy orgullosa y feliz de difundir y fomentar a través de mi arte la cultura y el patrimonio artístico tanto de nuestro país como internacional y es por eso que estoy muy honrada y agradecida de que se me haya reconocido con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2021, en España, y con el Oscar de la Lírica 2021, en Italia, algo que fue completamente inesperado para mí.
–¿Qué otros grandes retos afronta en esta nueva temporada?
–Tras algún año sin debutar nuevos roles, me enfrento de nuevo a cinco debuts (Dolores, Fedora, Amelia Grimaldi, Turandot y otro que aún no puedo anunciar) y la vuelta al personaje con el cual debuté y que he cantado mucho al inicio de mi carrera, Norma.