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Cartel de la película 'Tequila: sexo, drogas y rock & roll'

Cartel de la película 'Tequila: sexo, drogas y rock & roll'

¿El último concierto de Tequila?

La mítica banda preMovida estrenó la semana pasada su documental, Tequila: sexo, drogas y rock & roll, con todas las formas reveladas de un testamento cinematográfico, y el lunes apareció en Madrid en vivo por última vez

Nunca se había oído tanto la palabra «adiós», así que puede que al final sea cierto, pese a que ya lo dijeran hace cuatro años con su último álbum: Adiós, Tequila, casi cuatro décadas después del último. Tequila dio el lunes su último concierto ante una pequeña audiencia en el Teatro Eslava, la Joy de toda la vida, al lado de la Iglesia de San Ginés, donde se casó Lope de Vega, se imagina que con la misma alegría de la despedida de Alejo Stivel y Ariel Rot, tanto tiempo después de que empezara todo, aunque parezca mentira.

Antes del concierto hubo una charla sobre la película de Álvaro Longoria sobre los cinco intensos años de existencia de la banda con los dos supervivientes de los cinco miembros originales (también sigue vivo Felipe Lipe, que abandonó la música). Hablaron de los inicios, de los padres que les acompañaban al principio y antes, casi inmediatamente antes del sexo, las drogas y el rock & roll. De los últimos setenta y los primeros ochenta antes de que la heroína se introdujera en la vida de los cinco jóvenes, uno a uno, que hicieron historia en unos pocos años con un puñado de canciones.

Once canciones

La muerte de Manolo Iglesias y de Julián Infante, ambos por SIDA, pasó por el escenario como la tragedia asumida e irreversible, quizá por la alegría de los que quedan para poder seguir cantándolo después de la caída. Porque, a pesar de alguna apariencia, hay un titán en Stivel y una resistencia de fondo en Rot, ambos felices, cómo no después de todo, quienes ya no van a cumplir los sesenta y no acaban de decir el adiós definitivo, aunque lo digan sin demasiada importancia, puede que para no perder la compostura en el recuerdo de aquella emocionante, y también triste, aventura casi infantil.

Once de sus canciones más reconocibles para una despedida de dos viejos adolescentes que se saltaron la edad adulta para despedirse de los de su edad, de su público y del que llegó después de su disolución porque ellos se quedaron ahí sonando sin parar hasta hoy. O hasta ayer. Precisamente los dos argentinos del grupo que llegaron a Madrid con sus familias huyendo de la dictadura en el 76 y en el 78 se convirtieron en estrellas, en pequeños Rolling Stones en español sin poder sacarse aún el carné de conducir.

Alejo y Ariel, el resultado final de la imagen original, glam, llena de copias, de influencias, unos Joy Division para bailar en la plaza del pueblo en que se convirtió la pista, precisamente de la Joy. Una despedida alegre. Rot tocaba y hacía sus coros con la sonrisa casi dibujada bajo los ojos tintados, el mismo Rot de siempre, y Stivel se movía con agilidad medida, adaptada a los tiempos. La serenidad de Tequila, desprovista de los excesos de la juventud como provista de los años de la vida. Pura nostalgia en los ojos del cantante escondida para siempre en la melodía inolvidable y final de Salta!!

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