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Xabier Anduaga en el palco del Teatro Real, donde interpreta La Sonámbula

Xabier Anduaga, tenor: «Hoy ya no basta con ponerte en el medio del escenario y cantar»

El Debate entrevista al tenor del que todo el mundo habla estos días, el vasco Xabier Anduaga, que interpreta a Elvino en La Sonámbula, la ópera de Bellini que se representa en el Teatro Real

Hasta los primeros días de enero, todavía es posible escuchar a Xabier Anduaga (San Sebastián, 1995) en La Sonámbula, la ópera de Bellini que se representa en el Teatro Real madrileño. Su debut en uno de los roles más comprometidos del belcanto, el pasado día 15 de diciembre, junto a su compañera de reparto, la espléndida soprano norteamericana Nadine Sierra, causó una auténtica conmoción entre los aficionados, a pesar del polémico montaje.

Nada raro teniendo en cuenta las credenciales de este joven tenor que va camino de hacer historia: en abril debutará en el Metropolitan de Nueva York sin haber cumplido aún los 30, mientras los principales teatros internacionales le abren sus puertas de par en par. El tópico «ha nacido una estrella» se ha hecho realidad, como prueban las ovaciones que ahora cosecha en la capital. Si están aquí, no se lo pierdan. En tiempos de consumismo atolondrado y febril, puede resultar uno de los mejores regalos navideños.

La soprano Nadine Sierra (Amina) y Xabier Anduaga (Elvino) en la representación de 'La Sonámbula', de Vincenzo BelliniJavier del Real

–En su día Haendel amenazó con arrojar por la ventana a una célebre soprano de su época porque esta se negaba a cantar una de sus arias tal como él la había escrito. Hoy los compositores ya no están presentes en la mayoría del repertorio que ustedes interpretan, pero el público puede ejercer en ocasiones de celoso guardián de las tradiciones. ¿Siente la presión de cantar una de las joyas del belcantismo en Madrid, donde hacía 22 años que no se representaba pese a lo popular que fue en otra época?

–Sí, por supuesto que siento esa presión y una enorme responsabilidad, pero por el papel, no por el teatro. Al final a todos los compositores les tengo un gran respeto porque debo serle fiel a lo que han escrito. En cambio, la presión por cantar ahora este título en Madrid no existe, de hecho es como si lo hiciera en mi casa. Aquí me siento arropado por una gran familia que pone todo de su parte para ayudarme a procurar que este debut sea para mí lo más tranquilo posible.

–Elvino, el protagonista masculino de La Sonámbula, no siempre resulta demasiado simpático porque parece desconfiar de su chica. Sin embargo, lo que redime siempre a su personaje es la pureza de la música belliniana, que es donde quizá pueda encontrarse su auténtico yo. ¿Usted cómo lo ve, coincide en su apreciación del personaje con la visión que la directora de escena tiene de él?

–La verdad es que para mí no ha sido fácil abordar este papel, no me siento cómodo siendo «el malo de la película», y menos con un Elvino que en esta producción es violento, machista, agresivo y todas las connotaciones negativas que se le pueden atribuir a este personaje… Pienso que, efectivamente, la música es la que te hace descubrir el auténtico «yo» del personaje, un Elvino que quizá pueda sentirse vacío en algún momento pero que en su interior alberga mucho amor. Eso se demuestra en la música.

–Alfredo Kraus, y quizá de una manera más directa Luciano Pavarotti, por la fama que obtuvo, fueron los dos tenores que rescataron al personaje de Elvino para la modernidad, devolviéndole algo del primer peso vocal que se había perdido por el camino, en detrimento de la pujanza de sopranos de gran personalidad como la Callas. ¿De cuál de estos señores cantantes se encuentra más próximo?

–Me parecería demasiado osado por mi parte compararme con alguno de esos dos tenores, ni a nivel técnico ni vocal, es imposible. Pero también le digo que estamos en otra época. Callas, Kraus, Carreras o Pavarotti eran los auténticos divos de sus producciones, todo giraba entorno a ellos. Hoy en cambio se prefiere buscar un equilibrio entre todos los elementos de una ópera: orquesta, puesta en escena, cantantes… La nuestra es más una labor de conjunto, ya no sirve que el cantante se sitúe en el centro del escenario y simplemente cante su aria.

–Viéndole junto a la soprano Nadine Sierra, la aclamada protagonista femenina de esta Sonámbula madrileña, la química entre ambos parece más que evidente. ¿Son conscientes de que quizá podrían llegar a formar una pareja artística para la historia? ¿Cuándo los veremos juntos de nuevo?

–Lo de «pareja histórica» suena demasiado fuerte… pero lo cierto es que con Nadine, desde que nos conocimos, conectamos inmediatamente a nivel personal y musical. Desde el principio comprobamos que musicalmente hacíamos cosas iguales sin darnos cuenta. Para mí es muy especial cantar con ella, y sobre todo ahora que coincidimos por primera vez en una ópera por la posibilidad de pasar tanto tiempo juntos durante los ensayos y funciones y conocernos mucho más a nivel musical. Y sí, lo cierto es que en las próximas temporadas vamos a actuar muchas más veces juntos, pero por ahora es todo lo que puedo decir.

Xabier Anduaga y Nadine Sierra en el montaje de 'La Sonámbula' del Teatro RealJavier del Real

–A veces lo más complicado no es llegar, si no poder repetir. La fecha de su debut neoyorquino está en camino y ya anda negociando próximas apariciones en ese templo lírico. Y lo mismo en Covent Garden, donde tras su reciente éxito allí ya le han tentado con unos «Puritani». ¿Qué puede contarnos sobre futuros compromisos internacionales?

–Como sabe aún no puedo desvelar títulos ni fechas, pero sí puedo decir que volveré al Metropolitan, y también a Londres. Haré mi debut en Viena y regresaré a Madrid y Barcelona. Lo más importantes de cantar en un teatro es que les gustes y que por eso te vuelvan a contratar. Es verdad que llegar resulta muy importante, pero si quieres tener una carrera de primer nivel, durante muchos años, lo más importantes es repetir.

–Usted parece convivir naturalmente con el éxito desde el primer día: premios relevantes, batutas de postín que lo reclaman, presencia en los principales teatros internacionales… ¡y sin haber cumplido aún los 30! Cuando se tiene éxito tan pronto, algunos le esperan ya con el hacha en la mano. ¿Qué les diría a esos que se alegrarían de que algún día pudiera llegar a pinchar?

–Sinceramente, las personas que se alegran del mal ajeno no me interesan en absoluto. Ni quienes me lo desean a mí ni a los demás. Personalmente nunca podría alegrarme de lo malo que le ocurriera a alguien, y si hay algunos que lo hacen conmigo peor para ellos porque eso solo sería el reflejo de lo vacías que deben encontrarse sus vidas.

–Siendo tan joven se le acercarán todo tipo de «consejeros» y casi siempre sin haber recabado antes su permiso. ¿Lo lleva con resignación o les contesta? ¿De quién se fía?

–Sí, claro, en mi carrera ha habido desde el primer día mucha gente que se me ha acercado, y seguramente con buenas intenciones, pero a veces cuando eres tan joven e inexperto no resulta fácil asimilar los consejos que te dan, incluso cuando estos puedan resultar válidos. Tu capacidad para poder procesarlos en ese momento es limitada. Yo me fío sobre todo de las personas que me quieren, que me dicen la verdad y que están ahí para ayudarme como mi profesora, Elena Barbé, cuyos consejos son vitales para mí desde el principio por su sinceridad.

–Hagamos un poco de espiritismo, coja la bola y dígame dénde se ve a usted mismo dentro de 20 años. ¿Tiene ya trazado en su cabeza el itinerario de su carrera?

–Sinceramente no sé dónde me veré dentro de veinte años, ¡pero seguramente paseando por La Concha! (risas)… Bromas aparte, no sé hacia dónde va ir mi voz, pero le mentiría si dijera que no me gustaría cantar roles de «lírico-spinto» (un repertorio más pesado vocalmente que el que interpreta ahora mismo) dentro de muchos años. Me encantaría hacer Pagliacci, ¡no nos vamos a engañar!

–Conociendo sus afinidades, hay una persona a la que le habría encantado estar presente en este debut, y que seguramente habrá estado viéndolo, quizá sentado junto al mismo Bellini. Me refiero al gran belcantista Alberto Zedda, que algo tuvo que ver en el inicio de su carrera. ¿De qué manera le ayudó?, ¿cuál fue el mejor consejo que recibió de él?

–Sí, Alberto Zedda es una de las personas que más impacto tuvo en el desarrollo de mi carrera desde el principio, porque fue el primero que confió en mí. Me dio la oportunidad de debutar en el Rossini Opera Festival, en Pésaro, cuando yo tenía veinte años, sin haber cantado aún una ópera en mi vida. Desde que me conoció hubo siempre entre nosotros una química muy especial. Me decía todo lo que pensaba, lo bueno y lo malo, y eso era lo mejor de él, que me ofrecía siempre la verdad para ayudarme a mejorar. Lo que más me ha servido fue su manera de explicarme cómo debe prepararse un papel, tanto a nivel musical como del propio personaje, y de lo importante que era seguir fielmente lo que el compositor había escrito. Cuando hablábamos de Rossini, por ejemplo, me transmitía ese apego hacia la partitura, a aquello que el compositor había querido transmitir.

Xabier Anduaga en su papel de Elvino en 'La Sonámbula', en el Teatro RealTeatro Real

–Con los precios actuales resulta complicado que los jóvenes puedan acudir a la ópera, pero si aún así encontraran la forma, ¿qué le diría a una persona de su edad, o incluso menor, para animarlo a que acudiera a una función de La Sonámbula?

–Es cierto que no todo el mundo se lo puede permitir, pero también hay entradas para jóvenes a partir de veinte euros. Todos tenemos hobbies en los que nos gusta gastarnos el dinero. Si no has ido nunca a la ópera puede resultar complicado decidirse la primera vez, pero creo que a todos nos gustan las historias, la música… y en la ópera podemos encontrarnos con una historia de verdad, aunque haya sido escrita hace muchos años, y con cantantes jóvenes interpretándola. En algún momento todos nos ponemos a ver una serie de Netflix, así que por lo menos una vez podíamos probar también a ir a una ópera.

–Si un día se levanta y los agudos han desaparecido, como ocurre en las peores pesadillas de muchos de sus colegas tenores, ¿a qué se dedicaría?

–Espero que eso no ocurra nunca porque, como dice, esa es la peor pesadilla para un cantante. Pero si llegara a suceder, como siempre bromeo con mis amigos, lo tengo muy claro: abriría una pizzería para poder cantar «O sole mio», como fuese, y llenar así mi vacío musical.

–¿Qué le gusta hacer cuando no está entre ensayos y funciones?

–Soy muy familiar, me gusta estar con familia y los amigos, aprovechar el poco tiempo libre disponible para volver a casa y ver a mi abuela. Esos son los momentos más importantes de mi vida. En esta profesión estamos casi siempre fuera, por eso poder regresar, estar tranquilos, a gusto, volver a ser una persona normal, para mí, eso es lo más bonito.

–Más allá de la ópera, ¿le interesa algún cantante especialmente?

–Me gustan muchos y de géneros muy distintos. Me encantan Luis Miguel, Michael Jackson, los Rolling, Alejandro Sanz… La verdad es que podría citar a miles porque me gusta escuchar a cantantes muy diferentes. De todo se aprende.

–Gasta un cierto aire a uno de los protagonistas masculinos de Euphoria, la estupenda serie de HBO que arrasa entre los jóvenes. ¿No se plantearía cambiar su profesión por la de actor?

–Soy cantante de ópera y por tanto tienes que actuar, pero son dos mundos completamente diferentes. No creo que fuese posible cambiar de un día para otro la profesión. En mi mundo intento hacerlo lo mejor posible cada día, preparándome también en la faceta interpretativa, pero al final yo soy cantante de ópera, no actor.

–¿Cambiaría su próximo debut en el Met por que la Real Sociedad ganara la Liga o, mejor, una Champions?

–¡Y por qué cambiarlo si podemos tener las dos cosas! Creo que son totalmente compatibles.

–Corto y al pie: ¿en qué teatro español le gusta más cantar?

–Complicado de responder… Diría que en el más veces he cantado es el Real, donde más amigos tengo y más tranquilo me encuentro. En Barcelona, Bilbao, Las Palmas o A Coruña también me siento como en casa… Pero al final me voy a mojar: si tengo que elegir uno, le diría que el Teatro Real de Madrid.