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Carolina Durante (y Los Nikis) regresan al futuro

La esperada actuación del grupo madrileño en el Wizink Center no defraudó a los 10.000 fieles (y subiendo) del «nuevo» pop punk español

Cuando ponen en la televisión Regreso al Futuro uno tiene una bonita y esperanzadora sensación de pertenencia al pasado, al buen pasado. Que Los Nikis hayan vuelto desde allí para acompañar a los cuatro chavales que recuperaron su sonido (como cuando Marty McFly hizo de una caja un monopatín en 1955) creó una especie de gigantesco DeLorean (el coche que utilizaban en la película de Robert Zemeckis para viajar en el tiempo) en el Wizink Center, donde los talludos se mezclaron con los más jóvenes y los medio jóvenes con el pogo de por medio, ese barullo saltador salvaje, juvenil, ramonístico, sexpistoliano, nikisiástico y ahora calorinadurantiano: los herederos de una tradición sumergida que el viernes no solo salió a la superficie sino que voló con su motor guitarrero infinito.

Carolina Durante el viernes en el Wizink Center de MadridEFE

Y es que los Carolina no paran. De tocar. Y entonces el público no para de saltar. Casi dos horas un poco largas de un repertorio ya suficiente (solo cinco años les contemplan), pero algo repetitivo por las características de una lista que no da respiro y al final agota, no por aburrimiento sino por ritmo frenético. Sin alguna balada (o similar) que ofrezca un interludio de recuperación el espectáculo se resiente, aunque quizá sea cosa de las características de este escribiente que forma parte de la banda de los talludos emocionados por volver a escuchar a Los Nikis en Carolina, resucitados de forma impensable y gozosa en el páramo del antipunk mayoritario de la música española. No es que dieran el conciertazo de sus vidas los de Algete, pero ahí estaban con Brutus y el Imperio o Enrique el Ultrasur.

Mejor estuvo el comienzo de Carolina Durante, alargando quizá demasiado, aunque se les perdona todo, la cita de sus vidas (hasta el momento). La personalidad de Diego Ibáñez hace mucho en favor del espectáculo y Carolina es buena toda ella, la batería, el bajo y la guitarra. También los coros. Y las canciones resuenan potentes, sólidas, vivísimas, divertidísimas. Y los coros del público desgañitándose son la señal viva de su arraigo arrollador. Hay un germen, una semilla de la que se advierte que crecerá un árbol recio, ya lo es, porque está sembrado sobre la tierra fértil del pasado y regado con el agua fresca del presente, como ir a ver al cine Regreso al Futuro un viernes por la noche y salir como cuando aquella vez uno la vio de niño, si es que hoy ya no lo es.