Se cumplen 90 años del nacimiento de la reina del Soul, Nina Simone

Nina Simone nació el 21 de febrero de 1933 en Tryon, Carolina del Norte (EE. UU.) y hubiera cumplido 90 años hoy martes 21 de febrero de no ser por el fatal cáncer de pecho que se llevó su vida en 2003. Eunice Kathleen Waymo, su verdadero nombre, llegó a este mundo con un don especial: una voz profunda y meliflua al mismo tiempo, además de un talento innato para el piano.

Su apodo, «Nina», le venía de la palabra española niña que es como la llamaba un chico hispano con el que salía de joven y «Simone» como homenaje a la actriz francesa Simone Signoret.

En plena segregación racial, la cantante se convirtió en un incono de libertad y un ejemplo de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos que tanto tardó en llegar a Estados Unidos.

Sus comienzos

Su carrera comenzó de forma obligada en el bar donde trabajaba en Atlantic City: «o cantaba o estaba despedida», le explicó el dueño del bar. Este es el principio de una de las mayores leyendas del soul, un concierto en un tugurio llego de borrachos en el que tocó los clásicos del góspel de la época.

Aunque su sueño siempre fue convertirse en la primera pianista negra en subirse al Carnegie Hall. Un sueño que fue frustrado al no poder acceder a los conservatorios más prestigiosos como el Curtis Institute of Music de Filadelfia donde aunque sí que le concedieron una beca al principio, fue rechazada más adelante en la audición de acceso. «Me rechazaron por ser negra», aseguró Simone durante toda su vida.

Una frustración y un dolor que la persiguió hasta el día de su muerte lamentó en numerosas ocasiones su hija.

Su primer éxito

La cantante tuvo que seguir adelante tras el rechazo tocando en clubs y bares, sin embargo, no tardó en destacar por sus innovadores arreglos y su increíble forma de interpretar. La fama le llegó con Little Girl Blues, su primer álbum realizado en 1959 que para ella significó una manera para seguir estudiando piano clásico.

Se convirtió en una virtuosa del piano con una interpretación que abarcaba muchos estilos y con unas actuaciones, muy intensas, que la dejaban sin aliento en cada función. Su carrera se fue transformando en una exploración propia de la búsqueda de su identidad como artista. Su figura rompió tabúes: fue de las primeras artistas negras bisexuales conocidas en una época y un país muy conservador.

Su manera de luchar contra la segregación fue a través de sus letras. En sus conciertos se enarbolaban proclamas sobre los derechos de los negros y en contra de la discriminación racial. Tras la muerte de Martin Luther King, la cantante se radicalizó apoyando movimientos como el de los Black Panthers y su carrera dio un vuelco hacia abajo. El compromiso con estos movimientos violentos perjudicó gravemente su carrera teniendo que abandonar su país y trasladarse a Francia.

Un homenaje tardío

Es en el país galo donde pasaría sus últimos años de vida. En abril del 2003 la cantante fallecería a los 70 años de edad a causa de un cáncer de pecho. El Curtis Institute of Music le concedió su ansiado doctorado de forma póstuma, un reconocimiento que llegó demasiado tarde y sin hacer justicia al legado de la «Reina del Soul».