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Más allá de Bach, Händel, Mozart y Beethoven: existe la música sacra contemporánea

Compositores como Arvo Pärt, Frank Martin o Stravinsky demuestran que la música continúa siendo una vía preferencial para elevar el espíritu y ahondar en la relación con el Misterio

¿Tiene la música contemporánea algo que decir sobre la cuestión de Dios? ¿Puede ser, como lo es el arte, la literatura o el cine, una vía preferencial para entrar en relación con el misterio?

El compositor, director de coro, pianista y graduado en Comunicación Audiovisual Luis Meseguer afirma que, de hecho, es así. «La música es un reflejo de Dios, una huella, como puede serlo una puesta de sol o la belleza de las palabras. La música es una manifestación de esa Belleza superior que otras artes no alcanzan, y no hace falta pasar por un conservatorio para entenderlo», explica quien ha compuesto él mismo varias obras, como Ángelus (2022).

Más allá de los grandes compositores de música sacra de la historia, de Bach a Händel pasando por Mozart o Beethoven, la música sacra contemporánea es una expresión artística que se ha desarrollado en los últimos años y que busca renovar el patrimonio musical religioso, evolucionando y adaptándose a las nuevas tendencias y corrientes musicales.

Esta nueva música sacra contemporánea se inspira en las raíces de la música litúrgica tradicional, pero al mismo tiempo incorpora nuevos ritmos y melodías que la hacen más cercana y accesible al público actual. Los artistas que se dedican a la música sacra contemporánea buscan ofrecer una alternativa musical que aporte a la vida espiritual de las personas.

Arvo Pärt

El compositor estonio Arvo Pärt abandonó el dodecafonismo y el serialismo a principios de los años 70 tras una crisis espiritual. Decidió entonces estudiar canto gregoriano y unirse a la Iglesia Ortodoxa Rusa. Para este compositor contemporáneo, la música es el idioma de los ángeles, que usan el aire para cantar, para participar en la creación.

Los textos de su álbum Litany se basan en las oraciones de San Juan Crisóstomo, uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia Oriental y creador de la liturgia sobre la que se estructura la Iglesia Ortodoxa Rusa. El estonio es el creador de piezas musicales que ya son legendarias como Fratres , Tabula rasa, Cantus in memoriam Benjamin Britten , Für Alina o la banda sonora de la obra maestra de Paolo Sorrentino, La gran belleza, titulado My heart's in the highlands.

Ígor Stravinsky

El compositor y director de orquesta ruso Ígor Stravinsky exploró diferentes corrientes musicales a lo largo de su vida. En los años 50 comenzó a aplicar la técnica dodecafónica en obras a menudo basadas en textos bíblicos como Canticum sacrum y Threni, A Sermon, a Narrative and a Prayer, y El diluvio. Durante esta etapa sobresalen títulos como Movimientos para piano y orquesta, Monumentum pro Gesualdo y Requiem canticles (1966).

Stravinsky creía que «la música alaba a Dios, y es mejor o es más capaz de alabarle que el edificio de la iglesia y toda su decoración; es el ornamento más grande de la Iglesia». En su obra La consagración de la primavera plasma una idea de Dios terrible, alguien impulsivo e imprevisible, lo que se aprecia en su música.

Frank Martin

En contraste con Stravinsky, Frank Martin proyecta una imagen de Dios como misericordia. Este compositor suizo, fallecido en 1974, es hijo de un pastor calvinista que le llevó a escuchar la Pasión de San Mateo de Bach cuando tenía 12 años, lo que le cambiaría la vida para siempre.

Martin estudió Física y Matemáticas a la vez que hacía la carrera de piano, composición y armonía con el compositor Joseph Lauber. Su música hablaba a menuda de su cristianismo, y sus composiciones «surgían de la individualidad más que la universalidad de la fe... ciertamente más amplia que el calvinismo». Su Misa para doble coro muestra, por un lado, un ritmo severo, marcado e inflexible, y por otro uno más sensible, con una melodía sensual y agradable. «Son las dos manos del Padre, la que corrige y la que abraza», explica Luis Meseguer, que traza un paralelismo con la parábola del hijo pródigo.

Ramón Humet

Exquisitamente sencillo, pero infinitamente profundo; delicado y sutil, con una gran imaginación poética. Estas son algunas de las críticas que recibe el compositor catalán Ramón Humet. Hablar con él significa compartir el placer que siente por el arte, la poesía de Basho o Pessoa, o la música polifónica del Renacimiento.

En su disco Llum (luz) toma las oraciones de los monjes de Montserrat y muestra lo sagrado como algo íntimo, que se encuentra dentro de cada uno. A menudo emplea el canto difónico, propio de Asia Central, que produce dos o más sonidos simultáneos con una ligera variación (alrededor de un armónico), trazando un paralelismo entre la bajada a las profundidades del ser y la elevación hacia lo alto.

Ivan Moody

Descrito como «un polímata musical», el británico Ivan Moody estudió composición, pero también teología ortodoxa oriental, desarrollando un creciente interés por la música del siglo XX y contemporánea de Rusia y los Balcanes, la música de la Iglesia Ortodoxa en la era moderna, la música y la espiritualidad, la música como teología, la estética del modernismo y el posmodernismo y su intersección con la música sacra ortodoxa y la cultura musical del Mediterráneo.

En Apokathilosis habla de un Dios que se entrega, del descendimiento de la cruz, cuando no queda más por entregar, haciendo al que lo escucha navegar por emociones de agradecimiento y armonía, pero también de culpa y profunda tristeza gracias a las disonancias con las que salpica la composición.

Otros compositores

Otros compositores de música sacra contemporánea incluyen a Dan Schutte, estadounidense que ha compuesto algunas de las canciones más populares, como Here I Am, Lord, que ha sido interpretada en innumerables ocasiones en misas y celebraciones religiosas en todo el mundo, o David Haas, que con Blest Are They recorre las bienaventuranzas.

Marty Haugen, John Michael Talbot y Bernadette Farrell también entrarían en esta categoría, si bien merece la pena destacar a Sungji Hong, cuya Missa Lumen de Lumine en la ECM New Series (ECM 1929), interpretada por el conjunto vocal Trio Medieval, recibió elogios de la crítica y alcanzó el top ten en el Billboard Classical Chart y en los clásicos de iTunes.