Hoy es el gran día: mucho que celebrar en la Fiesta de la Resurrección
El evento más esperado de la primavera, organizado por la ACdP, congregará a miles de cristianos en el centro de Madrid para celebrar la mejor noticia: la resurrección de Jesucristo
¿Tenemos los católicos tendencia a «refugiarnos en la cueva», como recuerda Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la ACdP y principal propulsor de la Fiesta de la Resurrección? ¿Hemos delegado nuestra presencia pública, hemos cedido las plazas y ágoras en favor de «la cultura dominante»? Y casi más importante... ¿cuál es verdaderamente esa cultura dominante?
Dice Pablo Velasco, otro de los organizadores del gran evento de la primavera madrileña, que «el canto da voz al corazón, pues de otro modo difícilmente podría expresarse la alegría de la promesa cumplida». Este parece ser el verdadero fuego del cristiano: el de transmitir una noticia, una buena noticia (la mejor de todas), la de que la muerte no tiene la última palabra.
Acudimos al cine y a representaciones teatrales, invertimos tiempo y dinero en el auditorio o en la ópera, encajamos calendarios para no perdernos ni un solo festival. Y en todo ello, en esas expresiones culturales, buscamos la huella de la trascendencia. «Examinadlo todo; quedaos con lo bueno»: estas palabras de san Pablo expresan una síntesis genial del significado de la cultura, entendida como búsqueda continua e incansable de lo verdadero, lo bello y lo bueno. ¿Y si en vez de buscarlo, somos nosotros los autores, los impulsores de esa cultura que teje la historia?
De este ímpetu nació la idea de la Fiesta de la Resurrección: cuando uno experimenta la belleza y la correspondencia, se siente empujado a ser protagonista; a construir, contribuir y dar a conocer esa belleza. Esta exigencia es original y natural: es una ley de nuestra existencia. Por ello, testimoniar de qué forma el acontecimiento cristiano es la respuesta más verdadera a las exigencias humanas y acompañar a las personas para que verifiquen en la vida la propia fe es nuestra tarea más urgente.
Da un poco igual que te gusten más o menos Grilex o Hakuna (aunque es difícil que no puedas apreciar, ni siquiera ligeramente, su creciente calidad musical). Tampoco es tan relevante que ni Carlos Baute ni Andy y Lucas conformaran tu playlist adolescente, o que Nachter no consiga, incomprensiblemente, arrancarte una sonrisa. Porque la fe no se concibe como algo «al margen» de los compromisos cotidianos concretos, las decisiones y los proyectos, sino inherente y pertinente a ellos. Esta conciencia genera la pasión por trabajar constructivamente en cada ámbito de la realidad y de la vida social y cultural.
Cultura, caridad y misión son las dimensiones que caracterizan la experiencia del cristiano. En ellas se manifiesta y se expresa una concepción de la vida, que reconoce y realiza esa suprema ley de la existencia que es el amor, abriéndonos a la relación con todo. Se trata de una experiencia concreta e integral, marcada por gestos vividos personalmente, y que abarca todos los aspectos del vivir, incluso la acción social y política. Incluso la implicación cultural. Por ello, acudir hoy a la Fiesta de la Resurrección es en primer lugar una oportunidad para nosotros: una oportunidad para verificar la promesa de la fe de una vida más abierta, más plena, y más rica.
¿Hay algo más cristiano que celebrar?