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Raphael durante un conciertoGTRES

Raphael, 80 años de curvas desde Linares y una Salzburgo infantil hasta la apoteosis mundial

El cantante jiennense cumple ocho décadas casi completas sobre los escenarios y los platós de cine y televisión desde que decidió que quería ser artista durante un «sueño»

De niño le llamaban Falín, de Rafaelín, y cuando se hizo mayor anduvo probando nombres artísticos hasta que el día que entró por primera vez en la discográfica Phillips (que se pronuncia «Filips») se cogió la «ph» para sí, y hasta hoy, con 80 años, siempre ha sido Raphael. El mismo que a pesar de las ocho décadas de carné decidió dejar de cumplir a los 23, del mismo modo que un día se presentó al Festival de Benidorm con 13 canciones y quedó primero, segundo, tercero, quinto, octavo y noveno: el prodigio que ya había sido la mejor voz infantil de Europa en el concurso internacional celebrado en Salzburgo con solo 12 años.

Raphael en el Festival de Eurovisión en 1967GTRES

Antes de eso, de ganar a los inalcanzables niños cantores de Viena, había decidido ser artista después de caerse de un caballo mientras veía La Vida es Sueño, de Calderón. Surrealismo o magia, la transformación fue ocurriendo. Decía «s» en vez de «c» a pesar de saber decir esta última, como Rafael Nadal juega con la mano izquierda a pesar de ser diestro. Todo estaba haciéndose, el mito, que desde la altura de Salzburgo volvió a empezar a cantar como hombre en clubes de alterne, para que no pueda decir nadie que lo suyo fue fácil.

Raphael durante un concierto.GTRES

Del gran teatro a Phillips, donde se convirtió en Raphael, previo paso por el lupanar, como quien ha de pasar por todos esos lugares sombríos y luego subir y cruzar las montañas para llegar al paraíso de la costa amalfitana. Raphael ya provocaba curvas en su público como las que van de Ravello a Amalfi a través de los acantilados, pero el jiennense nunca tuvo miedo a nada, un genio, y cuando grabó su primer disco se lo envió a la duquesa de Alba para decir que él era aquel. Antes de eso ya le acartelaron con Edith Piaf, torero joven con leyenda, actuación que no pudo tener lugar porque la intérprete francesa se puso enferma.

Boda de Raphael y Natalia Figueroa en Venecia en 1972©RADIALPRESS

El mito ya se extendía y es posible que se clavara como las vigas de madera de Venecia (donde se casó con Natalia Figueroa, la nieta del conde de Romanones en 1972) el día que entre el público alguien gritó: «¡Hijo de puta, maricón de mierda… pero qué bueno eres!». Era el triunfo absoluto en aquella España de los 60 que el cantante había conquistado. Con Yo soy Aquel se fue a Eurovisión mientras hacía la mili, y antes de que acabaran la década le llamaron de urgencia para actuar en Londres y sustituir en el teatro a Judy Garland (la antigua Dorothy de El Mago de Oz y madre de Liza Minnelli), que se había suicidado.

Raphael en el pasado Festival de MálagaGTRES

Después de los teatros y de la televisión llegó el cine, como Elvis. Y en el cine o mientras hacía cine tuvo sus asuntos con Ava Gardner y hasta con la URSS, donde llegó a actuar. Pocas cosas se le escapaban a la ya estrella absoluta. Tampoco El Show de Ed Sullivan, el programa de Tom Jones, con el que cantó en directo, el Madison Square Garden o el Disco de Uranio, una cosa extraterrestre que dicen que solo han logrado, además de él, Michael Jackson, Queen y AC/DC, por vender 50 millones de copias de un solo disco. Por su alcoholismo le tuvieron que trasplantar el hígado y luego siguió (y sigue) a lo suyo como si no hubiera sido nada veinte años después vestido de negro, como Johnny Cash, el hábito que tomó el día de la apoteosis de su primera actuación en México, donde dicen que Alaska, entonces una niña, se volvió tan loca que se fue a España para siempre detrás de él.