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Rutger Hauer en la escena final de 'Blade Runner' (1982) de Ridley Scott

Rutger Hauer en la escena final de 'Blade Runner' (1982) de Ridley Scott

¿Es la inteligencia artificial una amenaza o una ayuda a la creatividad humana como creen Pet Shop Boys?

El grupo británico se ha desmarcado de la indignación general del gremio musical para afirmar que la tecnología podría ayudar a «superar el bloqueo creativo»

la Inteligencia Artificial (IA) ha irrumpido en el mundo de la música como Elvis Presley en los 50, pero sin el entusiasmo de los jóvenes. El rechazo mayoritario de los mayores, como Sting, ha llegado hasta el llamamiento a una cruzada para detener el avance de las máquinas, que se produce al más puro e imposible, hasta ahora, estilo de Terminator. Grupos y artistas como Oasis, Eminem o The Weeknd han sido reproducidos por los desarrolladores en una distopía musical que solo acaba de comenzar.

Estos desarrolladores, auténticos entrenadores de máquinas en la imitación, cada vez más perfecta, de momento pueden confundir a un notable número de personas. Pero ¿qué pasará cuando se alcance la «perfección»? La cultura humana, la cultura de la sociedad, es un caballo histórico de batalla y lo sigue siendo en esta época de digitalización, desensibilización y desmemoria como consecuencia.

«Herramienta poderosa»

La pérdida de la sensibilidad, del gusto por el arte y la obra humana, cada vez más numerosa y sin embargo anónima (se publican más libros y canciones y películas que nunca, la mayoría de imposible apreciación por el público debido a la vorágine de estrenos perdidos, en el propio ritmo que afecta a la calidad de las producciones), es un arma poderosa para un posible triunfo de las máquinas sobre la creatividad humana, sobre el ser que remite a historias apocalípticas, antaño impensables, y sin embargo hoy próximas en una especie de invasión, en principio inofensiva como la de La Guerra de los Mundos hasta que se desencadena el desastre.

El mítico grupo de pop electrónico Pet Shop Boys ha reconocido las posibilidades de la inteligencia artificial en el proceso creativo: «Hay una canción para la cual escribimos el estribillo en 2003 y nunca la terminamos porque no se me ocurría nada para los versos. Pero ahora, con la inteligencia artificial, podrías proporcionarle las partes que has escrito, presionar el botón y dejar que complete los espacios en blanco. Es posible que luego la reescribas, pero aun así podría ser una herramienta poderosa», dijo Neil Tennant.

Parece una aceptación racional del problema, pero precisamente va en contra de la «performance» ad hoc que realizó el fotógrafo Boris Eldagsen al presentarse a los prestigiosos Sony World Photography Awards y ganar con una fotografía hecha con inteligencia artificial. Pretendía ganar y lo consiguió, pero no para recibir el premio, sino para rechazarlo con el fin de establecer el debate público sobre los límites de la tecnología en el proceso de creación humano. Tennant opina que la IA puede ayudar en el bloqueo creativo, en lo que sería una creación mixta entre el hombre y la máquina: una suerte de equidistancia peligrosa.

El músico Nick Cave opinó de una canción «al estilo de Nick Cave», que un fan le pidió al ChatGPT, que era «una grotesca burla de lo que es ser humano». El quid sobre el que también se apoya Sting: «Los componentes básicos de la música nos pertenecen a nosotros, a los seres humanos. Esa será una batalla que todos tendremos que pelear en los próximos años: defender nuestro capital humano contra la IA. Las herramientas son útiles pero tenemos que estar impulsándolas. No creo que podamos permitir que las máquinas tomen el control. Tenemos que ser cautelosos».

¿Son posibles las canciones sin alma?

De la «burla» a «tomar el control» hay un paso crucial que ya se contempla, «el apocalipsis en camino» al que se refiere Cave respecto al pastiche maquinal de su estilo: «Es un acto de autosuicidio que destruye todo lo que uno se ha esforzado por producir en el pasado», aseguró el artista australiano, quien profundizó en la idea: «Son esas partidas peligrosas y desgarradoras las que catapultan al artista más allá de los límites de lo que él o ella reconoce como su yo conocido. Esto es parte de la auténtica lucha creativa que precede a la invención de una lírica única de valor actual; es la confrontación sin aliento con la propia vulnerabilidad, la propia peligrosidad, la propia pequeñez, enfrentada a una sensación de descubrimiento repentino e impactante; es el acto artístico redentor que conmueve el corazón del oyente, donde el oyente reconoce en el interior del canto su propia sangre, su propia lucha, su propio sufrimiento».

«Puede parecer que me estoy tomando todo esto demasiado personalmente, pero soy un compositor que está comprometido, en este mismo momento, en el proceso de composición de canciones. Es un asunto de sangre y agallas, aquí en mi escritorio, que requiere algo de mí para iniciar la idea nueva y fresca. Requiere mi humanidad». «Humanidad», la «sangre y agallas» que no tienen las máquinas y no pueden reproducir. ¿Son posibles las canciones, los poemas, sin alma? ¿Es posible el arte sin sensibilidad, sin voluntad? ¿Es posible, como cree Neil Tennant, que en la creatividad humana tenga cabida la «creatividad» artificial?

«Naves más allá de Orión»

Hubo una vez, en la película Blade Runner de Ridley Scott (basada en el relato de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?), donde se imaginó un hombre artificial que en su agonía (en su caducidad) terminó su vida (su funcionamiento) recitando un discurso («Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de ataque en llamas más allá de Orión. Miré rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Hora de morir»), o las palabras inolvidables que pronunció un androide con sentimientos que reprodujo, como una admonición creíble, después de todo, casi la «sangre y las agallas» de la humanidad.

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