Fundado en 1910

El cantante neoyorquino Elliott Murphy en su entrevista con El DebateAlfonso Úcar

Entrevista con Elliott Murphy

Elliott Murphy, el roquero que se codea con Bruce Springsteen y Bob Dylan: «Me encanta ser una estrella de rock 'anónima'»

3.000 conciertos, 40 álbumes y, desde hace unos años, también multitud de libros: el mito de la música escribe ahora junto a Peter Redwhite Dorothy y el descubrimiento de América, una hilarante novela inteligente y surrealista en la que hay guiños a la propia historia del roquero de Aquashow

El roquero neoyorquino Elliott Murphy ha publicado más de cuarenta álbumes, da conciertos por toda Europa, Estados Unidos y Japón y es un prolífico autor de ficción. Cuatro décadas después de su clásico Aquashow, sus seguidores siguen llenando los recintos en que actúa mientras la crítica alaba sus discos.

Elliott inició su carrera en 1971 con un papel en Roma, de Fellini. Luego vinieron Lost Generation, Just a story from America (con la colaboración de Phil Collins) y Selling the Gold (con Bruce Springsteen) hasta llegar a su reciente Prodigal Son.

Elliott Murphy y Bruce Springsteen en la década de los 70Cortesía de Elliott Murphy

Autor de varias colecciones de relatos y cuatro novelas, sus textos han aparecido en un sinfín de revistas y un relato suyo fue adaptado al cine en Broken Poet, donde debutó como actor junto a Bruce Springsteen y Patti Scialfa. Condecorado como Chevalier des Arts et Lettres por el Ministerio de Cultura francés, en 2018 ingresó en el Long Island Music Hall of Fame de la mano de Billy Joel.

Elliott Murphy ha vivido por y para el rock, aunque su carrera no terminara de despegar como él había planeado. Las traiciones de la industria («una cruel trinchera») y su deseo de seguir haciendo música con un sentido lírico hicieron que tomara un camino alternativo a sus coetáneos, y hoy, con 50 años on the road a sus espaldas, continúa profesando verdadera devoción por aquello a lo que ha dedicado una vida entera: el rock and roll.

Ahora acaba de publicar en España su último libro, Dorothy y el descubrimiento de América (Almuzara). Por eso, la coincidencia de su concierto en la mítica sala madrileña Galileo Galilei con la Feria del Libro ha sido la excusa perfecta para aterrizar en España y encontrarse con todo aquel que disfruta escuchando sus canciones y leyendo sus historias, además de conceder esta entrevista exclusiva con El Debate. Pero no lo ha hecho solo: Peter Redwhite, seudónimo del ingeniero y escritor Pablo Sánchez García (Moguer, 1988), pasó de ser un mitómano que acudía a todos sus conciertos a por fin conocerlo en la presentación del documental The Second Act of Elliott Murphy, en 2016. De fan a amigo, de admirador a coescritor: ambos se sinceran en esta entrevista.

Peter Redwhite y Elliott Murphy han escrito a cuatro manos el libro 'Dorothy y el descubrimiento de América' (Almuzara)Alfonso Úcar

Dorothy y el descubrimiento de América es una novela frenética y algo delirante. ¿De dónde nace?

–Murphy: Peter Redwhite me envió su colección de relatos traducida al inglés, y me encantó. Me recordaron a Raymond Carver, el autor americano. Entonces él tradujo al español mi libro se relatos, Paris Stories, y la experiencia fue maravillosa, así que tradujo también los siguientes, The Last Rock Star, Just a story from America... Así que nos conocíamos, y sabíamos que podíamos trabajar juntos, así que nos pusimos a ello. Pero entonces llegó la pandemia, yo estaba en París y Peter en Moguer, y me pidió que escribiera algo para su blog y se me ocurrió que escribiéramos algo juntos.

–Redwhite: Recuerdo que yo estaba en el estudio de mi padre y le envié una foto de sus pinturas, y se nos ocurrió que la historia empezara precisamente así, en el estudio de un pintor en Moguer, Huelva. Así que hay partes de la historia que son ciertas, aunque están ficcionadas.

–Murphy: ¡Es pura ficción, yo nunca he tenido una novia con tantos tatuajes! Lo interesante es que una vez que le libro comenzó, cobró vida por sí mismo. Por ejemplo, tuvimos que estudiar muchísima física cuántica, yo tuve que aprenderme la historia de Cristóbal Colón, que no conocía para nada... y en la que desde luego sigo sin ser ningún experto.

–¿Llegasteis a estar juntos en Moguer?

–Murphy: No, pero espero que ocurra algún día. El libro y el covid acabaron al mismo tiempo, y aunque nunca he ido, es como si lo hubiera hecha. Peter me enviaba descripciones de los sitios por los que había pasado Colón y los recreaba absolutamente en mi mente.

–Redwhite: El proceso también fue un intercambio, en el que cada uno iba escribiendo una parte y el otro la terminaba, o la revisaba, o la retomaba para escribir lo siguiente que sucedía en la historia. Ha sido apasionante. Por eso es difícil distinguir quién ha escrito cada parte, porque ha sido un trabajo común.

–Murphy: Pero yo he escrito las partes sexys.

–¿Cómo es para un fan pasar de acudir a los conciertos de su ídolo musical y acabar escribiendo un libro a cuatro manos con él?

–Redwhite: Es increíble. Yo iba a verle como un fan, como un verdadero admirador de su trabajo, de su música y de su escritura. Y acabar teniendo una relación tan personal con él, una amistad, y escribir un libro juntos, es un sueño hecho realidad. Ha sido un proceso precioso, más allá del producto final, porque además nos hicimos mucha compañía durante la pandemia.

Yo iba a verle como un fan, como un verdadero admirador de su música y su escritura, y acabar siendo amigos y escribiendo un libro juntos es un sueñoPeter Redwhite

–Al principio de la novela hay un «descargo de responsabilidad»: «Las ideas predominantes de lo que es (o no es) políticamente correcto en el Mundo Posible Tipo I en el que usted (el lector) habita es, en el mejor de los casos, una mera coincidencia».

–Murphy: Creo que desde hace diez años no puedes decir casi nada. Tienes que tener cuidado, porque no sabes a quién vas a ofender. Queríamos cubrirnos las espaldas, aunque en mi opinión la ficción siempre será ficción, y los que los personajes dicen en el libro no es lo que Peter y yo pensamos Y creímos que era importante decirlo.

–¿Tenéis miedo de la cultura de la cancelación?

–Murphy: No. Pero es una verdadera locura. Hace poco en París escuché que estaban prohibiendo las películas de Brigitte Bardot.

Hemos puesto el descargo de responsabilidad porque hoy en día hay que tener cuidado: no sabes a quién puedes ofenderElliott Murphy

–Redwhite: Creo que las cosas han cambiado mucho y que hemos logrado grandes avances, pero al final sigue existiendo la censura y esta cultura cancelatoria, que no es nada positiva.

–Murphy: De verdad espero que no encontremos nada negativo sobre Leonardo Da Vinci... porque habría que retirar la Mona Lisa, como está sucediendo con Picasso. Nosotros no creemos en la censura, pero sí en pedir responsabilidad a las personas de sus actos. Y en Estados Unidos la censura ha alcanzado cotas absurdas: en algunas escuelas ni siquiera pueden leer Mark Twain o Huckleberry Finn.

–El tema del revisionismo histórico tiene mucho que ver con esto, y es importante en vuestra novela, que habla del descubrimiento de América...

–Redwhite: Parece que tenemos que juzgar los hechos históricos del pasado con los criterios del presente. Eso es imposible. Los romanos o los egipcios tenían esclavos, ¿borramos todo su legado por ello? Esa no es la forma de estudiar la historia.

–Murphy: Algo interesante de la novela es que los dos personajes más fuertes de la novela son mujeres: Dorothy y Alice. Son los dos personajes dominantes del libro, mientras que Luis no sabe ni a dónde va, siempre autocuestionándose y preguntándose cuál es papel en el mundo. Las dos mujeres son muy seguras y muy libres, además de ser brillantes y mucho más inteligentes que los hombres que tienen alrededor. Esperamos que sea un libro de su tiempo y que refleje lo que está pasando en la actualidad.

'Dorothy y el descubrimiento de América' (Almuzara)

–¿Qué sucede con el tema racial y colonialista? Porque elegir el descubrimiento de América es un riesgo, dado su carácter conflictivo actual...

–Redwhite: La idea fue algo accidental. Al principio, cuando Dorothy habla del número de seguidores que tiene en Instagram, dice que tiene 1,492 millones (y 1492 es el año del Descubrimiento). Y al estar yo cerca de Palos de la Frontera, el lugar del que partió Colón, me pareció interesante seguir esa línea.

–Murphy: Yo he leído muchísimos libros. Y me leí uno de Hernán Cortés, y aprendí tantas cosas... ¡No sabía que había obtenido ayuda del resto de pueblos porque todos estaban sometidos! Cortés venía de esta cultura europea, muy guerrera, muy religiosa, muy supersticiosa y aristocrática. Y cuando se encuentra con los aztecas, ellos son iguales. Me hizo preguntarme si este es el destino de los seres humanos, si es a lo que estamos llamados. Yo soy estadounidense y no me explicaron nada de esto en el colegio, nunca lo había escuchado. De hecho, lo que nos explican es que Cortés llegó con su caballo y pensaron que era un monstruo... y en realidad fueron los aztecas los que llevaron adelante la guerra.

–Hay un choque generacional también en el libro, entre Dorothy y Luis, lo mismo que lo hay entre vosotros. ¿Ha sido difícil haceros amigos con esta diferencia? ¿Cómo veis que ha cambiado la sociedad, cuando el rock nació precisamente como forma libre de expresión?

–Murphy: Los Rolling Stones han dejado de cantar Brown Sugar en sus conciertos... La primera generación de roqueros fueron Jerry Lee Lewis y Chuck Berry, luego llegaron los Rolling Stones, los Beatles y Bob Dylan, y después llegamos nosotros: Bruce Springsteen, Billy Joel, yo... La comunicación intergeneracional es muy complicada, y por eso en la novela no funciona la relación entre Dorothy y Luis: después del sexo no les queda nada en común. Nada que contarse.

–¿Y es verdad? ¿Es imposible la comunicación?

–Murphy: Oye, que yo nunca tuve una novia tan joven como Dorothy...

–Redwhite: Yo tengo 35 años y para mí es más fácil entablar relación con las generaciones que me preceden que con los más jóvenes. Creo que las cosas han ido muy rápido últimamente y que ahora el salto generacional es mucho mayor, en parte por el desarrollo de la tecnología.

–Murphy: Yo tengo 74 años y me encuentro en un momento que me encanta, pero cuando le hablo a mi hijo, que tiene 32 años, de las época dorada de la música y menciono a los artistas que acabo de mencionar, él me contradice y me suelta que la edad dorada fue con Metallica, Lana del Rey... Es la carta del filósofo griego Parménides: la generación que viene nunca sabe nada. A mí me encantan los jóvenes, porque se atreven a enfrentarse a las cosas. Nosotros no lo hacíamos porque no sabíamos hacerlo.

–Quizá esa generación trataba de escapar, los millennials nos quedamos un poco petrificados y los zetas han decidido actuar.

–Murphy: Eso es. Y creo que lo están haciendo. Creo que estamos en medio de una revolución, que ha sido propiciada por Internet. Pero sigue siendo chocante que hables con un grupo de jóvenes y no sepan quién es Groucho Marx...

–¿Por qué hay un «Elliott Murphy» en la novela? ¿No es demasiada exposición?

–Murphy: Sí, en cierta manera, pero en 1977 empecé a escribir una novela que se llamó La nueva vida de Elliott Murphy, y me acuerdo que se la enseñé a una agente literaria de Nueva York y le encantó, y me dijo que nunca había leído nada parecido. Desde entonces eso de la autoficción se ha puesto de moda. A mí me ha influido mucho Kurt Vonnegut, autor de Matadero cinco, que fue una Biblia en los sesenta: era antiguerra y jugaba con el tiempo, con el espacio... Creo que la diferencia entre ficción y realidad es muy gris ahora mismo. ¡Incluso tenemos fake news! Y a la vez, la realidad se ha vuelto tan extraña que ya no nos hace falta inventar tanta ficción...

La realidad se ha vuelto tan extraña que ya no nos hace falta inventar tanta ficciónElliott Murphy

La estrella de rock que pudo haber sido

–Elliott, te llaman «the anonymous rock star»... ¿Te duele, te molesta?

–Murphy: Al revés, me encanta ser una estrella de rock 'anónima'. Conozco a bastantes músicos que han perdido su anonimato y hasta que no te ocurre y lo sufres no entiendes realmente que es una gran pérdida. Cuando salgo con Bruce Springsteen no podemos ir a ningún lado, nos miran, nos hacen fotos, nos interrumpen... Cuando salimos por Nueva York empiezan a gritar: «¡Bruce, Bruce!». Así que estoy cómodo con mi anonimato. Soy una celebridad de tercera, pero es algo precioso porque si conozco a un fan, suele serlo de verdad: no están locos y quieren hablar de mi música. Y eso me encanta.

–Te encontrabas en el momento (los setenta) y en el lugar (Nueva York): ¿qué pasó?

–Murphy: No lo sé. En la película Second Act of Elliott Murphy, y en mis memorias (que tradujo Peter), te das cuenta que según vives vas tomando decisiones en medio del caos. Pero al echar la vista atrás he pensado que había una estrategia concienzudamente pensada para hacerme llegar a donde estoy ahora.

–¿Una estrategia planeada por quién?

–Murphy: No lo sé, por un poder más grande que yo, quizá Dios, el universo, la vida misma. Ahora vivo en París y me encanta: vine a Europa en 1971 y tardé mucho en volver, pero ahora soy feliz, sigo haciendo música y tocando en directo... Pero en aquellos años entraron muchos factores en juego. El primero y quizá más importante es que la industria de la música es terrible, es muy difícil entenderla. «El negocio de la música es una trinchera de dinero cruel y superficial, un largo pasillo de plástico donde ladrones y chulos corren libres, y los hombres buenos mueren como perros. Y después está el lado negativo también», dice con sorna Hunter S. Thompson. Creo que el éxito en la industria de la música es simplemente supervivencia.

Cuando salgo con Bruce Springsteen no podemos ir a ningún lado, nos miran, nos hacen fotos, nos interrumpen...

–Como sucedió en el Renacimiento, tuviste muy mala suerte coincidiendo con grandes estrellas...

–Murphy: Cuando salió mi cuarto álbum, Just A Story From America, estaba en Colombia y recuerdo haberme sentido desalentado y haberme alejado un poco de todo. Tenía mánagers muy poderosos, pero no me gustaba cómo me estaban llevando, así que lo dejé. Tardé dos años, de 1977 a 1979, que es la fecha de mi primer concierto en París. Y para mí fue increíble. Pensé que podía tener una segunda oportunidad en la vida. En 1982 vine por primera vez a España y descubrí lo que un público puede darte.

'Just A Story From America' es el cuarto álbum de estudio de Elliott Murphy

–¿No lo viviste como un «plan b», como tener que conformarte con una vida que no habías soñado?

–Murphy: Hubo un momento a mediados de los ochenta en que pensé: soy un cantautor, y eso no tenía muy buena fama en mitad de aquella locura de la MTV cuando lo visual era más importante que la música. Pero Lou Reed me dijo: «Elliott, si quieres esconder poesía, ponla en una canción de rock, porque nadie la va a buscar ahí». En la generación de la que yo procedo idolatramos a Bob Dylan y Leonard Cohen y no podemos entender la música sin su componente literario, que hoy en día casi ha desaparecido.

–¿Qué cambió entonces?

–Murphy: Había dejado la música y me estaba preparando para ser abogado. Estudié Derecho, me licencié y aunque seguía dando algún concierto, empecé a trabajar en una firma experta en temas legales de la música. Un cliente de la industria me reconoció y me espetó: «¿Qué haces aquí?». Cuando le dije que iba a dejar la música para ser abogado, me dijo: «Por favor, no lo hagas». Me pasaron muchas cosas así: la música no me dejaba irme. Dos años después estaba dando cien conciertos al año.

Lou Reed me dijo: «Elliott, si quieres esconder poesía, ponla en una canción de rock, porque nadie la va a buscar ahí»Peter Murphy

–¿La música te atrapa, no hay forma de escapar de ella?

–Murphy: Yo me enamoré de la guitarra con 12 años, y desde entonces jamás la he soltado. Y jamás la soltaré.

–¿No echas de menos Long Island y la escena neoyorquina?

–Murphy: Creo que son ellos los que me echan de menos a mí. Mis fans me piden que vuelva, pero antes de la pandemia, cuando Billy Joel me apadrinó en el Paseo de la Fama de Long Island, fue la última vez que toqué allí. De hecho me invitó a cantar con él en el Madison Square Garden... y cantamos Take a walk on the wild side. Pero llevo en Francia 32 años, más de lo que viví en Nueva York. Soy un expatriado, una de esas personas que se sienten más en casa cuando no están en casa. Soy un alien aquí pero estoy muy cómodo.

–Sigues diciendo que «el rock n' roll ha venido para quedarse». ¿Sigues estando tan seguro de esto?

–Murphy: Creo que en parte sí y en parte no. Cuando miras a gente como Bruce Springsteen, los Rolling Stones, Paul McCartney... siguen llenando estadios.

–A precios desorbitados, por cierto. Dile a Bruce que baje un poco los precios...

–Murphy: Se lo voy a decir, te lo prometo. Ahora mismo le escribo. El otro día cené con él y le enseñé esto: una entrada para un concierto que hicimos juntos por 3,5 dólares. Pero no creo que el precio tenga que ver tanto con los artistas como con la reventa...

–Hay ciertos artistas, y Bruce es uno de ellos, que pueden poner cotas a este tipo de abusos.

–Murphy: Totalmente. Pero es que el rock se ha convertido en algo así como la música clásica, aunque no suene ni en la radio ni en Spotify.

El rock se ha convertido en algo así como la música clásica, aunque no suene ni en la radio ni en SpotifyElliott Murphy

–¿Crees que hay algo nuevo en el rock que merezca la pena, o lo último fueron los Strokes, y por eso triunfa el reguetón?

–Murphy: Creo que la gente que ama el rock recurre siempre a los clásicos. Respecto a la música latina... conozco algo. Me gustan Amaral y Luz Casal y me gusta el flamenco, pero no el reguetón. España es el lugar de nacimiento de la guitarra: todo viene de aquí. El taxista que me ha traído aquí estaba escuchando Paco de Lucía... Y Rosalía también me encanta. Pero al final la clave de que triunfe la música en español es que Estados Unidos está lleno de gente que habla español.

–Respecto al concierto en la sala Galileo Galilei, ¿cómo es para ti tocar en España?

–Murphy: Podría tocar tres horas, como hace Bruce Springsteen, y una vez hice uno de más de cuatro, aunque luego tardé una semana en recuperarme, y eso que dejé el alcohol y las drogas hace muchísimo tiempo. No estoy celoso de Bruce, ni de su dinero ni de su fama, pero sí estoy celoso de que use teleprompters con las letras de sus canciones, ¡eso sí que es una ayuda! Tengo 300 canciones y es imposible acordarse de todas. El propio Bob Dylan va con todos sus papeles... Pero yo me transformo en el escenario. Me encanta la energía del público, es lo que me lleva pasando 50 años: si todo está bien, sucede algo que te transporta a otro plano. Y entonces despega el cohete.

–«In dreams begin responsibilities» («con los sueños empiezan las responsabilidades»). ¿Sigue siendo tu lema de vida?

–Murphy: Se lo robé a Lou Reed, que se lo robó a su poeta favorito, Delmore Schwartz. Siempre he tratado de dar lo mejor de mí mismo. Todo lo que hago me lo tomo muy en serio, desde un disco a un concierto, desde un blog a escribir un libro. Lo que he aprendido en mi vida, tanto con la música con la escritura, es que la creatividad es muy divertida. Lo importante es el proceso: disfrutar el camino.