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Shane MacGowan en los años 80

Biografía

La salvaje vida de Shane MacGowan, el adicto genio dipsómano y cantante de The Pogues

El periodista Richard Balls publica Una Furiosa Devoción, la biografía del icónico artista irlandés

La dentadura terrible de Shane MacGowan, la podredumbre del marfil de ese elefante de la música irlandesa, era la muestra de lo que se cocinaba por dentro del artista. Nunca la ocultó, antes de la época de los neones con los que adornan su sonrisa casi todos los artistas del presente. Nunca ocultó la dentadura ni ninguna otra cosa. El niño que creció en Londres y se contagió de los Sex Pistols, pero ya antes venía con la música tradicional irlandesa metida en la sangre desde su aldea de nacimiento. El resultado: la irrepetible figura fundadora de The Pogues, banda primitiva (por las raíces fuertes, no por su vetustez), admirado y respetado a pesar de todo, como el ser expulsado de su banda en los 90, menos de una década después del comienzo, por sus insoportables adicciones.

Cubierta en inglés de 'Una Furiosa Devoción' de Richard Balls

En su lugar pusieron a Joe Strummer, el ex The Clash, para seguir en la línea del punk folclórico que Shane creó. Ni Jem Finer, ni «Spider» Stacy, ni ningún miembro del grupo le soportaba. No por insoportable, sino porque ya ni siquiera podía tenerse en pie. «Andar con Shane era como andar con un recorte de cartón. De hecho, el trozo de cartón tendría más vida», recuerda Terry Woods. Alcohol, cocaína, speed, LSD, éxtasis... MacGowan vivió la última época en The Pogues y la que le siguió en The Popes, completamente drogado. Bono, de U2, le acogió cuando los Pogues dijeron que hasta aquí. Pero Shane MacGowan tenía (tiene) el aire heroico y poético de Dylan Thomas, otro vate consumido por el alcohol hasta su muerte a los 39. MacGowan ha alcanzado los 65, aunque pasa los días desde hace años sentado en un sillón después de romperse la pelvis y de tener las piernas mermadas debido a distintas lesiones.

Al principio de todo, incluso antes del principio de The Pogues, el niño Shane leía el Ulises de Joyce, se graduó con una beca en literatura y estudió en la Westminster School, de donde fue expulsado por posesión de drogas. Un irlandesismo precoz, total y único, un cóctel cultural irlandés en el caletre del artista que no pudo soportar tantos ingredientes (a los 14 se convirtió en un delincuente, le robaba las pastillas para la depresión a su madre y esnifaba pegamento) y se le saltó la tapa de la coctelera y derramó todo su arte.

El milagro de que siga vivo

Solo un puñado de canciones se pudieron recoger antes de que literalmente, durante una época, sus compañeros le dejaran inconsciente en el camerino para salir al escenario sin él. If I Should Fall from Grace with God, Straight To Hell, Fairytale of New York o Summer in Siam son algunas de las obras que dejó escritas y grabadas a mediados de los 80, antes de su caída apenas llegados los 90. Balls afirma que es un milagro que siga vivo (lo opuesto de otras estrellas actuales, y mayores, rejuvenecidas hasta el extremo). Y más que acabe de publicar un libro con fotografías, pinturas y letras escritas a mano: los restos de la obra de MacGowan, como los restos, aunque con necesaria dentadura nueva, del mismo MacGowan.