Fundado en 1910
Pancho Varona estrena su carrera en solitario con su primer single, 'Pájaro herido'

Pancho Varona estrena su carrera en solitario con su primer single, Pájaro herido

Pancho Varona: «Cuando Joaquín Sabina toma una decisión, es difícil que cambie de opinión. Pero no pierdo la esperanza»

Lejos de sentir rencor o dolor por la abrupta separación del músico ubetense, Varona se queda con lo bueno y presenta su carrera en solitario: «Sólo puedo sentir agradecimiento, aunque haya cosas que no entiendo»

Después de 40 años, 'Contra todo pronóstico' es la primera gira de Joaquín Sabina en la que no cuenta con Pancho Varona. Un escueto mail de ocho líneas sirvió para romper, el pasado noviembre, una relación de decenios. Y sin embargo, aunque el dolor sigue presente en este músico, compositor, productor y arreglista, todo lo que siente hacia él es agradecimiento.

En esta entrevista explica qué respuestas tiene y qué preguntas se hace. Pero lo primero es hablar de música, porque Pancho Varona regresa por su cuenta al estudio para retomar su carrera en solitario, una decisión que tomó tras el punto y final «sin explicaciones» de su relación con el artista ubetense. «Es un nuevo inicio».

–¿Ya está de vuelta en España tras su gira por Sudamérica?

–Acabo de regresar. He estado de gira por Argentina, Uruguay y Chile, y ha sido una experiencia preciosa. Qué pena no haber ido a vuestro periódico en persona; me encantan las redacciones, el ruido, el ambiente... la de periodista es mi vocación frustrada. Ese hormiguero de gente buscando información me parece maravilloso.

–Arranca carrera en solitario. ¿Cómo afronta esta nueva etapa? ¿Nervios, emoción, inseguridad...?

–Estoy muy emocionado y excitado con lo que viene. Es verdad que cuando Joaquín Sabina paraba de hacer giras, en esos intermedios, yo hacía mis giras. Pero esto va más en serio. Empiezo una vida nueva y estoy ilusionado.

–Esta primera canción, Pájaro herido, ¿llevaba compuesta 15 años?

–Tengo un cajón lleno de canciones (esa expresión tan de Sabina) que están fenomenal, y que nunca usé quizá por pudor, o porque no he tenido una carrera en solitario, o porque les daba mis canciones a otros, como Ana Belén, Luz Casal, Miguel Ríos... Estoy revisando todas las canciones que tenía guardadas, algunas sin letra, otras sin música, y esta nueva ilusión que tengo me ha hecho abrir el cajón y aunarlo con la composición.

–Entonces en el nuevo disco ¿hay una mezcla entre canciones antiguas, otras que está arreglando pero con sonido o letras distintas y otras completamente nuevas?

–Exactamente. Unas las estoy terminando porque estaban sin terminar y otras ya están terminadas, pero ya que en mi casa no tengo un equipo de sonido, estoy trabajando con un productor, Ricky Falkner, a pesar de que yo he sido productor muchísimos años. Él ha producido a Love of Lesbian, Quique González, Luz Casal...

–Usted es músico, compositor, productor y arreglista. ¿Hay veces que es mejor separar todos los papeles?

–Hemos hecho mucho «intrusismo». Cuando Sabina y yo empezamos a producir, fue porque pensamos que podíamos hacerlo mejor que nuestros productores. Nos hemos ido metiendo en todo de manera autodidacta, y nos ha salido bien: hemos hecho una buena carrerita de discos y canciones bonitas.

–¿Por qué el título de Pájaro herido? ¿Tanto tardan en cicatrizar algunos golpes?

–La gente me sobrevalora: yo soy muy poco letrista, y esta en concreto no es mía. Cuando me quedé sin Sabina, recurrí a «mis dos Sabina particulares», que son dos amigos míos que viven en Córdoba, José Carlos Rodríguez Diz y Víctor Reina Jiménez. Esta canción tiene muchos años, aunque hay quien piensa que es a raíz de la ruptura con Joaquín, pero nada que ver.

–Anoche tocó en la Sala Galileo. ¿Todo lo nuevo, o también canciones del antiguo repertorio sabinero?

–Canté Pájaro herido por primera vez, pero mi repertorio es el mismo: mis canciones de Sabina, las de Luz Casal... el recorrido de mi carrera. Hay a quien le parece aprovecharse, pero yo canto mis canciones, o canciones que he tocado mil veces en un escenario, o que he grabado, he interpretado y he producido en un disco. El grueso de mi carrera ha sido junto a Joaquín, y como yo soy autor de esas canciones también, no quiero dejar de cantarlas.

Para algunos, que cante canciones de Sabina es aprovecharse, pero son mis canciones también, es mi carrera

–¿Le produce dolor cantarlas?

–Más que dolor, a veces pellizco. Me pellizca el corazón... Pero lo que yo tengo asociado a estas canciones son momentos maravillosos. Recuerdo cuando empezamos Joaquín y yo, aquella noche en Lima... Ese momento maravilloso siempre va a poder más que la amargura. Aquel día en el Hotel Bolívar se sobrepone a todo el dolor, a toda la incomprensión que me produjo ese «adiós» repentino de Joaquín. La música es un ente mágico, maravilloso, enorme, que que puede sobre todos los sentimientos de cada uno de sus autores. Siempre voy a cantar esas canciones on agradecimiento, con emoción, y nunca con dolor.

–Sorprende que, en el mundo en que vivimos, sea capaz de elegir quedarse con lo bueno y no albergar malos sentimientos.

–Yo todavía no me creo la vida que llevo, y llevo 40 años viviéndola. Soy agradecido con la vida que llevo todos los días de mi vida, y estoy aquí gracias a Joaquín. Siempre le voy a estar agradecido; me ha llevado a tantos países, a tantos escenarios, a tantas ciudades... Gracias a él he hecho canciones, que lo más importante que he hecho en mi vida.

Soy agradecido con la vida que llevo todos los días de mi vida, y es gracias a Joaquín. Siempre le voy a estar agradecido

–¿A día de hoy sigue sin tener claro lo que sucedió? ¿No han podido hablar?

–No, no ha vuelto a haber ningún tipo de contacto desde que él me mandó ese correo electrónico de ocho líneas en noviembre. Yo pienso que que algún día pasará algo que nos reúna, y podamos hablar. Me gustaría preguntarle: «Oye, Joaquín, ¿qué te ha pasado?». Porque quizá le ha pasado algo y no me ha dejado explicarme, y era una cosa sencilla de explicar.

–Alguna vez ha dicho que había visto a Sabina hacer esto antes, cortar una relación de repente...

–Ya se puede morir cuando toma la decisión. Es difícil que dé marcha atrás. Lo he visto tomar decisiones parecidas a esta, pero cuando Joaquín decide, es difícil que cambie de opinión. Aun así, no pierdo la esperanza... Pero me da la impresión de que tiene a gente cerca presionándole. Ojalá un día nos encontremos y de repente Joaquín decida hablarme o charlar conmigo o decirme algo, o puede que un día me felicite el cumpleaños... yo, si le veo, querría darle un abrazo.

Pancho Varona y Joaquín Sabina, en un concierto

Pancho Varona y Joaquín Sabina, en un conciertoGTRES

–¿Es posible que haya habido roces con otros miembros de la banda?

–Es posible que mi salida haya beneficiado a algunos. Es un poco lógico, porque yo soy el que más tiempo llevaba con Joaquín, era su mano derecha, su mozo de espadas. Cuando Joaquín abandonaba el escenario en cualquier ciudad porque se encontraba mal, era yo quien agarraba el micrófono y pedía perdón ante miles de personas. Entre nosotros había una confianza total.

–Dentro de todo el dolor, ¿le ha venido «bien» esta ruptura para lanzar su carrera?

–Mucho. He tenido la mejor campaña de promoción que podía soñar en mi vida. Han hablado de mí en todos los medios, me han pedido entrevistas en todas las cadenas de televisión y radio y en todos los diarios. Yo estaba en México con Los Secretos cuando todo esto estalló y todo el mundo quería hablar conmigo, y lo agradezco mucho. Además a mí esto me ha despertado, me han entrado nuevas ilusiones por componer, por cantar, por grabar o por proyectar cosas nuevas, porque ya estaba un poco aletargado en el mundo sabinero, tenía ese «paraguas protector», que es otra frase de Joaquín...

–Elige, de nuevo, mirar el lado bueno de las cosas.

–Es la única manera de vivir. Todo el mundo me trata con mucho respeto. Mi nombre antes no aparecía en las crónicas, y ahora sí, y lo agradezco. Los periodistas tenéis la deferencia de dedicarme unas líneas, siempre con mucho cariño. ¿Pero cómo no voy a estar agradecido?

–Lleva toda la vida en la música, y hay cosas que han cambiado mucho en estos 40 años. ¿Cómo se mantiene al día?

–Me gusta mucho indagar, bucear en el mundo musical de internet a ver qué se cuece. Busco enamorarme cada día. Hago mucho Shazam, me meto en Spotify, me pierdo en diferentes aplicaciones y todos los días escucho la radio, leo los periódicos, ¡a ver qué me descubren! La música es mi pasión. Pero sigo tan enamorado de los Beatles que es imposible que nada los supere... Aunque no me he quedado anclado en una época, como le ha pasado a muchos de mis compañeros: yo me he abierto paso a manotazos.

Todos los días busco grupos y música nueva, pero sigo tan enamorado de los Beatles que es difícil que nada los supere...

–Hay una época dorada de la música insuperable...

–A veces me siento muy viejo, pero es que he vivido una época maravillosa, cuando se estaba inventando todo, en los 60 y 70. Ahora todo me interesa menos. Tengo un casete que grabé de un programa de radio que me gustaba en 1970. ¡Era mágico! Ir a la tienda con tus 200 pesetas a por el disco que habías encargado...

Elliott Murphy me contaba que haber nacido en los 70 en Nueva York era la mayor de sus suertes.

–Es un tipo maravilloso. Claro, es que no hay nada igual. Yo acepto las nuevas tendencias, pero es que he visto dos noches a Freddie Mercury en el Pabellón de Deportes del Real Madrid, a diez metros de mí. He visto a los Rolling Stones cinco veces, he visto a Genesis con Peter Gabriel y he visto a Pink Floyd en Londres presentando The Wall. ¡Qué te voy a contar!

He visto a Freddie Mercury dos noches seguidas, a los Rolling Stones cinco veces, a Genesis con Peter Gabriel y a Pink Floyd presentando 'The Wall'

–Igual que iba a La Mandrágora, donde conoció a Sabina, ¿sigue frecuentando las salas de música?

–Cada vez menos. Iba de vez en cuando a ver cosas que me gustaban, pero los últimos cinco años he salido poco. Tengo demasiadas carreteras y demasiados conciertos a mis espaldas. A no ser que venga Keith Richards, me cuesta salir de casa... Me enteré de que venía Bob Dylan, y lo siguiente que leí fue la crónica de su concierto: entre una cosa y otra, yo me hice 200 conciertos por no sé dónde.

–Fue un gran concierto, aunque se le nota cansado.

–¡Tiene 82 años! ¿Cómo va a estar? Pobrecillo, bastante regalo nos hace al seguir tocando... The Never Ending Tour es un regalo para los fans. Yo le vi hace unos años en el Wizink Center y fue un concierto maravilloso, con «la KGB» entre las filas para que nadie sacara un teléfono ni grabara nada. A mí me encanta que no salude, que sea antipático: él llega, canta y se va. ¿Para qué quieres que te diga «buenas noches, Madrid»? Pero la gente se enfada.

–¿Es tan difícil como parece hacer un buen directo?

–Dentro de mi humildad, yo voy con mi guitarra a cantarle y contarle cosas a la gente, y manejo bien el escenario, la cercanía. Hablo mucho, soy muy payaso y cuento cosas muy divertidas. Creo que sé llevar bien un concierto, manejar las emociones; entre otras cosas, porque llevo 40 años haciéndolo. Es parecido a hacer los repertorios con Joaquín, cuando ordenábamos las canciones. Es precioso.

–¿Alguna vez ha pensado en callarse una opinión, ahora que estamos en la era de lo políticamente correcto?

–No. De hecho, no hay nada que más admire de un artista que la valentía. Nada. A mí el artista acomodado, el músico acomodado, el compositor acomodado, no me dice nada. Por eso aunque no sean lo mío admiro el trabajo que hacen Rosalía o C. Tangana: son valientes, arriesgan, se atreven. Un creador valiente es un tesoro: se juega la vida.

Admiro el trabajo que hacen Rosalía o C. Tangana: son valientes, arriesgan, se atreven. Un creador valiente es un tesoro: se juega la vida

–Me cuentan que tiene un proyecto para darle un tono elegante a un ritmo de reguetón...

–No he empezado con ello, pero me parece que hay un submundo muy interesante. Creo que con un coro, una buena armonía y una buena melodía se puede hacer buena música, tenga ritmo de cumbia, de vals, de blues, de seguiriya o de reguetón. Con una buena armonía y una buena melodía puedes ir al fin del mundo.

–¿Con qué se queda cuando echa la vista atrás?

–Con todo. Me acuerdo una vez en Buenos Aires que nos pilló una tormenta horrible, mi guitarra salió volando, salí corriendo en una dirección y Joaquín en otra... Se inundó La Bombonera, se fueron las luces, las pantallas de vídeo volaban por encima de la gente. Nos dijeron 'fuera del escenario que hay peligro de electrocución' y salimos todos corriendo por el césped ¡Fue increíble! Pero es que la década de los 90 fue prodigiosa. Hicimos Mentiras piadosas, Física y química, Esta boca es mía y Yo, mi, me contigo, cuatro discos que para mí son la Biblia sabinera. Ahí está lo mejor que hicimos Joaquín, Antonio García de Diego y yo. En esos cuatro discos hay 50 canciones inmejorables. En cuanto a las giras, hubo una maravillosa, «Sabina, viuda e hijos», y la anterior, «En paños menores», que son imprescindibles en mi carrera.

Los discos 'Mentiras piadosas', 'Física y química', 'Esta boca es mía' y 'Yo, mi, me contigo' son para mí la Biblia sabinera

–¿El mejor concierto es el que está aún por llegar?

–No, mi mejor concierto ya lo he dado. El mejor en solitario sí... Pero mi mejor concierto fue con Joaquín, uno de esos de los 90 en acústico, con mil personas, en un teatrito, y veías las caras de cada uno. Eso era de otro mundo.

1
comentarios
tracking