El día que David Bowie mató a Ziggy Stardust
Exactamente cincuenta años después del icónico concierto en que el músico británico acabó con su alter ego, se estrena una versión restaurada de la película Ziggy Stardust and The Spiders from Mars: The Motion Picture
Hace justo medio siglo, en julio de 1973, David Bowie (Londres, 1947-2016) se bajó del coche en Queen Caroline St. decidido a acabar para siempre con Ziggy Stardust.
«Lo que hice con mi Ziggy Stardust fue dar forma a un cantante de rock & roll de plástico totalmente creíble, mucho mejor de lo que los Monkees jamás podrían fabricar», confesó David Bowie más tarde sobre su alter ego definitivo. «Mi rock & roll plástico era mucho más plástico que el de cualquiera. Y eso era lo que se necesitaba en aquel momento».
De hecho, lo que Bowie ideó en The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders From Mars (1972) era algo más que un concepto fresco e ingenioso. Ziggy era un ciclo de canciones compacto y cohesivo que trazaba una dirección visionaria para la música pop, estableciendo un nuevo estándar para la teatralidad del rock.
Cuando lo mató, Bowie llevaba su por entonces acostumbrado mullet rojo anaranjado, con unos labios pintados a juego. Fumaba y sonreía con sus dientes amarillentos, poco antes del concierto que daría fin a toda una etapa. «Espero que disfrutéis del show tanto como lo haré yo». Después, esas 3.500 personas se darían cuenta de que era el fin del alter ego más importante de la carrera del artista.
La película, remasterizada
Se cumplen así 50 años desde que las luces del Hammersmith Odeon iluminaron a David Bowie, a los Spiders From Mars –Mick Ronson a la guitarra, Trevor Bolder al bajo y Mick Woodmansey a la batería– y a las primeras filas del público cuando empezó a sonar Hang Onto Yourself. Frente a tres relámpagos dentro de círculos blancos, Bowie anunciaba el final del tour, el final de la banda y el final del mismo Ziggy Stardust.
«Voy a recordar esto durante mucho tiempo. No sólo es el último show de la gira, también es el último que yo voy a dar». Desaparecía el personaje por aburrimiento, conflictos con la banda y deseos de conquistar Estados Unidos. El 5 de julio, ese mismo escenario acogió el estreno mundial de la película Ziggy Stardust and the Spiders From Mars: The Motion Picture, con metraje nunca visto rodado el mismo día de aquel icónico concierto por el director D.A. Pennebaker. La película, restaurada digitalmente y en 4K, se podrá ver en más de mil cines de todo el mundo, incluida España. El set completo incluye 18 canciones y las actuaciones del guitarrista Jeff Beck.
Una estrella caída del cielo
Ziggy era un cantante andrógino y suicida, una ocurrencia inspirada por la locura de Vince Taylor, roquero londinense de cuero negro que se vistió de túnica blanca creyéndose un Mesías. La fascinación de Bowie por los viajes espaciales y la ciencia ficción ya había aflorado en canciones como Space Oddity y Life on Mars, pero se sentía atraído por algo de mayor alcance. «Hasta ese momento», diría más tarde, «la actitud era 'lo que ves es lo que hay'. Parecía interesante intentar idear algo diferente, como un musical en el que el artista sobre el escenario interpretara un papel».
Empezó a desarrollar un personaje basado en Taylor, así como en otros excéntricos como el cantante tejano de «psychobilly» Legendary Stardust Cowboy y el diseñador japonés Kansai Yamamoto. «Siempre describía cómo cogía trozos y piezas de todas partes, los metía en un crisol y salían siendo él», ha declarado el productor Ken Scott.
David Bowie quería relatar la historia de esta estrella del rock and roll alienígena y andrógina que llega a la Tierra antes de un inminente desastre apocalíptico para transmitir un mensaje de esperanza. Le llamó «Ziggy Stardust», nombre tomado de una sastrería que vio desde un tren. Tras acumular un gran número de fans y ser venerado como un mesías, Ziggy acabaría muriendo víctima de su propia fama y excesos.
De hecho, ese alter ego vivió lo que duró el tour del disco por Norte América, Reino Unido y Japón: 18 meses. Para entonces el personaje ya había generado una fama similar a la de la Beatlemania. De hecho, así la llamaron: la Ziggymania.
Sobre el personaje en sí mismo, el artista mencionó en su momento que la inspiración vino del deseo de definir el arquetipo de mesías del rock, una especie de extraterrestre: «Eso es todo lo que quería hacer. Utilicé los adornos del teatro kabuki, la técnica del mimo, la música marginal neoyorquina...»l El de Brixton contaba que Ziggy era el producto de esa ambición de toda la vida de combinar la música rock con el teatro, «como un gran cuadro kitsch».
Ziggy se convirtió así en un icono musical, pero también cultural, de la década de 1970. El aspecto de su alter ego y su mensaje de liberación juvenil han permanecido en el tiempo como una de las épocas más memorables del artista. El personaje y el álbum tuvieron un gran impacto en la música y en el estilo performativo, influyendo a las siguientes generaciones de músicos.
Locura y estancamiento creativo
«Yo también me enamoré de Ziggy. Era muy fácil obsesionarse día y noche con el personaje. Me convertí en Ziggy Stardust. David Bowie pasó totalmente desapercibido. Todo el mundo me convencía de que era un mesías, sobre todo en aquella primera gira americana a finales de 1972. Me perdí irremediablemente en la fantasía», contó poco después de confesar que el hecho de interpretar constantemente a su alter ego estaba afectando su salud mental, además de haberse estancado en lo creativo.
La última canción del concierto fue Rock and Roll Suicide. Ziggy Stardust murió justo después, provocando lágrimas en sus seguidores. Sin embargo, su retirada de los escenarios no duró un año. Tras Pin-ups, evocación de la excitante música del swinging London, editó Diamond dogs, que presentó por escenarios de Estados Unidos y Canadá, donde centraría sus energías profesionales a la vez que entraba en una espiral de cocaína y experimentación sexual que amenazaría su estabilidad mental. Pero esa es otra historia.