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Luisa Fernanda

Saludos finales en el estreno de Luis Fernanda

'Luisa Fernanda' cobra nueva vida en la voz de Elina Garanca, la gran cantante de hoy

La aclamada mezzo letona aborda por primera vez la obra maestra de Moreno Torroba con la Filarmónica Grancanaria, ayer en la isla y el miércoles en el Teatro Real madrileño, con todas las entradas agotadas

En la entrada del Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas, la figura a escala imponente del gran tenor grancanario, motivo de legítimo orgullo y admiración eterna para su patria chica, parece velar, como un santo laico, por lo que pueda suceder en el interior del recinto. Modelo de búsqueda insobornable de la excelencia a través de su ejemplar carrera, la máxima calidad que no sabe ni entiende de compromisos, Kraus puede estar tranquilo: en su casa las cosas se están haciendo razonablemente bien, al menos en lo que corresponde al predio que cultiva la Filarmónica de la ciudad.

La misma sede de la OFGC es un lujo que ya quisieran para ellas muchas de las principales orquestas británicas, por ejemplo, obligadas a menudo a tener que realizar sus ensayos lejos de los lugares donde ofrecen sus conciertos, a veces en locales poco adecuados, más almacenes que salas de acústica esmerada. En cambio aquí todo está a mano.

La filarmónica grancanaria

Los músicos, entre los que se observa una siempre deseable renovación generacional que aporte renovados bríos, solo tienen que dar unos pasos desde el Auditorio a la sede de la orquesta, donde existe una magnífica estancia para ensayar y a la vez acoger los conciertos didácticos para escolares (fue la primera orquesta española en ponerlos en marcha, algo de lo que aún presumen). El mismo lugar se encuentra rodeado, además, por habitaciones en las que los propios profesores de la agrupación dedican muchas tardes a transmitir sus conocimientos a niños y jóvenes estudiantes de distintos instrumentos, y a los miembros del coro infantil, como parte de la propia academia promovida por la institución, una manera inteligente y necesaria de preparar el futuro.

Estas sólidas bases no tendrían sentido si el elemento principal, la propia Filarmónica grancanaria, dilapidara los esfuerzos que se han hecho para consolidar un riguroso proyecto musical sin proponer a su creciente comunidad de abonados una programación rica y diversa, cimentada en el desarrollo de la afición a través del contacto periódico con las obras maestras del repertorio, necesariamente enriquecido con la creación actual. También por ahí parece que el rumbo es el adecuado.

Un momento de los ensayos de Luis Fernanda

Un momento de los ensayos de Luisa Fernanda

Viéndoles trabajar estos días durante los ensayos de la Luisa Fernanda estrenada ayer con extraordinario éxito, y con la que el próximo miércoles se presentarán por primera vez ante el público del Teatro Real madrileño, puede afirmarse que los resultados acompañan siempre que el rigor y la pasión en el trabajo alcanzan esa fusión anhelada. No hay más fórmulas ni atajos si, al final, lo que se pretenden son logros artísticos perdurables, capaces de elevar el nivel.

Con el mismo empeño que podrían poner en una sinfonía de Bruckner, o en ese Réquiem verdiano que ofrecieron en la inauguración de la presente temporada, se ha buscado ahora desentrañar la verdad más profunda de esa joya de Moreno Torroba, y por supuesto de los escritores Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, que a lo largo de la vida del compositor llegó a alcanzar ya hasta las 10.000 representaciones.

Moreno Torroba por Chichon

Un éxito histórico, incontestable de la música lírica española, que aún continúa cautivando a las audiencias de hoy: no había una butaca libre en el Auditorio Kraus, y en Madrid se ha propiciado la reventa. Solo unos pocos privilegiados de los aficionados a la ópera podrán asistir al que parece ya uno de los grandes acontecimientos de este curso en el Real: poder asistir al doble debut de una de las grandes no de hoy, de todas las épocas, como la mezzo Elina Garanca, en el rol titular y en un teatro en el que incomprensiblemente no se cuenta con ella para sus temporadas.

Artífice de estas jornadas de lo que podría traducirse como un feliz redescubrimiento de las partitura de Moreno Torroba ha sido estos días el director gibraltareño Karel Mark Chichon, enamorado desde niño de la cultura y la música española, lo que le ha llevado a realizar rutilantes orquestaciones de los más conocidos pasodobles, como Suspiros de España, programados en conciertos por toda Europa.

Estatua de Alfredo Kraus

Estatua de Alfredo Kraus

Con esa admirable pasión que a veces solo se encuentra entre los extranjeros, desprovistos de prejuicios, complejos y majaderías por poner en valor lo nuestro, Chichon se ha sumergido en la Luisa Fernanda, que ya antes había dirigido en el Teatro de la Zarzuela, con un entusiasmo y un interés que le han llevado a prescindir de sus aproximaciones anteriores para encontrar en ella sus raíces más hondas, el mensaje más claro y directo del propio compositor.

Me contaba estos días el maestro que ha intentado bucear en la edición original de la partitura concebida por Moreno Torroba, distinta de la que suele emplearse de manera más habitual, con cambios relevantes. Tras arduas y complejas gestiones, Chichon pudo consultar el manuscrito conservado celosamente por sus actuales custodios para procurar ofrecer una visión más ajustada a las auténticas intenciones de un autor que en verdad no precisaba de «correctores».

Elina Garanca

Su lectura, dotada de una mayor transparencia al prescindir de los diálogos innecesarios en una versión concertante, que otorga el máximo relieve a la sustancia puramente musical, resulta sin duda muy reveladora. Sin dejar de recrearse en la fértil vena melódica de Moreno Torroba, nos descubre que por debajo de esa pretendida búsqueda de la sencillez, de una ligera y brillante manera de orquestar, se perciben a veces perfumes de aroma impresionista, una armonía en ocasiones emparentada con Ravel, junto a otros que parecen inspirarse directamente en ese proverbial sentido camerístico que Richard Strauss otorgaba al acompañamiento de las voces en sus momentos de mayor intimidad e introspección melancólica.

Escuchando una voz tan seductora, cremosa como la de Elina Garanca, provista además de una musicalidad pocas veces producida, en esa aparente simpleza, tejida a partir de unas breves notas, que evoca el dúo entre Javier y Luisa, con el subrayado de la cuerda, parecemos trasladados súbitamente al ambiente expresivo de los últimos cuatro «lieder» straussianos. Y todo sin dejar de percibir el sello personal del autor, conocedor de la historia musical de su país, que siempre abogó por incorporar lo «tradicional depurado a través del tiempo y las generaciones».

La mezzo letona Elina Garanca, una de las escasas cantantes de hoy que podría medirse sin rubor con las auténticamente grandes del pasado

Claro que para ofrecer una lectura tan cálida y apasionada, transparente y reveladora de la claridad de las texturas instrumentales y de su ambición sinfónica, despojada de almíbares innecesarios, como la que ahora nos ha ofrecido Chichon, hay que contar con el instrumento adecuado. La Filarmónica de Grancanaria, con un sobresaliente nivel artístico, se ha volcado en este proyecto, dando la mejor de cada de una de sus secciones: una cuerda sedosa, unos metales broncíneos, pero ajustados, con aportaciones individuales maravillosas como las de su sección de maderas, siempre dúctiles y precisas. Si la zarzuela, toda, se hiciera con este nivel que no encontramos habitualmente ni en los teatros consagrados a ella, seguramente la apreciación del género, incluso entre los propios músicos, cambiaría radicalmente.

La naturaleza del empeño obligaba además a contar con un elenco de auténtico primer nivel, como es raro encontrar estos días. La mezzo letona Elina Garanca, una de las escasas cantantes de hoy que podría medirse sin rubor con las auténticamente grandes del pasado, enamorada también de la música española, llevaba tiempo queriendo cantar, más allá de las romanzas que incluye en sus conciertos por todo el mundo, una zarzuela completa.

Elenco de primer nivel

En esta Luisa Fernanda la nobleza del fraseo, la pureza seductora del timbre enriquecen al personaje, aunque sea a fuerza de que en su encarnación parezca ella la auténtica aristócrata: su exquisita musicalidad se traduce en frases cinceladas con primor, como en el citado dúo final, donde su canto nos eleva por momentos hasta dimensiones superiores, straussianas. Hay que animarla a que siga prodigándose en este repertorio, algo complicado cuando los principales teatros del mundo te ofrecen de todo, pero que permite soñar con que algún día pise las tablas del teatro de la calle Jovellanos en una producción completa.

Junto a ella no desmerece una María José Moreno en posesión de algún pacto mefistofélico: van pasando las nuevas generaciones de lírico-ligeras españolas y ella continúa siendo la reina indiscutible de todas ellas, por clase y porque ha sabido evitar los cantos de sirena manteniéndose en un repertorio que a día de hoy sigue dominando como pocas, con una lozanía ejemplar, una seguridad aplastante y ese timbre adornado con esa belleza que lejos de desgastarse suma quilates. Aunque no sea su papel ideal (Javier requiere una voz de mayor peso), la inteligencia es una de las mayores virtudes de Ismael Jordi, un cantante siempre sensible y elegante, empeñado en dotar a su fraseo de variedad, emoción y fantasía, llevando cualquier empeño a su propio terreno.

Todo un acierto para una ciudad que respira música en cada esquina

El barítono Luis Cansino llegó casi al último ensayo para sustituir al enfermo José Antonio López. Y cumplió su cometido con creces, sobre todo en una zarzuela que debería llevar el título de su personaje. El cantante de origen gallego es un todoterreno, un estajanovista del oficio, no siempre reconocido como se merece. Notable actor, especialmente dotado en los roles cómicos, supo dotar a su Vidal de acentos más íntimos que nobles, con un fraseo de gran calidad, rico y variado, siempre al servicio de la expresión justa, intentando dar sentido preciso a cada palabra. El reparto de esta obra es largo, y el resto cumplió sin grandes problemas, aunque sea preciso destacar siempre el trabajo de la mezzo Milagros Martín, conocedora del estilo, atenta para dejar constancia de su calidad y tablas en sus breves frases. Resultó magnífico el coro de la propia orquesta, muy bien preparado.

Se lo comenté al propio director, prueben a llevar este espectáculo, tal cual, sin mover una sola pieza, con el gancho de la Garanca como reclamo esencial, a la programación de un teatro como el de Champs Élysèes de París: las ovaciones atronarían allí donde Stravinski estrenó La consagración de la primavera. El entusiasmo se desbordaría y el público francés no tardaría en pretender acogerlo como algo propio. Si de verdad se quiere «internacionalizar» la zarzuela, ahora que se habla de sus cuatro siglos de vida, de su declaración como Patrimonio de la Humanidad y demás, hay que ponerse manos a la obra para que pueda difundirse en las mejores condiciones posibles, como acaba de probarse con este ejemplo humilde, entusiasta y riguroso de los grancanarios, todo un acierto para una ciudad que respira música en cada esquina.

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